Tras los primeros cien días de Salvador Illa como presidente de la Generalitat, Cataluña ha dejado de ser un problema. Para los catalanes principalmente, pero también para el conjunto de la política española. Cataluña ha desaparecido del foco mediático , ha dejado de causar crisis y la convivencia ha mejorado. Los partidos independentistas están perdidos en esta nueva bahía de la tranquilidad. Esquerra todavía no sabe quién será su líder ni qué hoja de ruta tendrá para los próximos años. Junts está buscando una manera no traumática de explicar a sus bases la decisión tomada de renunciar a la independencia como prioridad. La CUP ni está ni se la espera y la Aliança Catalana de Silvia Orriols crece sobre todo con su discurso antiinmigración y crece sólo en los márgenes de un pequeño partido. Las encuestas sugieren que podría pasar de dos a ocho diputados, pero quedan tres años y medio para las próximas elecciones y no está en los planes del presidente adelantarlas.El principal problema de Salvador Illa está en dar cumplimiento al acuerdo suscrito con Esquerra para su investidura. El presumible próximo presidente de los republicanos, Oriol Junqueras, exigirá pasos concretos en esta dirección y, aunque Illa ha manifestado en diversas ocasiones que no faltará a su palabra , existen distintas interpretaciones entre PSC y ERC sobre el alcance real del pacto, más allá de cómo cada partido lo vendió a sus electores.En su acción de gobierno, Illa ha sido capaz de entenderse con sus distintos interlocutores tanto del sector público como del privado y de rodearse de colaboradores de todas las sensibilidades que dan un aire transversal y no sectario a su administración. Con la oposición desaparecida en combate y secuestrados los partidos independentistas por dos líderes —Puigdemont y Junqueras— que se resisten a asumir que forman parte de un pasado que ya no volverá ni es rentable en las urnas, al presidente le basta con no cometer errores no forzados para parecer un estadista.Noticia Relacionada todo irá bien opinion Si El único duelo de España Salvador Sostres La rabia que genera Pedro Sánchez le blinda en el poderLa recuperación de una normalidad institucional superadora de viejos y estériles enfrentamientos ha tenido su encarnación en la muy cordial relación exhibida entre el presidente catalán y Felipe VI tras años de groseros desplantes por parte de sus antecesores en Sant Jaume . Y también en el hecho de que en estos primeros cien días no habido ni una sola tormenta política.Los demás aspectos de esta presidencia son más difícilmente evaluables y quedan de momento en el terreno del voluntarismo y la expectativa. Si bien es un indiscutible avance que un gobierno de la Generalitat hable de vivienda y de servicios públicos en lugar de separaciones del Estado que todo el mundo sabe que no van a producirse y que sin embargo causan interminables pérdidas de tiempo y de dinero , lo cierto es que todavía no ha habido tiempo para ver si el tan anunciado plan de vivienda pública tendrá mayor o menor fortuna a la hora de implementarse. Tampoco se sabe cómo y de qué manera los servicios públicos van a mejorar después de haber sido abandonados por Mas, Torra, Puigdemont y Aragonès, causando atraso y desasosiego en la sociedad catalana. El cambio de tono y de rasante ha sido progresos en la correcta dirección, pero además de la estabilidad del pacto con ERC y el precio que tendrá que pagar Illa por garantizarla, es motivo de preocupación que la dependencia de los Comunes aleje al Govern de la centralidad y de las medidas favorables a la creación de riqueza y a la prosperidad.
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