‘Chinas’: prejuicios e incomunicación en el ‘chino’ de la esquina

Verlie_Prosacco

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27 Sep 2024
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En un arranque prometedor, Arantxa Echevarría expone con sencillez el doloroso conflicto que plantea su nuevo largometraje, Chinas. En el día de su comunión, una niña asiática adoptada entra en un bazar chino donde de forma abrupta salen a relucir los problemas de identidad, prejuicios e incomunicación de los que habla este filme, valioso por acercarse a una realidad multicultural profundamente compleja, pero fallido cuando subraya en exceso un naturalismo que paradójicamente resulta artificioso.

Echevarría se centra en dos familias, la de la niña adoptada en conflicto con sus orígenes y sus rasgos y la de los dueños de ese bazar de la esquina y sus dos hijas, una adolescente y otra de la misma edad que la niña adoptada. El choque afectivo entre ambas jóvenes, sus problemas familiares, centrados sobre todo en la tensión con sus respectivas madres, son el eje de una película especialmente inspirada en ese cuadro más íntimo. Casi todo lo que ocurre en la trastienda del bazar está entre lo mejor del filme. También su secuencia más violenta e incómoda. El personaje de la madre inmigrante expresa todo el desarraigo y soledad de una comunidad hermética que choca con sus propios hijos. Todos tenemos un chino cerca, al que acudimos a por hielo, cervezas o chucherías y, muy a menudo, la distancia es abismal con las personas que hay tras el mostrador. De eso habla Chinas.

De alguna manera, esta película retoma, después de la comedia La familia perfecta, la estela de Carmen y Lola (2018), ópera prima de Echevarría que pasó por la Quincena de Realizadores de Cannes con su retrato de una historia de amor entre dos jóvenes gitanas. Como entonces, la directora destierra las barreras de la ficción y trabaja con la improvisación y un naturalismo que aquí no encuentra su mejor tono. Algo que afecta a parte de las largas conversaciones entre las niñas pequeñas o las de los adolescentes.

Chinas habla de familias, de barrios, concretamente Usera, en Madrid, y de una multiculturalidad cuya riqueza muchas veces se pierde por la falta de empatía que expone esta película, especialmente sensible a la segunda generación de inmigrantes, esos niños y jóvenes que luchan por encontrarse a sí mismos entre dos tradiciones. Sea como sea, Chinas es una llamada de atención ante las vidas ajenas que tenemos ante nuestras narices y, por el camino, regala momentos tan preciosos como ese plano subacuático que une a las dos niñas protagonistas en una piscina municipal donde su frágil felicidad al final sale a flote.



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