Cuando todo es barro

uswaniawski

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La enseñanza de las Humanidades está en declive. Una pena porque los clásicos siempre son una referencia que puede iluminar nuestras vidas. Aristófanes escribió cuatro siglos antes del nacimiento de Cristo: «Ciegos humanos, semejantes a la hoja ligera, impotentes criaturas hechas de barro deleznable, míseros mortales que, privados de alas, pasáis vuestra vida fugaz como vanas sombras o ensueños mentirosos».El vínculo entre la naturaleza humana y el barro al que alude el comediógrafo griego impregna las páginas de la Biblia. El Génesis establece que Dios creó a Adán del barro y luego le insufló vida. El Gólem, según la tradición judía, fue modelado por un rabino y luego una chispa divina lo convirtió en un hombre. Luego, durante la Edad Media, el barro fue asociado al pecado y la caída en la tentación.No deja de resultar llamativo que en nuestro tiempo el lodo sea asociado a un poder curativo y que incluso en algunas obras de arte revolverse en el fango aparezca como un signo de liberación. Pero es también asociado a la corrupción, a la podredumbre y a la devastación.El barro sirve para modelar bellas piezas de cerámica. Es una materia prima de artistas que lo moldean. Pero la palabra, cuando se utiliza en la política, tiene unas connotaciones peyorativas. Sánchez acusa a la derecha de funcionar como una maquinaria de fango. Se ha vuelto un lugar común decir que la política española es un lodazal, palabra con numerosos sinónimos.Al Rey, a Sánchez y a Mazón se les arrojó cieno en su visita a Paiporta. Y escuchamos continuas alusiones al barro en la última sesión del Parlamento valenciano. Lo que me recordó una frase de Delibes que decía que el hombre busca siempre un chivo expiatorio para eludir «la ruindad de sus barros».Esta cita del escritor vallisoletano es muy útil para entender lo que está pasando en la política en nuestro país desde hace un tiempo. Los dirigentes de los partidos se echan barro unos a otros para distraer la atención sobre sus responsabilidades. Nadie reconoce errores y, si los hay, la culpa es del otro.Mazón escribió el viernes una de las páginas más negras de la historia reciente de España, pero el Gobierno de Sánchez no puede dar lecciones de nada porque también es responsable de la catástrofe por inacción y omisión. Teresa Ribera deberá explicar por qué estaba en Bruselas en lugar de en su despacho cuando el barranco del Poyo llevaba tanta agua como el Nilo.El limo es una maldición que evoca la catástrofe de Valencia, ha destruido enseres y haciendas e impide normalizar la vida cotidiana. Y, a la vez, es una metáfora de cómo funcionan la política y los resortes mentales de nuestros dirigentes. El lodo es el espejo de su miseria moral . Desgraciadamente resulta mucho más fácil limpiar el barro que las almas.

 

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