“Los niños españoles orinan plástico”, suelta provocador el médico e investigador Nicolás Olea. No exagera. Como tampoco desatina cuando advierte de la presencia de perfluorados, unos químicos muy persistentes, en la sangre de todo el país o en la leche materna. Olea ilustra con esa contundencia la extensa exposición que tienen los humanos a los llamados disruptores endocrinos, unos compuestos capaces de emular a las hormonas naturales del organismo y afectar a la salud. Estos químicos, invisibles al ojo humano, pero presentes en el medio ambiente y en productos cotidianos, pueden interferir en el sistema endocrino desde antes de nacer e influir en la salud reproductiva y en el desarrollo de diversas enfermedades, como el cáncer, la diabetes, la obesidad o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, entre otros. Una investigación reciente sugiere, por ejemplo, que la exposición temprana a algunos disruptores puede provocar un adelanto del inicio de la pubertad.
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Disruptores endocrinos, los químicos invisibles que disparan enfermedades
Estas sustancias son capaces de emular la acción de las hormonas naturales del organismo y afectar a la salud. Hay más de 2.000 identificadas
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