daniela87
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Esta interesante, delicada y por momentos desconcertante revisión del mito de Don Juan está planteada como una sutil coreografía en la que al eterno narciso no le queda más remedio que aprender a bailar solo. Don Juan es una película musical muy particular cuya coreografía casi invisible se va orquestando poco a poco y que, pese a perderse por momentos en su áspero minimalismo, logra trazar algunas contradicciones y paradojas de la así llamada masculinidad tóxica.
De la mano de dos intérpretes con gancho, Tahar Rahim y Virginie Efira, la película apuesta por el metalenguaje al presentarlos como un actor y una actriz que preparan una adaptación escénica del Don Juan de Molière mientras viven su propia tormenta amorosa. Una revisión tras el Me Too del mito cuyo punto de partida es el del cazador cazado.
La cuarta película del director francés Serge Bozon es un acercamiento al arquetipo desde su íntimo ocaso: es una mujer quien abandona a Don Juan para convertirse de forma irremediable en su obsesión. Humillado en el altar, el personaje principal ya no puede pensar en otra cosa y ve a la misma mujer en todas las mujeres. Quizá el mayor mérito del filme es plantear una nueva mirada al donjuanismo en plena crisis de la masculinidad, buceando en su atractivo desde su perplejidad y dolor. Una incapacidad para comprender los porqués del rechazo que el actor Tahar Rahim transmite con veracidad.
No sin riesgo, Bozon plantea su narración como un drama musical, y ahí está el principal desequilibrio del filme: sus números pretenden ser tan naturalistas que rozan la inanidad de la música ambiente. Esos momentos musicales irregulares se inmiscuyen en medio de un doble ritual, el del escenario y del altar, que juega a la confusión romántica y en el que emergen celos, desconfianza y hasta un sombrío y deslavazado relato, el de un viejo pianista que ha perdido a su hija.
Bozon plantea cuestiones interesantes sobre el mito visto desde la actualidad, con Rahim muy cómodo en la piel del seductor y Efira no tanto en su multiplicación por media docena de mujeres. Los dos intérpretes, sobre todo él, cantan y bailan sin bailar en un drama que lleva demasiado lejos su mirada tenue y deshilachada sobre el drama de las mentiras y trampas de la pasión amorosa vista hoy desde la vieja atalaya del gran seductor de la literatura.
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De la mano de dos intérpretes con gancho, Tahar Rahim y Virginie Efira, la película apuesta por el metalenguaje al presentarlos como un actor y una actriz que preparan una adaptación escénica del Don Juan de Molière mientras viven su propia tormenta amorosa. Una revisión tras el Me Too del mito cuyo punto de partida es el del cazador cazado.
La cuarta película del director francés Serge Bozon es un acercamiento al arquetipo desde su íntimo ocaso: es una mujer quien abandona a Don Juan para convertirse de forma irremediable en su obsesión. Humillado en el altar, el personaje principal ya no puede pensar en otra cosa y ve a la misma mujer en todas las mujeres. Quizá el mayor mérito del filme es plantear una nueva mirada al donjuanismo en plena crisis de la masculinidad, buceando en su atractivo desde su perplejidad y dolor. Una incapacidad para comprender los porqués del rechazo que el actor Tahar Rahim transmite con veracidad.
No sin riesgo, Bozon plantea su narración como un drama musical, y ahí está el principal desequilibrio del filme: sus números pretenden ser tan naturalistas que rozan la inanidad de la música ambiente. Esos momentos musicales irregulares se inmiscuyen en medio de un doble ritual, el del escenario y del altar, que juega a la confusión romántica y en el que emergen celos, desconfianza y hasta un sombrío y deslavazado relato, el de un viejo pianista que ha perdido a su hija.
Bozon plantea cuestiones interesantes sobre el mito visto desde la actualidad, con Rahim muy cómodo en la piel del seductor y Efira no tanto en su multiplicación por media docena de mujeres. Los dos intérpretes, sobre todo él, cantan y bailan sin bailar en un drama que lleva demasiado lejos su mirada tenue y deshilachada sobre el drama de las mentiras y trampas de la pasión amorosa vista hoy desde la vieja atalaya del gran seductor de la literatura.
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‘Don Juan’: el último baile del mito a la sombra de su masculinidad tóxica
El actor Tahar Rahim, en la piel del eterno seductor, y la actriz Virginie Efira como centro de su obsesión, revisan este arquetipo en un filme musical que no acaba de cuajar
elpais.com