¿Dónde ponemos la línea roja?

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27 Sep 2024
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La guerra accionarial del Sevilla ha alcanzado cotas de agresividad verbal (y de la otra) que jamás creí que pudiese presenciar. Cada reunión entre los propietarios de la SAD (debe recalcarse siempre, el Sevilla es otra cosa) es una patada en la boca del estómago a toda persona que sienta mínimamente el rojo y el blanco, dejando a una altura miserable el prestigio y buen nombre de la entidad. Cada uno defiende su posición, patrimonio o lo que considere oportuno, faltaría más, pero unos y otros hace tiempo que dejaron de pensar en servir al Sevilla para servirse de él. No estamos descubriendo nada. Viene ocurriendo desde que se apostase por remodelar el consejo de administración desde una postura endogámica, donde el apellido fuese por encima del cargo, como si se tratase de un simple negocio familiar. En las guerras se dice que todo vale. No puedo estar más en desacuerdo. Siempre deben existir unos mínimos códigos morales, además de humanos. No creo que pueda existir nada peor que levantarse una mañana y leer que le has llamado «mierda» a tu propio hijo. Tampoco creo que desde el otro rincón fuese capaz de respirar al despertarme sin poder abrazar a mi progenitor. El último paso que se ha dado en esta batalla es la conocida sanción sin entrar al Sánchez-Pizjuán para Del Nido Benavente . Casi dos años sin poder pisar un estadio que siente como cualquier otro ¿Exagerado? No hace falta ni que conteste. En los estatutos del Sevilla viene recogido cómo actuar en casos así. No se refiere a un presidente, consejero o expresidente, sino a un abonado raso. Un socio sin nombre ni apellidos. No por haber ostentado un cargo debe ser diferente a nadie, pero hay formas de actuar intermedias entre la postura correctiva o irracional. Entre demostrar tu poder o ejercerlo con tiranía.Del Nido debe sentir que su acción en el antepalco el día del derbi sevillano estuvo mal. Muy mal. Que conlleve sanción económica, no entrar en la zona noble del estadio e incluso el cambio de localidad. Que se aleje de dónde ha demostrado sobradamente que no colabora con su actitud a calmar la tensión entre unos y otros . Pero que de buenas a primeras se decida que deje de ir al estadio, donde acude acompañado de su hijo menor, de algunos amigos o simplemente en la confortable soledad de ver a tu equipo, no me entra en la cabeza. ¿Qué se pretende conseguir? La penitencia la lleva a cuestas desde el primer día que dejó de ser presidente del Sevilla. Cada decisión que ha tomado parece peor que la anterior. Sin embargo, privar del derecho a acompañar al equipo de tu alma por un calentón es una pena que lo convierte en víctima. Que deslegitima al juez y lo convierte en un simple carcelero. ¿Dónde ponemos la línea roja?

 

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