Donnell_Rodriguez
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Estrenadas de forma consecutiva hoy viernes y la próxima semana, Nuestro día e In Water son dos caras de la misma moneda: el singular y prolífico universo creativo del cineasta surcoreano Hong Sangsoo (Seúl, 63 años). Ligero de equipaje y junto a su troupe habitual de intérpretes, el autor de Grass (2018) muestra por partida doble la naturaleza breve de su cine, su abstracción de las pequeñas cosas que conforman el curso de la vida. Mientras Nuestro día recoge en clave cómica la poética de lo cotidiano, In Water es un curioso experimento formal de 61 minutos en el que casi todo ocurre fuera de foco.
La primera es puro Hong Sangsoo. La película se detiene, por un lado, en la jornada de una actriz que se aloja en casa de una amiga y que se queda prendada de su gato. Por el otro, en la de un poeta que, mientras lo graba una joven, no puede evitar pensar en la ausencia de su vieja mascota y en otros placeres sencillos que hoy le están prohibidos, como el alcohol y el tabaco. Kim Min-hee y Song Seon-mi, en la piel de las dos amigas, vuelven a ponerse frente a frente, como en La mujer que escapó (2020), para ofrecer su veta más cómica.
El director estructura una vez más casi todas las secuencias alrededor de una mesa, donde se van depositando elementos cotidianos de la vida y las trazas sencillas de conversación. No falta el omnipresente alcohol, pero también esa caja de regalos (cremas, jabones y otros afeites) que recibe el personaje de Kim Min-hee de una joven visitante (Park Mi-so) y que ella repasa uno a uno con delicioso humor.
Mientras tanto, en la otra casa, y frente a otra mesa, más baja e incómoda, el poeta que da vida el maravilloso actor Ki Joo-bong va desgranando entre cervezas sin alcohol sus pensamientos, breves y certeros. La íntima y graciosa dinámica entre el poeta y la joven que lo graba (Kim Seung-yun) se rompe cuando llega un visitante (Ha Seong-guk), quien, con sus preguntas, todas demasiado grandes, encuentra el valor de las respuestas pequeñas. “Tenemos que estar agradecidos por las cosas pequeñas, aprender a valorarlas y dejarnos de significados”, le dice el poeta en una recta final gloriosa.
In Water es una película aún más pequeña en la que Hong Sangsoo hace todo menos actuar. Es el productor, guionista, director de fotografía, montador y compositor de la música de un trabajo que convierte el gag del personaje desenfocado de Desmontando a Harry, la película de Woody Allen, en la idea central.
El rodaje de un cortometraje amateur es la excusa para explorar una textura impresionista muy curiosa. La película, en un 80% desenfocada, incluidos los créditos finales, resulta algo desconcertante, quizá porque la bruma que envuelve la pantalla, que no afecta a esa intimidad que provoca el cine de Hong, expresa una ambición formal pictórica: el cineasta ha contado alguna vez la revelación que supuso para él, cuando estudiaba en Chicago, descubrir los bodegones de Cézanne, sus famosas manzanas.
En un libro reciente, Dennis Lim, director del festival de cine de Nueva York, explora Un cuento de cine, película de 2005 que para muchos está en la cima de su ya larga filmografía. Lim deconstruye la película para hablar de las señas de identidad de una obra muy escurridiza, del uso del zum a la presencia de sus leales actores. También su conexión con cineastas como Robert Bresson, David Lynch o John Cassavetes, al que le une la afición al alcohol y, sobre todo, por observar la embriaguez en los demás, algo que también lo emparenta con Yasujirô Ozu. Han pasado 19 años desde aquella película y Hong Sangsoo, que estrenará otra más dentro de un mes en el festival de Locarno, sigue su curso al margen de todo. La búsqueda sigue siendo la misma: tocar lo esencial con lo mínimo. Al final, todo sobra en las películas del surcoreano. Y cada vez más, también las explicaciones.
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La primera es puro Hong Sangsoo. La película se detiene, por un lado, en la jornada de una actriz que se aloja en casa de una amiga y que se queda prendada de su gato. Por el otro, en la de un poeta que, mientras lo graba una joven, no puede evitar pensar en la ausencia de su vieja mascota y en otros placeres sencillos que hoy le están prohibidos, como el alcohol y el tabaco. Kim Min-hee y Song Seon-mi, en la piel de las dos amigas, vuelven a ponerse frente a frente, como en La mujer que escapó (2020), para ofrecer su veta más cómica.
El director estructura una vez más casi todas las secuencias alrededor de una mesa, donde se van depositando elementos cotidianos de la vida y las trazas sencillas de conversación. No falta el omnipresente alcohol, pero también esa caja de regalos (cremas, jabones y otros afeites) que recibe el personaje de Kim Min-hee de una joven visitante (Park Mi-so) y que ella repasa uno a uno con delicioso humor.
Mientras tanto, en la otra casa, y frente a otra mesa, más baja e incómoda, el poeta que da vida el maravilloso actor Ki Joo-bong va desgranando entre cervezas sin alcohol sus pensamientos, breves y certeros. La íntima y graciosa dinámica entre el poeta y la joven que lo graba (Kim Seung-yun) se rompe cuando llega un visitante (Ha Seong-guk), quien, con sus preguntas, todas demasiado grandes, encuentra el valor de las respuestas pequeñas. “Tenemos que estar agradecidos por las cosas pequeñas, aprender a valorarlas y dejarnos de significados”, le dice el poeta en una recta final gloriosa.
In Water es una película aún más pequeña en la que Hong Sangsoo hace todo menos actuar. Es el productor, guionista, director de fotografía, montador y compositor de la música de un trabajo que convierte el gag del personaje desenfocado de Desmontando a Harry, la película de Woody Allen, en la idea central.
El rodaje de un cortometraje amateur es la excusa para explorar una textura impresionista muy curiosa. La película, en un 80% desenfocada, incluidos los créditos finales, resulta algo desconcertante, quizá porque la bruma que envuelve la pantalla, que no afecta a esa intimidad que provoca el cine de Hong, expresa una ambición formal pictórica: el cineasta ha contado alguna vez la revelación que supuso para él, cuando estudiaba en Chicago, descubrir los bodegones de Cézanne, sus famosas manzanas.
En un libro reciente, Dennis Lim, director del festival de cine de Nueva York, explora Un cuento de cine, película de 2005 que para muchos está en la cima de su ya larga filmografía. Lim deconstruye la película para hablar de las señas de identidad de una obra muy escurridiza, del uso del zum a la presencia de sus leales actores. También su conexión con cineastas como Robert Bresson, David Lynch o John Cassavetes, al que le une la afición al alcohol y, sobre todo, por observar la embriaguez en los demás, algo que también lo emparenta con Yasujirô Ozu. Han pasado 19 años desde aquella película y Hong Sangsoo, que estrenará otra más dentro de un mes en el festival de Locarno, sigue su curso al margen de todo. La búsqueda sigue siendo la misma: tocar lo esencial con lo mínimo. Al final, todo sobra en las películas del surcoreano. Y cada vez más, también las explicaciones.
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Doble ración de las pequeñas cosas de Hong Sangsoo con ‘Nuestro día’ e ‘In Water’
Las películas más recientes del cineasta surcoreano expanden su singular y prolífico universo creativo junto a su habitual troupe de intérpretes
elpais.com