lenny.kovacek
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Una preposición cambia el significado de la frase. No es lo mismo «tener derecho a ser gilipollas» que «tener derecho de ser gilipollas». En el primer caso, la persona en cuestión no tiene por qué ser un cretino. Lo consigue con su comportamiento o actitud. En el segundo caso, sin embargo, es inevitable. Anda el foro revuelto estos días por el despido de Pedro Vallín de 'La Vanguardia', tras comprobar que las amenazas de muerte recibidas eran más humo que una niebla espesa de Norteña. Para quienes no estén informados del todo, el exdirector de cultura del periódico 'La Vanguardia', aficionado a la provocación, publicó hace unos días un mensaje en la red social X que definía a la perfección el uso de la preposición 'de' en la frase anteriormente expresada. Así, el 'irónico' redactor escribió: «Eres valenciano. Mete la cabeza en el wáter y tira de la cadena. Se llama 'dana doméstica'. Lo vas a gozar». Al poco tiempo, un aluvión de críticas y comentarios negativos obligó a 'La Vanguardia' a pedirle a Vallín que eliminara el mensaje. Pocos días más tarde, el periodista denunciaba amenazas de muerte. 'La Vanguardia' pidió a Vallín que demostrara dichas amenazas y, tras comprobar que el peligro estaba tan lejos como su sentido común, le despidieron el día de Nochebuena. Es muy probable que, si a Vallín no le hubieran contestado de todo, 'La Vanguardia' no habría movido un dedo. Lo paradójico de este caso es que el periodista era un fiel defensor de la cancelación, la misma que ha terminado con su contrato en el periódico de la ambigüedad. De hecho, hace un par de años publicó en la red social de Elon Musk que «la cultura de la cancelación no solo es justa, sino que también es beneficiosa. Todo discurso público es susceptible de ser evaluado en público. Quien no pueda soportar los juicios sobres su obra o su desempeño público siempre puede callar». Vamos que parece que Vallín ha sido víctima de su propio discurso. Una muestra más de que estaba equivocado.No soy partidario de que despidan a alguien por su modo de pensar o expresarse. Creo absolutamente en la libertad de expresión, tanto si ofende como si no. En un país libre, el despido de un periodista por decir una barbaridad no es correcto. De hecho, 'La Vanguardia' no le ha despedido por ser gilipollas, sino por inventarse amenazas de muerte. Muchos periodistas y escritores han salido en tromba a defender a Vallin después de burlarse de los afectados por la terrible dana valenciana. Y creo que el problema radica precisamente ahí. Vallín ya era un tipo sin gracia, con un sentido del humor obsceno y desagradable antes de escribir semejante burrada. Pero para 'La Vanguardia', un defensor de la cancelación más sectario que Rafael Alberti , era hasta Nochebuena un digno director de su espacio cultural. Y así nos va. Curiosamente, toda la prole de sincronizada que ha salido a defender a Vallín por esas ficticias amenazas es la misma que ve en Otegui un hombre de paz. Pedro Vallín no es un valiente, ni un cachondo que use el humor plagado de inteligencia. Pero Pedro Vallín tiene derecho de ser gilipollas. Otra cosa es que alguien le pague por serlo.
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