torphy.jarret
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El miedo a una guerra nuclear está nuevamente alimentado tras las amenazas de Rusia de escalar a una tercera guerra mundial por el lanzamiento ucraniano de misiles de largo alcance ATACMS y Storm Shadow, fabricados por EE UU y Reino Unido, respectivamente. Es real el miedo a que la escalada bélica lleve -como ha amenazado el presidente ruso en más de una ocasión- al uso de armas nucleares.
En redes sociales se ha difundido un vídeo que muestra cómo sería una explosión nuclear según una recreación con realidad virtual. ¿Cómo serían los primeros instantes tras una detonación nuclear? ¿De qué manera irían transcurriendo los minutos, las horas y, por tanto, el riesgo?
Para descubrirlo seguimos el relato de la guía redactada por la Federal Emergency Management Agency (FEMA), la agencia del Gobierno de Estados Unidos dedicada a las emergencias y también a una de tipo nuclear. El contexto es el de una ciudad (norteamericana en este caso) que sufre un impacto nuclear y nosotros somos parte del cuerpo de bomberos.
Minuto 0
Vamos en coche por una calle de la ciudad cuando el misil con ojiva nuclear explota. El destello nos ciega por completo. El campo de visión es blanco brillante. Frenamos. El coche se tambalea. Sentimos que nos arden las manos, el cuello y la cara. Nos agachamos instintivamente bajo el salpicadero. Recuperamos la visión y escuchamos un ruido abrumador. Las ventanillas se rompen y el coche da bandazos.
El destello nos ciega por completo, el campo de visión es blanco brillante: sentimos que nos arden las manos, el cuello y la cara
Los primeros segundos de la explosión son los más críticos. La bola de fuego causada por la detonación nuclear se expande a su máximo; el pulso térmico causa incendios y destrucción en los alrededores. La potente onda expansiva sobrepasa el primer kilómetro en pocos segundos. En el área del epicentro de la explosión no hay supervivientes, ni siquiera un edificio en pie.
Se estima que una explosión nuclear de mil kilotones podría producir quemaduras de tercer grado a hasta 8 km de distancia; quemaduras de segundo grado, a hasta 9 km de distancia; y quemaduras de primer grado a hasta 11 km de distancia.
Tara Drozdenko, directora de la Unión de Científicos Conscientes, calcula que en una ciudad de unos 700.000 habitantes, una sola detonación nuclear mataría a unas 300.000 personas y dejaría malheridas a otras tantas.
Minuto 1
Recuperamos la visión y el oído. Estamos confundidos: el coche no está en llamas, pero hemos sentido que se nos quemaba la cara. Intentamos llamar pero nuestro móvil no da señal: no hay red ni cobertura.
Minuto 2
En un edificio de oficinas, todo tiembla y los cristales de las ventanas se rompen. Las luces parpadean, los televisores se quedan sin sonido y las radios se callan. Se va la luz. Entran en funcionamiento los generadores de emergencia, pero el pulso electromagnético generado por la detonación nuclear ha dejado inservibles la mayoría de los dispositivos. Al mirar por la ventana vemos una enorme columna de humo que se elevaba sobre el horizonte de la ciudad. Desde la altura se observan atascos y accidentes. Las carreteras están intransitables.
Minuto 3
Una gran nube se cierne sobre el centro de la ciudad. Es de color rojo, negro y marrón, pero distinta de la columna de humo de un incendio. Intentamos hablar por la radio de bomberos. No funciona. La reiniciamos. Finalmente, al otro lado alguien nos escucha. "Suponemos que se trata de una detonación nuclear y actuamos de acuerdo con nuestro protocolo". nos dicen.
Una gran nube se cierne sobre la ciudad: es de color rojo, negro y marrón, pero distinta de la columna de humo de un incendio
Eso significa que nos refugiaremos en la estación, controlaremos los niveles de radiación con nuestro equipo de detección, evitaremos las operaciones al aire libre durante varios minutos y cada media hora contactaremos con la coordinación de emergencias.
Minuto 4
Los riesgos inmediatos de la explosión nuclear son la lluvia radiactiva y el fuego. La mejor protección contra esa lluvia es refugiarse, pero la mejor estrategia para la evolución de los incendios es la evacuación. Una nube blanca en la parte superior nos indicará una lluvia radiactiva mínima, pero una nube oscura -como la que hemos visto- significa niveles de lluvia radiactiva significativos.
Minuto 5
Nuestro jefe de bomberos no puede contactar con sus superiores. Toma la decisión de distribuir inmediatamente un aviso de refugio a todos los teléfonos móviles, radios y emisoras de noticias en un radio de 80 kilómetros. Para ello utilizamos la red de la FEMA (sería la de Protección Civil en España) y el servicio de comunicación de emergencias de la ciudad.
Para protegerse a sí mismo y a su familia, métase en un interior, permanezca dentro y esté atento a más información"
"Este es un mensaje de la Agencia de Gestión de Emergencias. Se ha producido una explosión nuclear. Para protegerse a sí mismo y a su familia, métase en un interior, permanezca dentro y esté atento a más información. Diríjase al nivel más bajo/la parte más interior del edificio si es posible. Siga las instrucciones de los funcionarios: esto puede salvar su vida", dice el texto.
Minuto 10
A 80 kilómetros de la ciudad, un responsable de emergencias recibe el mensaje y también la confirmación de que ha sido un ataque nuclear. Comienza a movilizar a su personal. Manda un mensaje de texto: "Ha ocurrido una explosión nuclear. Si se encuentra en un radio de 80 km, métase en un sótano o sala central de cualquier edificio cercano. Quédese dentro y permanezca en sintonía para más información. No abandone su refugio a menos que los funcionarios den otras instrucciones o su refugio esté amenazado por el fuego o el colapso".
Minuto 180
Puesto que la infraestructura de comunicación está limitada en la zona de la explosión, el servicio de emergencias obtiene información con radios. Eso se limita a parques de bomberos, comisarías de policía y hospitales. Así obtienen informes sobre el número de víctimas, los daños causados por las explosiones, los incendios y los índices de exposición a la radiación.
Si se encuentra en un radio de 80 km, métase en un sótano o sala central de cualquier edificio cercano"
Según pasan los minutos, queda claro que los daños más graves se han producido en una zona de aproximadamente un kilómetro de ancho alrededor del centro de la ciudad. Allí no hay supervivientes. No tenemos información en un radio de casi un kilómetro.
Minuto 200
Al cuartel de bomberos llegan personas heridas, en su mayoría con lesiones que no ponen en peligro la vida, como cortes y contusiones. Personal médico establece un triaje y traslada a los heridos graves a hospitales.
Las lecturas de radiación en el exterior siguen altas, pero muy por debajo de los límites que requerirían que siguiéramos a refugio. Parte del equipo de bomberos se traslada hacia la zona más afectada por a lluvia radiactiva. Finalmente, la carretera se vuelve intransitable. Establecemos líneas de defensa y un corredor de evacuación.
Al movernos hacia el centro de la ciudad la radiación se acerca ya a niveles peligrosos. Más allá no habrá seguridad. Además, la posibilidad de supervivientes es casi nula. Alrededor, edificios en llamas, seguramente con personas refugiadas y muchos heridos. No tenemos tiempo ni recursos para llevar a cabo operaciones de búsqueda y rescate casa por casa. Emitimos un mensaje a viva voz: "Esta zona no es segura y deben evacuar".
Minuto 240
Cuatro horas después de la detonación nuclear, las autoridades establecen una instalación operativa en un centro de convenciones fuera de la ciudad. Los distintos organismos aportan y comparten toda la información.
Durante las siguientes 72 horas, llegará una cantidad considerable de recursos de del resto del país
Se decide no actuar en la zona del epicentro de la explosión. Se sigue instando a los equipos de respuesta y a la población para que sigan refugiados si se encuentra en zonas en las que los niveles de radiación sean peligrosos o cerca de ellas.
Las carreteras siguen bloqueadas y no hay electricidad en toda la región. Así que el restablecimiento de las infraestructuras críticas es la prioridad inmediata. Durante las siguientes 72 horas, llegará una cantidad considerable de recursos del resto del país para apoyar a la ciudad afectada por el ataque nuclear.
El hongo nuclear, la imagen más terrible
Una nube de hongo u hongo nuclear es la que se forma por la explosión nuclear con humo, llamas o escombros. Tras la detonación, la bola de fuego se eleva en el aire, regida por los mismos principios que los globos aerostáticos.
Cuando la detonación es suficientemente baja las corrientes de aire succionan también polvo y escombros del suelo, formando el tallo de la nube de hongo. Las cabezas de las nubes consisten en partículas altamente radiactivas y otros productos de la fisión. Las nubes de hongo a menudo están acompañadas de nubes de vapor efímeras.
Las consecuencias de una bomba nuclear dependen no sólo de su potencia sino también de la forma en que se detona. Si el arma impacta en tierra, la explosión produce más lluvia radiactiva al arrojar tierra y otros materiales a la atmósfera. Pero detonada en el aire la zona de destrucción sería mucho mayor, además de que podría mandar materiales radiactivos a una altura en la atmósfera de hasta 80 kilómetros.
Con una bomba nuclear de sólo un megatón, la velocidad del viento tras la explosión podría alcanzar los 756 km/h
¿Qué probalidades tenemos de sobrevivir a una explosión de este tipo? AsapSCIENCE lo ha analizado para el caso de la explosión de una muy modesta bomba nuclear de sólo un megatón (80 veces más potente que la de Hiroshima).
Según este estudio, del que se hace eco Science Alert, quienes estuvieran a 8 kilómetros de distancia podrían sufrir quemaduras de tercer grado, pudiendo llegar a causar la muerte si estas afectan a más del 24% del cuerpo.
Hasta los 11 kilómetros, podrían sufrir quemaduras más leves. A las personas que estuvieran en un radio de 21 kilómetros a la redonda les afectaría la ceguera repentina. La luz de la detonación alcanzaría 85 kilómetros.
Además, generaría una onda expansiva que produciría 180 toneladas métricas de fuerza en los primeros 6 kilómetros y la velocidad del viento podría alcanzar los 756 km/h, pudiendo aplastar objetos y derribar edificios.
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