En la periferia de la capital mexicana a diario ocurren eventos inesperados: asaltos a mano armada, el transporte público ahogado en el tráfico, bloqueos por manifestaciones constantes e insospechadas, pero también están presentes las historias de sus habitantes; una mujer exitosa que, pese a su éxito, los hombres no le permiten hablar; colectivas de mujeres que ayudan a otras mujeres jóvenes a abortar o un sicario que un buen día decide huir a Acapulco en busca de una segunda oportunidad. Estas son algunas de las historias que la poeta, escritora y defensora de derechos humanos, Diana del Ángel (Ciudad de México, 1982), narra en su primer libro de cuentos titulado Periferia (Almadía, 2024), una apuesta literaria que parte de historias reales aunque no solamente asociadas a lo narrativo o a lo ficcional.
Historias cruentas, sí, pero acompañadas siempre de imaginación, ternura y un ingrediente valioso: la resistencia. “A mí me interesaba contar estas historias de la periferia porque es cierto que desde hace tiempo hay historias narradas tanto en la literatura como en series o en películas. Sin embargo, creo que casi siempre esas historias están vinculadas o centradas a mostrar solo la precariedad, la pobreza, la violencia, que es verdad que existe, pero que en mi experiencia de habitar (la periferia), hay otras cosas como la imaginación y la ternura”, dice Del Ángel en entrevista telefónica con EL PAÍS.
¿Y dónde ha encontrado a los personajes de su libro? En sus trayectos de ida y vuelta a la gran urbe latinoamericana o en sus experiencias cotidianas que incluyen viajes inacabables y profundos por el metro de la ciudad. “Yo crecí en el Estado de México, en Naucalpan y, por ejemplo, las rutas de transporte de la ‘señorita S’ [personaje del cuento Relatividad de los caminos], pues es algo de diario, de cuando iba a la universidad o cuando salía”. Y otras son historias provienen de sus recuerdos de infancia, como el caso de un vecino de oficio herrero que cometió incesto y que está dibujado en el cuento Productos para limpieza Lulú.
Periferia nació también como un desahogo o un respiro a la redacción precisa, casi quirúrgica y hasta de pronto tediosa que se teje en los ensayos académicos. Para el año 2020, cuando la pandemia de la covid-19 asaltó a la humanidad, Del Ángel corregía su tesis doctoral. “Y entonces empecé a escribir estos cuentos un poco para distraerme de esa otra escritura”. La poeta no abandonó ni cambió de trinchera, simplemente materializó la necesidad de escribir que le brotó cuando en la adolescencia estudiaba la preparatoria. “No es que cambiara de la poesía a la narrativa, sino que volví a lo que había querido escribir (...). “Antes de Periferia decía que era una cuentista frustrada porque no había escrito esos cuentos”, dice.
El libro “también retrata las masculinidades de la periferia: duras, violentas o siempre insensibles. Y es cierto que hay todos estos rasgos, pero tienen estos arranques de ternura porque son seres humanos. No es lo que vemos en los grandes relatos, por eso me interesaba también contar esta historia”, señala Del Ángel sobre el cuento Desechables, que retrata la historia de dos jóvenes sicarios cuyos sueños están alejados del plomo y la sangre que los circunda.
—¿Y qué le aporta la periferia a Ciudad de México?
“No solo ternura e imaginación, sino mucha fuerza, la fuerza del trabajo y todo lo que eso representa en términos de edificación, de infraestructura, de generación de capital y riqueza. Algo que a mí me gusta mucho de lo marginal y de lo periférico es que casi toda la resistencia viene de ahí. Y, en ese sentido, para mí la resistencia está vinculada con la imaginación y con la ternura, sobre todo cuando hablamos de estos conceptos de ternura radical que no se oponen a las acciones directas que también se hacen desde la periferia”.
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Historias cruentas, sí, pero acompañadas siempre de imaginación, ternura y un ingrediente valioso: la resistencia. “A mí me interesaba contar estas historias de la periferia porque es cierto que desde hace tiempo hay historias narradas tanto en la literatura como en series o en películas. Sin embargo, creo que casi siempre esas historias están vinculadas o centradas a mostrar solo la precariedad, la pobreza, la violencia, que es verdad que existe, pero que en mi experiencia de habitar (la periferia), hay otras cosas como la imaginación y la ternura”, dice Del Ángel en entrevista telefónica con EL PAÍS.
¿Y dónde ha encontrado a los personajes de su libro? En sus trayectos de ida y vuelta a la gran urbe latinoamericana o en sus experiencias cotidianas que incluyen viajes inacabables y profundos por el metro de la ciudad. “Yo crecí en el Estado de México, en Naucalpan y, por ejemplo, las rutas de transporte de la ‘señorita S’ [personaje del cuento Relatividad de los caminos], pues es algo de diario, de cuando iba a la universidad o cuando salía”. Y otras son historias provienen de sus recuerdos de infancia, como el caso de un vecino de oficio herrero que cometió incesto y que está dibujado en el cuento Productos para limpieza Lulú.
Periferia nació también como un desahogo o un respiro a la redacción precisa, casi quirúrgica y hasta de pronto tediosa que se teje en los ensayos académicos. Para el año 2020, cuando la pandemia de la covid-19 asaltó a la humanidad, Del Ángel corregía su tesis doctoral. “Y entonces empecé a escribir estos cuentos un poco para distraerme de esa otra escritura”. La poeta no abandonó ni cambió de trinchera, simplemente materializó la necesidad de escribir que le brotó cuando en la adolescencia estudiaba la preparatoria. “No es que cambiara de la poesía a la narrativa, sino que volví a lo que había querido escribir (...). “Antes de Periferia decía que era una cuentista frustrada porque no había escrito esos cuentos”, dice.
El libro “también retrata las masculinidades de la periferia: duras, violentas o siempre insensibles. Y es cierto que hay todos estos rasgos, pero tienen estos arranques de ternura porque son seres humanos. No es lo que vemos en los grandes relatos, por eso me interesaba también contar esta historia”, señala Del Ángel sobre el cuento Desechables, que retrata la historia de dos jóvenes sicarios cuyos sueños están alejados del plomo y la sangre que los circunda.
—¿Y qué le aporta la periferia a Ciudad de México?
“No solo ternura e imaginación, sino mucha fuerza, la fuerza del trabajo y todo lo que eso representa en términos de edificación, de infraestructura, de generación de capital y riqueza. Algo que a mí me gusta mucho de lo marginal y de lo periférico es que casi toda la resistencia viene de ahí. Y, en ese sentido, para mí la resistencia está vinculada con la imaginación y con la ternura, sobre todo cuando hablamos de estos conceptos de ternura radical que no se oponen a las acciones directas que también se hacen desde la periferia”.
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Diana del Ángel, escritora: “La periferia de Ciudad de México no solo es pobreza o precariedad, también es imaginación y ternura”
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