ellie.bergstrom
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Pasó de largo. Muchos valencianos cruzaron ayer los dedos para que el gordo de la Lotería Nacional cayese en la Comunitat, especialmente entre los que luchan cada día por salir adelante después de la terrible riada del 29 de octubre. Algo cayó, pero no lo suficiente. Así que toca esperar al Niño o a Europa, si es que el Gobierno de la nación hace los deberes y pone todo su esfuerzo en algo que no sea su mera supervivencia.
Noto hastío y cansancio entre los que me rodean. Y resignación. Motivos tienen. Si uno sigue la prensa o ve los telediarios, es para meterse a cartujo o a carmelita descalza. La semana pasada, sin ir más lejos, sus señorías despidieron el último pleno del año en Les Corts con una bronca que sus votantes no merecen. Eso por no hablar de lo que ocurre en Madrid, donde los escándalos que rodean al Gobierno de la nación agravan su miopía.
Si pasamos a las páginas económicas, las perspectivas que se ciernen sobre la Comunitat por el funesto 29 de octubre no son muy halagüeñas. Y si a esto sumamos los problemas y retrasos de las ayudas que sufren los afectados de la riada es para indignarse.
Así que no es de extrañar que los valencianos hayan decidido que la clausura es para otros y hayan decidido responder de la misma manera que han hecho siempre en Navidad, saliendo a la calle y socializando con el de al lado. Este pasado fin de semana no cabía un alfiler en el centro de nuestras ciudades. Las tiendas, los bares y restaurantes estaban llenos. Hasta los turistas han vuelto. Cuesta pensar que a pocos kilómetros del centro de Valencia los municipios damnificados viven una realidad muy distinta, pero es comprensible que los valencianos se den una tregua mientras continúan ayudando. Es necesario. Son fechas que devuelven la esperanza, tenga uno o no fe en Dios. Tengan ustedes una muy feliz Navidad.
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