schaden.daphne
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Con 55,6 millones de seguidores en TikTok, podría parecer complicado dar con alguien que no sepa quién es Dixie D’Amelio, pero lo cierto es que ella misma se encuentra inmersa en el proceso de determinar quién es realmente y qué es lo que quiere. Pasó de ser un icono de las redes a un referente musical y ahora, convertida en imagen de la colección de fiesta de Pull&Bear, y tras haber devorado los desfiles de las mejores marcas al ser uno de los rostros más aclamados de los front rows más exclusivos, planea convertirse en el siguiente rostro de la moda.
“Me encanta que la ropa de Pull & Bear sea tan estilosa y asequible. Durante estos años he tenido la oportunidad de descubrir distintas marcas de todo el mundo que desconocía y es maravilloso poder incluir en mi armario tales hallazgos”, explica D’Amelio. “Me siento cómoda con la idea de poder llevar diferentes looks y estéticas sin tener que decir “este es mi estilo”. He ido abriendo mi mente para poder abrazar todo tipo de outfits”, dice.
En plena conversación, interrumpe un momento la charla por un motivo ciertamente dulce. “Lo siento: acabo de pedir que me traigan unas galletas”, confiesa entre risas desde una habitación de hotel en París, donde ha disfrutado de diferentes desfiles tras haber pasado por Milán. “Este año he aprendido a saborear cada momento en lugar de agobiarme, pero reconozco que es algo estresante, porque todo va muy rápido. Vas de un show a otro sin tener la capacidad de procesar lo que acabas de ver. Para que las cosas salgan bien y parezcan fáciles, hay detrás un equipo que realmente se rompe la espalda para que todo quede perfecto”.
Sus respuestas no parecen haber sido orquestadas por un equipo de comunicación como tantas otras veces ocurre con jóvenes estrellas cuyos representantes se empeñan en moldear acorde a la imagen que quieren que proyecte. Espontánea y natural, no es de las que lanzan discursos grandilocuentes pero carentes de alma. “Me tranquiliza saber que en realidad, nadie sabe lo que está haciendo”, asegura Dixie, que acaba de firmar con las agencias de modelos WME e IMG Models.
A lo largo de la conversación, no se olvida de hablar de su hermana Charli, que tiene 155.7 millones de seguidores, con quien comparte looks y a quien durante su periplo por los desfiles, le ha enviado más de una fotografía de algún outfit que cree que le sentaría bien. “Nos influenciamos la una a la otra. Nos robamos ropa, nos damos consejos y opinamos acerca de nuestra estética de forma amable, bien sea a la hora de hablar de moda, de cómo llevamos las cejas o de nuestros peinados”.
Porque con 23 años, al margen de que los seguidores se cuenten por millones, no ha dejado que la fama haga de ella una intocable que se aleja de sus raíces ni oculta sus problemas reales… Incluso cuando se trata de esos que muchas estrellas no visibilizan. “Hablé de mi trastorno disfórico premenstrual porque era algo que estaba afectando a mi vida y sentía que tenía que compartirlo, ya que no se habla lo suficiente de ello. Estoy intentando saber cómo quiero hablar al respecto para hacerlo de una forma responsable. Quiero encontrar el equilibrio entre cuánto quiero contar y cuánto prefiero guardar”, asegura inmersa en este proceso de autodescubrimiento.
Aunque en alguna ocasión ha confesado que su primer álbum, A Letter to Me, fue para ella una experiencia muy comercial de la que aprendió mucho, aunque respondía más a intereses ajenos a ella que a su verdadero “yo”, ahora ha aprendido a rebajar el ritmo para escucharse a sí misma y descubrir lo que quiere y lo que desea contar. “Soy muy visual cuando escucho música. Puedo estar escuchando una canción e imaginar un videoclip y un vibe, pero puedo escuchar el mismo tema después en un ambiente diferente e imaginarme algo radicalmente distinto. Siento que como me gustan tantas cosas diferentes, puedo probar diferentes géneros musicales. Me repito a mí misma que no tengo por qué encasillarme”, dice. “Llevo tiempo haciendo muchas cosas de todo tipo y quiero ponerlo todo en orden para saber cuáles son mis siguientes pasos”. Y la charla termina segundos antes de que lleguen esas galletas y quizás con ellas, una nueva pieza de ese puzzle en construcción que es Dixie D’Amelio.
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“Me encanta que la ropa de Pull & Bear sea tan estilosa y asequible. Durante estos años he tenido la oportunidad de descubrir distintas marcas de todo el mundo que desconocía y es maravilloso poder incluir en mi armario tales hallazgos”, explica D’Amelio. “Me siento cómoda con la idea de poder llevar diferentes looks y estéticas sin tener que decir “este es mi estilo”. He ido abriendo mi mente para poder abrazar todo tipo de outfits”, dice.
En plena conversación, interrumpe un momento la charla por un motivo ciertamente dulce. “Lo siento: acabo de pedir que me traigan unas galletas”, confiesa entre risas desde una habitación de hotel en París, donde ha disfrutado de diferentes desfiles tras haber pasado por Milán. “Este año he aprendido a saborear cada momento en lugar de agobiarme, pero reconozco que es algo estresante, porque todo va muy rápido. Vas de un show a otro sin tener la capacidad de procesar lo que acabas de ver. Para que las cosas salgan bien y parezcan fáciles, hay detrás un equipo que realmente se rompe la espalda para que todo quede perfecto”.
Sus respuestas no parecen haber sido orquestadas por un equipo de comunicación como tantas otras veces ocurre con jóvenes estrellas cuyos representantes se empeñan en moldear acorde a la imagen que quieren que proyecte. Espontánea y natural, no es de las que lanzan discursos grandilocuentes pero carentes de alma. “Me tranquiliza saber que en realidad, nadie sabe lo que está haciendo”, asegura Dixie, que acaba de firmar con las agencias de modelos WME e IMG Models.
A lo largo de la conversación, no se olvida de hablar de su hermana Charli, que tiene 155.7 millones de seguidores, con quien comparte looks y a quien durante su periplo por los desfiles, le ha enviado más de una fotografía de algún outfit que cree que le sentaría bien. “Nos influenciamos la una a la otra. Nos robamos ropa, nos damos consejos y opinamos acerca de nuestra estética de forma amable, bien sea a la hora de hablar de moda, de cómo llevamos las cejas o de nuestros peinados”.
Porque con 23 años, al margen de que los seguidores se cuenten por millones, no ha dejado que la fama haga de ella una intocable que se aleja de sus raíces ni oculta sus problemas reales… Incluso cuando se trata de esos que muchas estrellas no visibilizan. “Hablé de mi trastorno disfórico premenstrual porque era algo que estaba afectando a mi vida y sentía que tenía que compartirlo, ya que no se habla lo suficiente de ello. Estoy intentando saber cómo quiero hablar al respecto para hacerlo de una forma responsable. Quiero encontrar el equilibrio entre cuánto quiero contar y cuánto prefiero guardar”, asegura inmersa en este proceso de autodescubrimiento.
Aunque en alguna ocasión ha confesado que su primer álbum, A Letter to Me, fue para ella una experiencia muy comercial de la que aprendió mucho, aunque respondía más a intereses ajenos a ella que a su verdadero “yo”, ahora ha aprendido a rebajar el ritmo para escucharse a sí misma y descubrir lo que quiere y lo que desea contar. “Soy muy visual cuando escucho música. Puedo estar escuchando una canción e imaginar un videoclip y un vibe, pero puedo escuchar el mismo tema después en un ambiente diferente e imaginarme algo radicalmente distinto. Siento que como me gustan tantas cosas diferentes, puedo probar diferentes géneros musicales. Me repito a mí misma que no tengo por qué encasillarme”, dice. “Llevo tiempo haciendo muchas cosas de todo tipo y quiero ponerlo todo en orden para saber cuáles son mis siguientes pasos”. Y la charla termina segundos antes de que lleguen esas galletas y quizás con ellas, una nueva pieza de ese puzzle en construcción que es Dixie D’Amelio.
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