Adam_Maggio
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La Südtribüne del Signal Iduna Park intimida. Ese Muro Amarillo (Die Gelbe Wand) de 100 metros de ancho, 52 de largo y 40 de alto; con una inclinación de 37 grados; y con capacidad para unos 25.000 espectadores, que, como si fuera poco, (casi) nunca dejan de cantar, puede asustar a cualquiera. No lo hizo, sin embargo, con el Barcelona de Hansi Flick, tampoco con Dani Olmo. Después de cuatro años en la Bundesliga, en los que marcó 29 goles y repartió 34 asistencias en 148 partidos con la camiseta del RB Leipzig, el 20 azulgrana era el señalado por Hansi Flick para tomar el mando del juego del Barça en la casa del Dortmund. No falló. Hasta que Olmo estuvo en el campo el Barça controló el cuero. Después, en el golpe por golpe, apareció el olfato goleador de Ferran Torres.
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