¿Cómo evitar los malos rollos con mi pareja en Navidad?

Vicky_Daniel

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Estamos en plena cuenta atrás para que den comienzo las celebraciones navideñas y, si este tipo de reuniones no siempre son tan idílicas como las romcoms nos quieren hacer creer; cuando además se está en una relación, es caldo de cultivo de conflictos.

Y es que por mucho que nuestra pareja sea fantástica, el estrés de las fiestas (con su carga de trabajo correspondiente), el reparto de los días festivos o pasar tiempo con las personas que no se ven habitualmente, son algunos de los motivos que pueden causar roces.

Cuando pregunté en mi Instagram (que por cierto, puedes seguirme aquí) cuál es el motivo por el que más discuten en esta época con su pareja, la respuesta fue unánime: con quién pasamos las fiestas.

El desacuerdo puede darse por un sinfín de razones: preferencias por uno u otro lado, distancias… Pero sí que la decisión final debería tener en cuenta que ambas personas quieren compartir tiempo con sus seres queridos. Y que aunque la relación no sea igual de cercana, hacer el esfuerzo por la pareja, es algo que se valora.

Esto, siempre y cuando la premisa sea la de una relación convencional, es decir, donde puede haber mayor o menor afinidad, pero sin situaciones familiares que sean tóxicas y que solo generan angustia y malestar. Breve recordatorio de que se puede elegir pasar estos días con quien nos hace sentir bien.

Porque por mucho que los anuncios de lotería o turrones insistan en romantizar las relaciones familiares, ya que siempre representan pacíficas comidas, no suele faltar en cada casa el cuñado de turno haciendo chistes machistas o a la abuela que tiene gordofobia y no te quita la vista de encima porque has cogido unos kilos.

Conociendo el panorama que espera por delante, una buena gestión previa es prepararse con la pareja de antemano, algo que se puede hacer preguntando cómo contribuir a una experiencia más fluida (cambiar de tema, estar físicamente para prestar apoyo, etc).

El trend de redes sociales de "Escuchamos, pero no juzgamos", no ha podido venir en mejor momento. Puede ayudar a enfocar ciertas opiniones familiares o, directamente, escucharlas e ignorarlas. No podemos controlar cómo se van a comportar nuestros parientes, ni la otra persona tampoco.

También, en la medida que se pueda, es recomendable evitar comentarios desafortunados o chistes que, igual en el seno de la familia se cuenta con la confianza como para hacerlos, pero pueden hacer daño a la pareja.

Y, en caso de que surja un desencuentro por ello (o por lo que sea), evitar tratarlo delante del resto para que no escale ni se instale la tensión en la reunión familiar. Que, además, quien no tenga el respaldo de sus seres queridos puede sentirse aún peor.

Cuando se trata del ámbito de la pareja, es un esfuerzo enorme pasar del tema y del dolor que se haya podido sentir, y esperar hasta estar solos en casa, con el tiempo y la tranquilidad de hablarlo largo y tendido, expresándose con libertad. Pero es la gestión más sensata y práctica.

Otros conflictos navideños​


Si la presión por los encuentros fuera poca, hay que sumar el aumento de la carga mental con la planificación de las celebraciones, lo que suele significar compras extra en el supermercado, elaboración de platos navideños, la decoración del hogar, coordinar la celebración, la limpieza si nos toca recibir a los invitados este año…

Un trabajo que recae, al menos en la mayoría de casos, en las mujeres de la familia. Así que una gran manera de prevenir posibles discusiones por la ansiedad o irritabilidad que muchas mujeres sufren en esta época -el "es que hay que ver cómo se pone la parienta"-, es ser conscientes de la situación y cambiar la actitud al respecto.

Es decir, colaborar, no ayudar, que viene del latín "colaborare", siendo co, "conjuntamente, del todo", y laborare, "trabajar" (ayudar, en cambio, tiene como significados "respaldar, asistir").

Aprovecho para recordar que el reparto de esta carga se extendería también a la compra de regalos, porque no son pocos los hogares donde los padres miran con la misma curiosidad que sus hijos los paquetes de Navidad, sin saber qué les habrá comprado su esposa ese año.

Y, hablando de regalos, ante la duda de si se espera o no un detalle, y el importe de este, es mejor tener una conversación clara previamente y expresar lo que se espera o lo que se gustaría recibir. No me vale el "es que debería saberlo por las fechas que son" porque el don de la adivinación no es algo que podamos utilizar como argumento.

Es más funcional tener una charla al respecto para que no se nos amargue el día con la 'sorpresa' de que no hay nada bajo el árbol.

Mi última recomendación es que, para estas fechas, se tenga paciencia, sí, pero sobre todo empatía. Que se intente ver la relación de dos como esa pequeña familia a la que querer y cuidar, lo que equivale a mirar por el bienestar de todos sus miembros.

 

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