Diego San José, creador de la 'parodia' sobre Shakira: «Todos los chistes tienen que elegir una víctima»

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La risa, tan genuina, no fue una vocación para Diego San José hasta que, en el patio del colegio, se dio cuenta de que no valía para el fútbol. Se hizo al poco la luz y empezaron los motes, los chistes crueles. «La comedia es ir a hablarle al niño que fuimos, es escribirle a la persona malvada que tenemos dentro», cuenta el guionista. A sus 46 años sigue manteniendo despierto al niño que fue, pero da un salto hacia la madurez con su nueva serie, 'Celeste' (en Movistar+), que parodia a Shakira con Carmen Machi como inspectora de Hacienda. «Cuando escribo disfruto muchísimo de una cosa muy infantil, que es ser el primer espectador de una película o de una serie que todavía no ha visto nadie porque no se ha hecho. Me siento con la curiosidad de un niño asomado en bambalinas que está siendo el primero en saber cómo acaba todo», cuenta. —Si hacer comedia es escribirle al 'capullo' que llevamos dentro, ¿no se ha contenido en 'Celeste' con un tema que da para más risa o, al menos, para hacer más sangre?—No ha habido contención, pero con el tema de los impuestos, lo que uno puede tener es rabia. Más que maldad, al ser un asunto político y social de tanta importancia, se escribe más desde la preocupación y la rabia que desde la maldad. —Si algo pone de acuerdo a las dos Españas, es la mala prensa hacia de Hacienda. ¿Qué dice esto de nosotros?—El nivel de conciencia fiscal de España no es muy elevado, es bastante bajito. Creo que se debe a que nadie nos ha explicado nunca nada sobre la importancia de la recaudación, ni posiblemente sobre la importancia de lo público. Y es una relación inevitable, porque uno puede no votar o votar en blanco, pero no puede no contribuir a los impuestos en la medida que le corresponda. Nos falta cultura para entender que los impuestos no son un robo, que no son un hachazo que te meten para quitarte tu dinero, sino que el dinero que aportas a los impuestos no era tuyo, ya le correspondía de alguna manera a lo público.—¿Y la comedia debe provocar una reflexión así?—Lo interesante es que aparentemente provoque risa, y de manera subterránea, casi imperceptible, provoque reflexión, incluso inconsciente. La comedia juega con una virtud que no tiene el drama, se cuela por rendijas sin que seas consciente. La comedia es una forma maravillosa de romper defensas.—¿Y límites? 'Celeste' no es solo comedia, ni tampoco solo drama; es más thriller.—Ahora hay más libertad que antes en televisión, donde todo era más estático, y como guionista lo más disfrutable de eso es que los géneros sean híbridos, que la comedia abra la puerta y deje pasar al drama, porque cuando hacemos ficción un objetivo máximo es que no lo parezca, y la vida se acerca mucho más a una especie de mezcla extraña y difícil de catalogar donde hay risa y llanto. —¿Es esta serie un paso hacia la madurez?—Sin duda. En la comedia se escribe sobre cosas que nos preocupan y se ve que me he hecho mayor. En 'Pagafantas' (2007), la gran preocupación de los que la hicimos fue que te hagan una cobra, que te vaya mal ligando. Luego viene 'Fe de etarras', la política con 'Vota Juan' y ahora lo público y el sostener a la gente que tal vez no se puede sostener por sí misma. La comedia pura trata de conectar con el público de manera masiva, como 'Ocho apellidos vascos'; una vez que la has hecho, puedes seguir o ponértelo difícil y yo prefiero eso. Concatenar chistes es una cosa muy difícil que ya salió bien, ¿qué pasa ahora si conseguimos que los personajes tengan una lógica, una verosimilitud y me afecten? Si hay un tipo de comedia que no sé hacer, será la que intenté en el siguiente proyecto. —¿Descartamos el humor blanco?—Es que parte de una pretensión muy naíf, muy bonita, pero impracticable, que es que el humor no moleste de ninguna manera a nadie. No digo ofender, que es otro grado, pero el humor tiene que escocer. Todos los chistes tienen que elegir una víctima. Siempre va a haber alguien de Lepe, alguien que pisa una cáscara de plátano. Lo que hay que elegir bien es a quién molestar.—Aquí la víctima es Shakira, ¿no? ¿Teme que le dedique una canción?—(Ríe) Me encantaría que me dedicara una canción Shakira.

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