Clementina_Walker
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Dice un proverbio árabe que con paciencia y buen humor se puede cruzar cualquier desierto. Los miembros del Astara Team emplearon una buena dosis de ambas con el grupo de periodistas que vivieron en primera persona el último test de Laia Sanz y Patricia Pita antes del Dakar. En un escenario impactante, el mar de dunas del desierto marroquí de Merzouga, hubo tiempo para comprobar cómo se las gasta el Astara Concept 02, el vehículo con el que ambas pilotos afrontarán el raid por excelencia. Pero también para sentir en la propia piel como es el día a día de los dakarianos, los retos a los que se enfrentan durante la carrera y la fenomenal convivencia que se genera entre ellos.Astara entró en la historia del Dakar hace dos años al convertirse en pionero en utilizar biocombustible sintético, lo que les permitió pasar a ser el equipo más sostenible de la prueba. Este año aumentan la apuesta y tratarán de terminar con emisiones neutras, eliminando la huella de carbono. Esa exigencia no limita su competitividad, ni mucho menos. Los coches que partirán el próximo 5 de enero desde el campamento de salida en Al-Ula son una evolución del Century CR6T, un robusto 4x2 que, por su rendimiento, se ha convertido en uno de los prototipos preferidos para cualquier privado. La novedad es que este año montará un motor V6 con doble turbo con el que aspiran a ser más agresivos. El rugido de ese motor al encenderse es la primera señal de que la experiencia va a ser insuperable. En el interior del habitáculo espera Laia Sanz , la encargada de dirigir la montaña rusa. Acoplarse al asiento ya resulta una odisea porque el espacio no abunda. El HANS obligatorio limita también los movimientos de la cabeza. Con todo, la sensación de agobio pasa rápido. O tal vez es que es sustituida por otras emociones más intensas. El coche sale del vivac derrapando y se aleja dejando una espesa polvareda. Laia está contenta con el cambio. El coche sigue lejos de poder plantar batalla en la general a los T1+, los 'pata negra' de los equipos oficiales, pero el nuevo propulsor si está para dar alguna sorpresa en cualquier especial en la que acompañe la fortuna.Laia, precavida, pregunta al copiloto hasta dónde llega su atrevimiento. Y señala a la duna más alta. No hay miedo. O hemos venido a jugar, que diría otro. La subida hay que afrontarla de lado, en una marcha baja y a una velocidad constante. El freno está prohibido si uno no quiere meterse en problemas. El momento más peliagudo se produce al llegar a la cresta. Solo alguien experimentado es capaz de cruzar ese umbral con determinación. Son segundos eternos en los que solo se ve el cielo y no se tiene ni idea de lo que se va a encontrar uno detrás.Superada la primera prueba, el coche vuelve a la 'tierra'. Es en los caminos, estrechos y llenos de peligros (árboles, rocas, saltos...), cuando se saca todo el potencial del vehículo. La experiencia alcanza otra dimensión igual de apasionante y retadora.Apenas diez minutos de recorrido son suficientes para comprobar la dureza de cualquier especial de 500 kilómetros. A veces en solitario; otras, rodeado de rivales a los que hay que ubicar, sortear e incluso engañar. Habrá oportunidad de comprobarlo al día siguiente, cuando uno mismo se sienta dakariano por un día y confirme lo complicado que resulta una simple travesía de solo veinte kilómetros. Entre medias, habrá que descifrar un 'roadbook' plagado de peligros, desvíos y señales y arremangarse fuera del coche para sacar arena a brazos llenos de debajo de las ruedas tras haber encallado. Diego Vallejo, experimentado copiloto, campeón de España de rallys y siete veces 'finisher' en el Dakar, actúa de sufrido maestro de ceremonias de esa parte de la experiencia. «La regla número uno: la prisa mata». Parece una incongruencia, pero cualquier dakariano la lleva a rajatabla. La segunda regla también es contundente: «Al desierto entramos juntos y salimos juntos». Lo que, en esencia, pone en valor el carácter humano de una carrera en la que ayudar al prójimo debe estar por encima del resultado. Sin Vallejo, Maurizio Guerini y Paolo Boggioni -copilotos estos de Laia Sanz y Patricia Pita-, algunos seguiríamos dando tumbos por el desierto marroquí.MÁS INFORMACIÓN noticia Si El matrimonio español que manda en el Dakar noticia No Así se prueban los coches que irán al Dakar 2024 noticia No Fernando Alonso: «Volveré al Dakar al 99%»Aún queda lo mejor. No hay final de etapa completo si no es al calor de una hoguera en el desierto, cuando cae la noche y el frío se mete por el cogote. Brahim, guía y conseguidor local, que pasa las dunas mejor que muchos dakarianos, pone los víveres. El sol se oculta y los sueños se disparan. El Dakar, la carrera que roba almas, está a la vuelta de la esquina.
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