De Martes y Trece a LalaChus y Broncano: el reto de las campanadas de fin de año

kertzmann.delta

New member
Registrado
27 Sep 2024
Mensajes
56
broncano-y-lala-chus-en-la-revuelta.jpeg

Google ya describe a LalaChus como una TV Personality. Ella, que triunfó porque hablaba de la tele desde las redes sociales con una comedia que nos permitía reírnos de nuestra propia adolescencia. Ella, que perdió tantas veces su cuenta de Twitter por desactivarnos recuerdos compartidos a través de vídeos repletos de derechos de autor. Ella, con su robot Emilio y con su vintage anuncio de Pryca, banda sonora de su vida.

Y, de repente y con tanto camino recorrido a la vez, LalaChus presentará las campanadas junto a David Broncano. Dos cómicos que han venido a jugar, que dirían unos concursantes del Un, dos, tres... responda otra vez a Mayra Gómez Kemp. Dos cómicos en la emisión de las doce uvas que el estruendo de la Puerta del Sol no hace tan fácil como parece, pero andaba falta de imprevisibilidad más allá de un vestido. De hecho, la propia RTVE con los años había ido ganando complejos institucionales en un cambio de año que permite lanzarse a la creatividad. La emisión se ponía demasiado intensa, olvidando el legado de su primer gran punto de inflexión.

Todo cambió con Martes y Trece, que tras el Telepasión original, llegaron dispuestos a revolucionar la emisión del salto de 1990 a 1991. Lo hicieron con un magistral instinto del show. Dejaron atrás las solemnes, estáticas y oficiosas presentaciones institucionales, esas que repiten automatizadamente tópicos manidos que en realidad no dicen absolutamente nada, e hicieron pura comedia: la que parodia con surrealismo hasta los protocolos absurdos. Incluso cuando acabaron de sonar las campanadas y Millán soltó un "pero, ¡cuándo empiezan las uvas!".

La mejor tele es la que se ríe de sí misma. Fue una emisión sublime por dinámica, próxima y ácida. Nadie se disfrazaba de lo que no era. Y la televisión pública se atrevió a convertir en sketch la estampa de la celebración del fin de año. Algo había evolucionado. La emisión de las campanadas dejaba de ser un rígido discurso oficioso para ser un show de entretenimiento cómplice. La emisión se convertía en un programa con carácter, pero con la mayor congregación de audiencia de los doce meses.


Hasta entonces, hasta Martes y Trece, ni siquiera se veía en pantalla a los presentadores del fin de año. En los primeros tiempos, el despliegue técnico de TVE se limitaba a la señal del reloj de Sol. El presentador no salía delante de cámara. Simplemente se escuchaba una locución. Algunas locuciones más sonadas, como cuando Marisa Naranjo dejó al país compuesto y sin uvas. El ruido de la plaza le impidió escuchar al reloj. Otro año las instrucciones del cambio de año fueron contadas por Javier Sardá y el Señor Casamajó. Ahí TVE no se quedaba en la repetición y apostaba por los creadores que estaban despuntando en pantalla.

Ya después del gran giro Martes y Trece, hubo otro impulso cuando llegó Ramón García (y su icónica capa). Él fue pionero, con ayuda de los realizadores de TVE, en revolucionar la liturgia de presentación del histórico reloj de la Puerta del Sol para que el espectador no se perdiera y con un simple golpe de vista entendiera los pasos a seguir. Se terminó con una retransmisión visualmente caótica y se estructuraron los tipos de planos de la emisión, casi de la misma forma con la que se explicaban las pruebas de ¿Qué apostamos?. Se incidía antes cómo íbamos a ver el momento estelar. Ramón explicaba cómo iba a ser la imagen de la bajada de carillón con un plano descendente de la bola dorada, los cuartos se remarcaban con un zoom que se acercaba al reloj (subrayando que era inminente el momento álgido) y las campanadas se potenciaban con un apoteósico plano corto del reloj, que hacía gigantes a sus agujas. La base de esta fórmula se sigue utilizando en TVE aún hoy: es la más efectiva a nivel visual y, desde entonces, ningún presentador se ha perdido.

¿Cuál será el siguiente paso de Las Campanadas? Es hora de jugar. Toca volver a relajar tópicos readquiridos como hicieron aquellos Martes y Trece en su 'prime'. ¿Jorge Ponce en la plaza con la gente? ¿Conexión en directo con la casa de algún colaborador de La Revuelta? Lo que está claro es que LalaChus y Broncano llegan justo cuando las campanadas sonaban a inercia. Ya podíamos pronosticar qué iba a pasar. Hasta nos imaginamos perfectamente a Cristina Pedroche envuelta como un regalo antes de enseñar su traje con un compromiso social forzadísimo. Un fenómeno que surgió de forma casual al auparse el interés por una emisión menor en La Sexta y que definió como el poder de una imagen que se convierte en meme puede generar tal 'boca a boca' social hasta transformarse en una infalible tradición. Porque las tradiciones más enérgicas son las que despiertan el morbo de la expectativa. Pero en tele, como en la vida, los personajes hay que ir evolucionándolos, deben ir creciendo sin quedarse atascados, o el personaje acaba engullendo a la persona.

LalaChus y Broncano tendrán que llevar un guion claro para no perderse en el caos del ruido de la plaza. Como siempre, vamos. De ahí protagonizarán memes para la posteridad, aunque hagan lo que hagan ya traen un valor seguro desde la casa de sus padres: son fans de la historia de la tele. En cada uno de los pasos mediáticos que dan hay siempre latente un respeto a la historia televisiva de la que no paran de aprender. Y eso les hace indestructibles, pues les ha permitido entender que el bullicio del éxito pasa, queda la espontaneidad de poder disfrutarlo en vivo y en directo. Hasta cuando te otorgan la responsabilidad de presentar desde un balcón de la Puerta del Sol.

 

Miembros conectados

No hay miembros conectados.
Atrás
Arriba