Skye_Olson
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En 'El intérprete' (Anagrama) Richard Sennett pone como ejemplo de «palabras vacías» la experiencia de su padre y su tío en la Guerra Civil española. Convencidos de que la República era la democracia contra el fascismo, se alistaron en las Brigadas Internacionales. Pero aquella causa, que vendía idealismo y utopías sociales les desilusionó pronto; cuando anarquistas y comunistas empezaron a matarse por el poder. El tío de Sennett padeció aquellas luchas intestinas y su vida corrió peligro: los camaradas se tornaron asesinos. Es la incoherencia de la izquierda entre las ideas y su aplicación real: «Muchos de los combatientes -mis familiares, entre ellos- estaban hartos de palabras y no querían oír más justificaciones ni argumentos, más palabras», apunta el sociólogo estadounidense. Octavio Paz, que también estuvo en España, expresó su hartazgo por el corrupto lenguaje «revolucionario». Concluyó, como Orwell, que los eslóganes del comunismo eran tan vacíos como los del fascismo. Aquella izquierda, exenta de pecado original, no sentía pudor al mentir. Encubrir el asesinato por los estalinistas del traductor José Robles Pazos era «necesario y correcto para la Causa». Así lo justificó Ernest Hemingway a John Dos Passos cuando este quiso denunciar el crimen. La mentira está en la naturaleza de la izquierda y la Gran Coalición de Pedro Sánchez -comunistas y nacionalistas- tiene la mentira como argamasa. La extrema izquierda -mareas, mareos, compromisos, comunes y sumas que restan- lanzó a la caballería «progresista» contra sus antagonistas (léase «fachosfera»). Errejón justifica sus fechorías sexuales con la misma jerga «roussoniana» que fundó Podemos. El hombre (de izquierdas) es bueno por naturaleza; es la sociedad la que lo pervierte. La culpa la tiene el neoliberalismo, sus pompas y sus obras. Más palabras vacías. La ultraizquierda que blasona de feminista no solo hace oídos sordos a los testimonios contra un acosador, sino que lo «empodera» como portavoz del grupo parlamentario. Lo mismo que le escupió Hemingway a Dos Passos en el 37: «Necesario y correcto para la Causa».Noticia Relacionada estandar Si Junts saca pecho de doblegar al PSOE en los impuestos de las energéticas y las mutuas Daniel Tercero Los de Puigdemont, sin embargo, rebajan cualquier atisbo de euforia del Gobierno para los presupuestos: «Esa carpeta está cerrada, con Junts no se está negociando»Todos mienten en la Gran Coalición que arropa a Sánchez. Bildu blanquea a los etarras con delitos de sangre; el PNV hace pasar por padre de la democracia al racista Sabino Arana; Junts y Esquerra estafan a los catalanes con un proceso independentista que era como aquellas aldeas falsas del príncipe Potemkin: ni estructuras de Estado, ni apoyos internacionales, ni permanencia en la Unión Europea. También mienten a los incautos cuando fingen ser partidos progresistas. Junts y Esquerra no son otra cosa que excrecencias de las leyendas románticas que adulteraron una historia de Cataluña en la que sobran los sepulcros blanqueados y falta la autocrítica necesaria para afrontar la realidad de los hechos. La verdad es revolucionaria, aseguraba Antonio Gramsci, autor de cabecera de ese Errejón que sitúa sus desajustes mentales, eróticos y morales entre la prédica y la acción: la tensión actoral entre la persona y el personaje. No hay mayor empoderamiento de la mentira que la izquierda populista y los nacionalismos sediciosos que han intoxicado este país con sus palabras (vacías). Los unos con el asalto de los cielos; los otros, con la independencia que no llegará, pero que les mantiene en sus poltronas retribuidas. Izquierdas y nacionalismos. Varados por sus mentiras. Como el Titanic que metaforizó Enzensberger, desilusionado de la Cuba castrista que obligó a Padilla a regurgitar falacias: «Los veo hundirse poco a poco y grito: / Veo cómo os hundís poco a poco. / Y no hay respuesta. En lejanos barcos, leves y corajudos, / suenan las orquestas. Todo es tan lamentable; no me gusta mirar / cómo mueren empapados en la lluvia y la niebla. Es tan penoso…»
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