De Patti Smith y Robert Mapplethorpe a Adriano y Antínoo: las ‘Pasiones creativas’ de dos espigadores de la historia del arte

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27 Sep 2024
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Los bustos de Adriano y quien fuera el miembro favorito de su séquito, Antínoo, conviven en la sala 74 del Museo del Prado de Madrid. La voluntad del emperador se sigue cumpliendo 19 siglos después de la muerte de ambos. Cuando su joven amante falleció en las aguas del río Nilo, el césar decidió divinizarlo, construyendo templos en su honor y perpetuando su imagen en efigies y monedas. Lo convirtió en un gran dios del paganismo griego a pesar de ser el único que le rendía un culto auténtico.

La historia de amor entre Bernardo Pajares y Juanra Sanz, dos trabajadores del museo madrileño, se gestó rodeada de los miles de obras que alberga el edificio, entre ellas las dos que recuerdan a Adriano y Antínoo. Su unión y su pasión común dio como fruto el podcast Arte compacto, un rincón que aplica nuevas perspectivas a la Historia del Arte. Esta bitácora sonora combina su intimidad de pareja con un diario de viajes y con la historia detrás de las grandes obras de la pintura, la escultura o la fotografía. Su primer libro común, Pasiones creativas (Aguilar), mantiene esa esencia y aborda 10 episodios de amor, pasión y deseo que han dado significado a grandes obras. “Nosotros reaccionamos al arte como lo hace todo el mundo, desde aquello que te apela, desde tus recuerdos y experiencias”, comenta la pareja en el Museo del Prado. El texto se centra en un aspecto que les atrae irremediablemente: las intimidades, en cualquiera de sus formas, que dan pie a la creación de una pieza artística.

Picasso y Dora Maar, en el verano de 1937.

En sus páginas se preguntan por la creatividad que brotó cuando el amor surgió entre Patti Smith y Robert Mapplethorpe o Cindy Sherman y Robert Longo. Son dos de las relaciones más sanas y fructíferas que aparecen en el texto, mientras que en otras, como la de Pablo Picasso y Dora Maar o la de Edward Hopper y su esposa Josephine Nivison, esos encuentros sentimentales supusieron un gran perjuicio para ellas.

La intención de los autores de Pasiones creativas no es la de cancelar a nombres consagrados. “No estamos capacitados para destrozar el canon artístico y volverlo a escribir, aunque quizá sí para intentar enriquecerlo, recuperando las historias que estaban en torno a sus grandes héroes y a los relatos oficiales”, confiesa Sanz. “En los distintos espacios en los que hemos podido analizar la historia del arte hemos intentado espigar, como diría Agnès Varda, proyectos culturales muy concretos, recuperando aquellas cosas que los demás dejaron atrás. Ahora que hay tantas ventanas de información, tengo la esperanza de que las nuevas generaciones, cuando descubran a Dora Maar, lo hagan como fotógrafa y no como una de las parejas de Picasso”, completa su marido.

Patti Smith y Robert Mapplethorpe, en Nueva York en los años sesenta (imagen del libro 'Éramos unos niños').

El libro también recuerda la autodestrucción de Francis Bacon a través de sus amantes masculinos. Y la tragedia de los fotógrafos Peter Hujar y David Wojnarowicz, 20 años menor que quien era su pareja y mentor. Ambos fueron víctimas de la epidemia del sida en el Nueva York de los años ochenta y noventa, y protagonizaron uno de los capítulos de su podcast que más les costó grabar y que precisamente por eso han decidido recuperar como capítulo final de Pasiones creativas. Cuando Peter enfermó, David lo acompañó aunque ya no fuera su pareja. Y lo fotografió para que, de esa manera, fuera inmortal.

El formato conversacional de su espacio sonoro se convierte en este texto en una suerte de literatura epistolar, en la que uno de ellos desmenuza las consecuencias artísticas de estas distintas conexiones emocionales a lo largo de la historia y el otro interactúa desde el tú a tú con ese microensayo. “Uno entregaba su texto y el otro reaccionaba casi de inmediato a lo leído, para registrar una respuesta lo más fresca y espontánea posible”, explica Pajares. “Como en el podcast, contamos cosas de nuestra vida y también datos históricos sobre los que tienes que documentarte muy bien. Al trasladarlo al negro sobre blanco ha llegado un vértigo que no había sentido antes de esta forma”, admite Sanz. “Hace poco Alejandro Vergara Sharp, conservador del Prado, explicaba que, al dejar algo por escrito, siente mucho más la obligación de que eso sea verdad, aunque también lo sea cuando lo dejas grabado ante un micrófono o una cámara”, prosigue.

Pasiones creativas nació en torno al concepto de amor, pero sus autores decidieron derivarlo al concepto de la pasión “para no llamar amor a algunas de las relaciones tóxicas que aparecen en el libro”, dice Sanz. “Y porque la oscuridad es igual de poderosa a la hora de inspirar arte”, defiende. Y es que el amor no es un tema primordial en la pintura que puede verse en el Prado, al “estar más centrado en el arte oficial, encargado por la iglesia y el poder”, apunta la pareja, y en el que predominan, por tanto, asuntos religiosos y gestas bélicas. Pero, aunque no haya sido un asunto muy explorado de forma tan activa hasta un pasado reciente, “un simple retrato puede esconder mucho amor, como el que Anna Klumpke hizo de Rosa Bonheur”, recuerda Pajares. Quizá la relación entre las dos pintoras de pie a un segundo volumen de estas pasiones creativas.

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