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CONCHITA MARTÍNEZ
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El recorrido profesional que ha hecho Rafa Nadal era inimaginable, y quien diga lo contrario seguramente miente. Podíamos sospechar que iba a ser bueno, incluso muy bueno, pero no que llegaría hasta donde lo ha hecho ni que tendría una regularidad de ese calibre en los resultados. Lo que él ha hecho año tras año y durante tanto tiempo es, sencillamente, impresionante. Aunque quede ya lejos, recuerdo a ese chico tímido y todavía por definir que aterrizó en el circuito con mucha hambre, que no daba una sola pelota por perdida, que tenía una excelente movilidad de pies y al que no se le podía dejar una sola bola corta porque, si el rival lo hacía, lo pulverizaba. Era como un remolino: pura energía, todo ímpetu. Puro espíritu.
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