“Demandaremos a quien diga que ‘YMCA’ es un himno gay”: cómo un clásico de Village People llegó a manos de la ultraderecha

swift.seth

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46 años después de su publicación, YMCA de Village People ha vuelto a la actualidad y a las listas de éxitos. Lo ha hecho por partida doble: primero, por las declaraciones del vocalista del grupo y coautor del tema, Victor Willis, de demandar a quien diga que la canción es un himno gay. Y, más sorprendente todavía (o no), por aprobar su utilización por parte de Donald Trump en su campaña presidencial.

En realidad, nada de esto es nuevo. No solo Willis –el cantante afroamericano que se disfraza de policía, y que es heterosexual– viene diciendo desde hace años que no compuso YMCA pensando en el público queer, sino que incluso los dos componentes abiertamente gays del grupo lo han declarado también: el cowboy Randy Jones y el indio Felipe Rose. “Lo que está claro es que había ambigüedad y los autores utilizaban el doble sentido, pero Victor es heterosexual, así que no estaba escribiendo desde nuestro punto de vista. El grupo era sexualmente diverso, al igual que étnicamente diverso”, declaraba Rose en 2014 a The Huffington Post.

Ya antes, en 2007, Willis aseguró que había escrito la letra en Vancouver (Canadá), y que quería reflejar las actividades divertidas que la juventud negra de Nueva York podía realizar en el YMCA (Asociación Cristiana de Hombres Jóvenes), como el baloncesto y la natación. La semana pasada, se mostró aún más airado al respecto. “Como yo escribí la letra y debería saber de qué trata realmente, en enero de 2025, mi esposa comenzará a demandar a todas y cada una de las empresas informativas que se refieran falsamente a YMCA como un himno gay”, aunque también agregó que no le importaba que los homosexuales la considerasen una canción de referencia.

¿Qué hay de fondo tras esta repetida declaración? Todo apunta a un aspecto que la publicista del músico, Alice Wolf, reveló en una entrevista de 2007 en la agencia The Canadian Press: Willis se sentía insultado por la apreciación de que temas como Macho Man, In The Navy, Go West o el que nos ocupa se dirigían al público homosexual, ya que él lo consideraba “un nicho de mercado” que podía rebajar el éxito de su grupo. Según Wolf, de hecho, en 1979 la marina estadounidense estuvo a punto de ofrecerle un cuantioso contrato publicitario para utilizar In The Navy en una campaña promocional, pero al final se torció. Willis culpó entonces a la imagen gay de Village People de arruinar su oportunidad.

La formación original de Village People en 1979 en Nueva York.

Desde ese mismo punto de vista, sería comprensible su beneplácito a que Donald Trump la utilice. Cuando aquello ocurrió por primera vez, en 2020, el compositor amenazó con denunciarlo, molesto con su reacción ante movimientos como Black Lives Matter. El enorme beneficio económico que le ha reportado su uso en la última campaña es lo que le ha llevado a cambiar de opinión. Hablamos, además, de un personaje bastante controvertido, que se ha ido del grupo varias veces, ha estado en litigios durante años con excompañeros por la propiedad del nombre Village People –que, actualmente, le pertenece a él en solitario– y se opuso, por ejemplo, a que YMCA sonara en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Sochi en 2014, en protesta por la política del gobierno ruso contra los homosexuales cuando, curiosamente, sus compañeros de grupo sí querían actuar como una forma de posicionarse a favor de la libertad sexual. También sufrió varias detenciones por delitos relacionados con el consumo de drogas y por un intento de agresión a su pareja. Llegó incluso a aparecer en el programa televisivo America’s Most Wanted.

Entonces… ¿“YMCA” no es un himno gay?​


Hay discrepancias entre los miembros de Village People para responder en esta pregunta. Según David Hodo (el obrero de la construcción), citado en la historia oral de la canción que publicó la revista Spin en 2008, “YMCA ciertamente tiene un origen gay. Nuestro primer álbum (Village People, de 1977) fue posiblemente el álbum más gay de todos los tiempos. Quiero decir, miradnos. Éramos un grupo gay. Entonces, ¿se compuso la canción para celebrar a los hombres gays del YMCA? Sí, absolutamente, y a la gente gay le encantó”.

“En realidad, es la comunidad queer la que otorga el estatus de himno a una canción y la que logra que su impacto no decaiga, trascendiendo generaciones”, indica Núria Martorell, autora del libro ¡Quiero ser libre! Artistas y canciones queer por la libertad y el respeto (Ma Non Troppo, 2024).”YMCA sí era, es y será un himno súper-mega queer, y la insistencia de Willis de desvincularla del universo gay me parece fuera de lugar. La comunidad LGTBIQ+ es la que decide lo que para ellos representa la canción, así que poco tiene que hacer al respecto el autor, por muy poli que sea”, afirma entre risas.

El famoso baile de Donald Trump, consistente en mover apenas los brazos, se hizo famoso durante sus campañas y fue bautizado como 'Trump dance'.

Añade la periodista que “Villlage People es la boy band insignia del movimiento gay, y, si se le asocia directamente al colectivo, es precisamente por esta canción”. Recuerda también que el nombre del grupo “hace referencia al distrito neoyorquino de Greenwich Village, zona clave para el movimiento de liberación queer y donde empezó todo. En una de sus calles, su visionario creador, el productor francés Jaques Morali, descubrió a Felipe Rose, un bailarín que actuaba vestido de indio en uno de sus locales de ambiente. Al resto de los integrantes les fue reclutando después: al cantante Victor Willis tras verle actuar en el musical de Broadway The Wiz; y a David Hodo y Glenn Hughes (el motorista), cuando acudieron y superaron el cásting que organizó después de poner el siguiente anuncio en un diario: ‘Se buscan tipos machos y con bigote’.

“A Village People, al principio les costó salir del gueto de la música disco”, afirma la periodista musical Patricia Godes. “Cuando apareció el primer álbum estaba clarísimo que era un grupo de estudio, y en la portada había figurantes, gente del Greenwich Village”. El sexteto definitivo es el que se dio a conocer en la portada de Macho Man (1978), “hasta que se hicieron masivos con YMCA, que es el momento más interesante de ellos, diga lo que diga Víctor Willis, tan descaradamente gay y tan estructurado en una provocación hacia las masculinidades estereotipadas. Se buscó cómo convertirlo en un grupo, con todos esos profesionales del teatro y de la noche y de la música, con seis cantantes-bailarines y crearle a cada uno su personaje”.

En la historia oral de la canción en Spin, David Hodo recordaba así su génesis: “Era 1977 y salíamos de una sesión fotográfica en la calle 23 de Manhattan. Jacques Morali vio el gran cartel rosa de la YMCA y preguntó qué era eso. Le dijimos que era un lugar al que podías ir cuando llegabas por primera vez a Nueva York y no tenías dinero; podías quedarte allí por muy poco. Y, por supuesto, alguien bromeó: ‘Sí, pero no te agaches en las duchas’. Y Jacques, bendito sea, dijo: ‘¡Compondré una canción sobre esto!’”. En el mismo artículo, Randy Jones lo cuenta de una manera un poco diferente: “Cuando yo me mudé a Nueva York, en 1975, me metí en el YMCA. Llevé allí a Jacques tres o cuatro veces en 1977 y le encantó. Le fascinaba aquel lugar donde una persona podía hacer pesas, jugar al baloncesto, nadar, tomar clases y tener una habitación. Además, yo tenía muchos amigos con los que iba al gimnasio que estaban en la industria del cine para adultos. Él estaba impresionado por conocer a gente a la que había visto en vídeos y revistas. Esas visitas conmigo plantaron la semilla, esa canción surgió literalmente de acudir al YMCA”. “Habíamos finalizado nuestro tercer álbum, Cruisin’, y necesitábamos una canción más de relleno. Jaques compuso la música en 20 minutos, luego se la dio a Victor Willis y le dijo: ‘Completa el resto’. Yo era un poco escéptico con respecto a algunos de nuestros éxitos, pero al primer minuto de escuchar YMCA, supe que tenía algo especial porque sonaba como un anuncio. Y a todo el mundo le gustan los anuncios”, recuerda Hodo.

The Village People, en una formación diferente a la original, en un desfile en Hollywood en septiembre de 2008.

De los clubes de ambiente a las coreografías masivas​


Tanto gustó la canción que, entre 1978 y 1979, llegó al número 1 en 15 países y vendió 12 millones de singles. La propia YMCA intentó demandar al grupo por infracción de marca registrada, pero finalmente sus responsables llegaron a un acuerdo con los compositores y acabaron expresando orgullo por considerar el tema un homenaje a la organización.

Al tiempo, se comenzó a popularizar una coreografía para acompañar a la canción, en la que se representaban con las manos cada una de las cuatro letras de su título. Hay teorías contrapuestas sobre cómo se inventó el baile: hay quien dice que se improvisó en el programa televisivo American Bandstand, pero el cantante japonés Hideki Saijo (que fue número 1 en su país con una versión del tema en 1979), lo reclamó como idea suya. El caso es que el tema, y el bailecito de marras, se convirtieron en acompañamiento habitual de grandes competiciones deportivas. El momento más notorio se dio cuando fue utilizada por los mismísimos Yankees de Nueva York en sus partidos de beisbol. También se usó para un anuncio de Pepsi en 1997, como canción de despertador para la tripulación de un transbordador espacial de la NASA en el 2000, y en 2008 obtuvo el récord Guinness de mayor número de personas bailando una canción (44.000 espectadores al unísono, durante su interpretación en el intermedio de la Sun Bowl, de fútbol americano). En la nochevieja de 2019, el grupo la cantó en Times Square, en Nueva York, y superó de nuevo su propio récord.

De ahí, a la utilización por parte de Donald Trump (junto a Macho Man) para finalizar sus mítines para la reelección de 2020, y para acompañar su última subida al Air Force One antes del mandato de Joe Biden (cuyos seguidores, por cierto, también celebraron la victoria bailando la misma canción). En su campaña de este año, Trump no solo la recuperó de nuevo, sino que incluso se inventó su propio baile (The Trump Dance, lo llamaron).


Igualmente sorprendente es el enorme éxito que la canción ha tenido entre la comunidad judía. Según Roger Bennett, coautor del libro Bar Mitzvah Disco, “YMCA es la canción más importante para entrar en la religión judía tras el tema tradicional hebreo Hava Nagila. Paradójicamente, ninguno de los Village People es judío, pero sí cumplieron una función fundamental, al proporcionar una serie de nuevos modelos a seguir para nuestra juventud. Estábamos bajo una gran presión para convertirnos en banqueros, contables y abogados. Ellos nos abrieron los ojos a otras posibilidades profesionales: policías, constructores, indios extravagantes...”, afirmaba el escritor en Spin.

Y, en esas mismas páginas, Michael Musto, columnista de The Village Voice, sostiene que YMCA “es uno de los muchos fenómenos culturales que comenzó como una broma gay y, con el tiempo, fue despojado de su guiño y absorbido por el público general. La gente que iba a Studio 54 sabía perfectamente que los Village People eran una mezcla exagerada de estereotipos gay que hacían referencia a ese mundo, con alusiones sexuales codificadas y postureo macho. Todos estos años después, el subtexto gay ha desaparecido y ahora es un tema que entusiasma a las multitudes en los estadios de fútbol. Sucede siempre: una canción de apoyo a los oprimidos se convierte en un tema que levanta el ánimo, principalmente porque a los heterosexuales les gusta robar cosas a los gays, quitarles todo el lado aterrador y hacerlos suyos”, escribía este periodista años antes de que fuese Donald Trump quien se apropiara de la canción y, como sostiene Patricia Godes, “también la desvirtuara, al igual que cuando levantó el puño junto a Elon Musk, enarbolando un símbolo de la lucha obrera para celebrar todo lo contrario”.



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