Congreso Federal, colapso moral

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«Cuando un hombre se derrumba con su sistema, la caída es definitiva». Lo anotó Mussolini tras su defenestración en el Gran Consejo Fascista de 25 de julio de 1943. El Duce había sido derrotado por diecinueve votos frente a ocho y una abstención. En pocas horas se derrumbaba un Régimen de veinte años. Entre los camaradas que lo depusieron, De Bono, Bottai, Grandi, o su propio yerno, el conde Ciano. Antonio Scurati recrea el episodio en 'M. La hora del Destino' (Alfaguara), cuarta entrega de su biografía novelada del dictador. «Ya no se trata de 'traicionar' o 'no traicionar', sino de tener el valor de confesar la traición que él ha cometido, consumada día a día, desde la primera decepción hasta el colapso moral», consigna Bottai en su Diario la víspera del Gran Consejo. El cabecilla de la rebelión es Dino Grandi, el hombre que pasó de la reticencia ante la Marcha sobre Roma a la adhesión inquebrantable a Mussolini. Scurati lo describe: «Inteligente, con cierta confusión ideológica pero políticamente astuto… Espera de manera oportunista la evolución de los frentes de guerra». Y la guerra va muy mal en todos los frentes. Los aliados penetran por Sicilia. Mientras el pueblo sufre, Marcello Petacci, hermano de Clara, la amante del Duce, prospera en la corrupción: «El verano pasado se vio contaminado por los residuos tóxicos de un escándalo, dañándolo quizá de forma irreparable… Han salido a la luz una serie de trapos sucios; desde la especulación sobre el petróleo rumano hasta el multimillonario comercio del estaño: hidrocarburos, zinc, platino y cobre, latas de sardinas y packs de cacao; repugnantes ganancias gracias al tráfico de mercancías ahora preciosas a causa de la guerra y obtenidas gracias a las excepciones gubernamentales as productos prohibidos o racionados», escribe Scurati. ¿Nos suena?Este fin de semana, Pedro Sánchez, será encumbrado en su Congreso. ¿Estamos comparando al partido de una democracia con elecciones libres con el Partido Fascista? De ninguna manera, aunque el cesarismo de Mussolini invite a establecer paralelismos con Sánchez. La España de 2024 no está perdiendo una guerra a la que la condujeron los delirios imperialistas de un dictador. Lo que sí padece España es la corrupción de sujetos aledaños del gobierno. Demasiados «marcellos petaccis» en torno al partido que blasona de «limpio». ¡El de los «cien años de honradez»! ¿Nadie impugnará al propagador de mentiras que ha llevado a este colapso moral? ¿Ningún Grandi en la sombra? No lo parece. Los partidos que le prestan apoyo parlamentario mantendrán al presidente que cede a sus chantajes. Pasarán de socios a cómplices; pero eso, a los enemigos del Estado -el «régimen del 78»- que horadan día a día, no les preocupa. Sánchez será, todavía más, su rehén.La diferencia entre el Gran Consejo y el Congreso que loará a Sánchez radica en los negros uniformes, no en la uniformidad acrítica. Será en Sevilla, hoy capital de la derrota del «no pasarán». La Andalucía de los eres que dominaron tres décadas, cabeza de puente de la derrota socialista. No, Sánchez no es Mussolini, pese a su cesarismo; tampoco el PSOE, es el Partido Fascista, aunque el gregarismo monocorde de la militancia lo pueda sugerir. Noticia Relacionada Editorial opinion No Un congreso bajo sospecha Editorial ABC La ausencia de asuntos como la amnistía, la plurinacionalidad o la financiación catalana, dejan campo libre para la exaltación del líder y el blanqueamiento de su cuestionado entornoCuando las urnas derrumben a Sánchez caducará un sistema. La caída definitiva: sin manual de resistencia. El sexenio sanchista ha salido muy caro al PSOE; también a la democracia española. La tierra baldía socialista no será, por mucho tiempo, alternativa de gobierno. El lema del Gran Consejo Progresista, ¡perdón! del Congreso Federal, es «España adelanta por la izquierda». Habría quedado mejor «Creer, obedecer y combatir». Menudo trompazo se van a dar.

 

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