powlowski.alf
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Decenas de miles de hindúes en busca de la absolución de sus pecados se han sumergido este lunes en aguas heladas en la confluencia de ríos sagrados Ganges y Yamuna con el mítico río Sarasvati, que aparece en las antiguas escrituras.Celebrado cada 12 años, el Maha Kumbh Mela o Gran Festival de la Jarra, como se denomina el acontecimiento religioso de la ciudad de Prayagraj, en el norteño estado de Uttar Pradesh, atrae a más de 400 millones de visitantes durante seis semanas, tanto indios como turistas.Hasta 40.000 agentes de policía están de guardia para garantizar la seguridad y ayudar a gestionar las multitudes, mientras que las cámaras de vigilancia equipadas con inteligencia artificial garantizan una vigilancia continua. «Es nuestro festival», dijo el asceta Hazari Lala Mishra, que se sumergió antes del amanecer, momento considerado propicio. «Es el único festival para ermitaños y monjes, y lo esperamos desesperadamente».Las autoridades esperan que el primer baño ritual del lunes atraiga a más de 2,5 millones de visitantes. En medio de advertencias públicas de caminar en fila sin detenerse en ningún sitio, montones de manifestantes se dirigieron a los puestos de baño para esperar la salida del sol en la confluencia de los tres ríos sagrados, el Ganges, el Yamuna y el mítico e invisible Saraswati.El primer ministro nacionalista hindú, Narendra Modi, lo describió como una «ocasión divina» para juntar «a un incontable número de gente en una sagrada confluencia de fe, devoción y cultura». Organizada cada doce años, la edición de este año que se alargará hasta el 26 de febrero.Despliegue de logística sin precedentesLas últimas celebraciones religiosas organizadas en 2019 en esa ciudad, antes conocida como Allahabad, reunieron 240 millones de fieles, según el gobierno. A título de comparación, la gran peregrinación anual musulmana a La Meca congregó a 1,8 millones de creyentes en 2024.Incluso para el país más poblado del mundo con 1.400 millones de habitantes, relativamente acostumbrado a la logística de celebraciones masivas, acoger el equivalente a la población de Estados Unidos y Canadá es un reto de altura. Los organizadores instalaron 150.000 baños, 68.000 farolas y una ciudad de tiendas de campaña en una superficie equivalente a dos tercios de la isla neoyorquina de Manhattan.Una multitud principalmente de India pero también del exterior ya tomó sus posiciones el fin de semana. Jaishree ben Shahtilal hizo un viaje de tres días en autobús para llegar desde el estado de Guyarat, en el oeste. «Espero para bañarme en el río sagrado desde hace mucho tiempo», dijo la mujer que hizo el trayecto con sus vecinos. Para enfatizar su «cultura hindú», Sonali Bandhyopadhya no dudó en viajar desde Nevada, en el oeste de Estados Unidos. A pesar de la lluvia, los bañistas empezaron el domingo a ocupar las orillas de los ríos entre el repicar de tambores , séquitos de elefantes y tractores cargados con estatuas de divinidades hindúes.En medio de las aguas, monjes vestidos con túnicas naranjas y ascetas con el cuerpo ennegrecido por las cenizas distribuían bendiciones a diestro y siniestro. Los devotos más impacientes no esperaron el inicio oficial de las celebraciones el lunes al amanecer para sumergirse en las frías aguas sagradas.«Una vez estás en el agua, ya no sientes el frío», dijo Chandrakant Nagve Patel, de 56 años. «Es como si fuera uno con Dios», agregó. Los hindúes creen que sumergirse en esas aguas durante el Kumbh Mela limpia los pecados y trae la salvación. La fiesta se basa en una batalla mitológica entre dioses y demonios para controlar un jarro con el néctar de la inmortalidad. Cientos de embarcaciones están preparadas para quienes no se conforman con bañarse en la orilla, sino que quieren ir hasta el punto exacto de la supuesta confluencia entre los tres ríos, los dos reales y el tercero mítico.
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