kelly71
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Un fiscal general del Estado deshaciéndose de su móvil y eliminando todo su contenido al saber que estaba siendo investigado, y entregando en su lugar uno nuevo y vacío, es una imagen muy poco ejemplar. Incluso algo cutre, diría yo. Uno espera de alguien con su cargo algo más que lo que espera de un vulgar chorizo o de un novio infiel, algo por encima de ese eliminar los whatsapps que incriminan por guarrindongos, ese cambiar la contraseña, ese dejar el móvil boca abajo y mirar para otro lado. ¿Pensaba García Ortiz que la Policía es tonta o que él es intocable? ¿Es ingenuidad o es soberbia? Desde luego, en algo pensaría mientras decidía que, lo mejor que podía hacer alguien con su puesto y responsabilidad en una situación como esa, es deshacerse del móvil y decir que «es que me lo he cambiado, que ya no me iba bien». Se me ocurren muy pocos motivos para que alguien sea capaz de dinamitar su imagen pública y reputación y, de paso, la de la institución a la que representa, de manera tan zafia. Ninguno es bonito y todos irresponsables. De hecho, he visto a niños chicos con la boca manchada de chocolate, las manitas en los bolsillos y un tarro de galletas vacío junto a ellos mucho menos sospechosos de asaltar la despensa que García Ortiz de filtrar información y deshacerse de pruebas mientras clama «era por seguridad».Lo que no deja de sorprenderme es la exhibición desacomplejada de militancia acérrima de un cargo que debería mostrarse neutral. Al fin y al cabo, el máximo responsable de la legalidad en nuestro país debería ejercer por encima de siglas y de ideologías, incluso de sus propias convicciones, consciente del papel que desempeña y de que a lo que debe lealtad es a la defensa de las libertades y los derechos de todos, y al cumplimiento de la ley. Y que, precisamente él, se comporte como un maleante de cuarta, tratando de entorpecer las pesquisas, es desolador. Tampoco es que deba asombrarnos: con la decisión de continuar en su puesto después de ser imputado en lugar de dimitir (aunque solo fuese por decoro, si no por evitar daños a la institución) ya debería habernos dado una pista del pelaje. Pero, claro, cuenta con todo el apoyo de 'su' presidente (digo yo que si él es 'su' fiscal general para Pedro Sánchez, la cosa será recíproca) y del coro mediático de 'su' presidente, que dedican mucho esfuerzo y tiempo en repetir la cantinela de que al fiscal general se le investiga por desmentir un bulo . ¿Por qué dimitir? ¿Por decencia? ¿Qué es eso?Y, mientras tanto, mientras nuestra democracia es erosionada desde dentro, como si Tim Robbins cavara un túnel con una cucharilla desde Moncloa hasta la autocracia pero sin póster de Rachel Welch que disimule, nosotros andamos enzarzados en polémicas de calostros, gordas y dioses vaquilla. Y es más que probable que uno de estos tres sintagmas, si no los tres a la vez, haya ofendido a alguien mucho más que todo lo anterior. Así nos va.
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