‘Creatura’: impactante estudio sobre la naturaleza y la práctica del deseo femenino

elinore83

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¿Dónde, cuándo y por qué nace el deseo sexual? ¿Cómo se desarrolla la excitación? ¿En qué momento de nuestras vidas somos conscientes de lo que nos está ocurriendo? ¿Cómo se convierte en plena? ¿Por qué de ese determinado modo y no de otro? ¿Qué condicionantes físicos, familiares, generacionales, sociales, culturales y de género provocan que ese deseo parta, se explore y se consuma de una forma y no de otra?

Las preguntas que plantea Creatura, la fascinante y formidable segunda película como directora de Elena Martín, son de una abrumadora complejidad. Lo son en el aspecto científico y en el sociológico, y por supuesto también en el cinematográfico. ¿Cómo se pergeña, se cuenta y se filma todo eso? Lo que ha hecho esta aún joven cineasta y actriz, de 31 años, tiene una relevancia artística de enorme enjundia. De su envergadura personal se encargará cada espectador a la salida del cine, sea hombre o mujer, porque esto nos atañe a todos. De hecho, quizá el título debiera haber sido “del deseo de una mujer”, y no “del deseo femenino”. Porque, aunque en la mujer y en los hombres haya modelos y arquetipos del deseo, cada mujer lo es de un modo diferente (igual que los hombres), y cada ser humano se topa, y seguramente se tropieza, a lo largo de su vida con la excitación y con su práctica a través de formas particularmente distantes.

Creatura no es una obra de tesis (y está bien que sea así), pero despliega un amplio y ambicioso abanico por medio de un único personaje: en la edad adulta, durante la adolescencia y con el tabú de la excitación infantil. El misterio del deseo y su reflejo en el cuerpo y la mente, a lo largo de tres etapas que se van intercalando con naturalidad y exactitud en el guion de la propia Martín y de Clara Roquet, su compañera de escritura. Sin otorgar respuestas, porque no las hay, pero acercándose sin freno a la existencia de esta mujer en crisis de pareja por culpa de la falta de conexión en el sexo, que no tiene más remedio que volver la vista atrás —a los 15 años, y a los cinco—, a los momentos en que comenzó a sentir ese deseo, intentó desarrollarlo, y su propio cuerpo reaccionó de una forma extraña y antinatural que ahora se repite: una urticaria severa, producto de la somatización.

Filmada con elegancia, pulcritud y no por ello sin explicitudes, acompañada de una puntual banda sonora envolvente y disonante, la película puede ser incómoda para algunos, pero será reveladora para la mayoría. De las mujeres y de los hombres, que se verán reflejados en actitudes, frases y circunstancias que incluso servirán de recuerdo de aquello que sintió y nunca ha sabido explicar. Con cierto simbolismo, sobre todo en sus últimas imágenes, pero reflejando con concreción la materialización física de la excitación de un modo maravillosamente cotidiano.

Martín, también actriz protagonista, que debutó tras la cámara con la excelente Jùlia Ist en 2017, y que interpretó un corto con el que Creatura podría formar un interesante tándem, Suc de síndria, alrededor de la recuperación del cuerpo, la mente y el deseo tras una agresión sexual, tiene la valentía de llegar a extremos muy ásperos, pero reconocibles, en torno a la atracción, el cariño, la excitación y la culminación de la pasión en todas las edades. Y ahí también tiene una importancia primordial el papel del hombre, casi siempre confuso, algunas veces cómplice, otras tantas insultante (“No sabía que eras tan guarrilla”), ante las enigmáticas derivas de una mujer compleja.

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