Madonna_Witting
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“Soy una chica pop, una chica sencilla”. Así se define la cantante Chiara Oliver Williams (Ciudadela de Menorca, 20 años). Lo hace con la confianza de alguien que, en el último año, ha experimentado un meteórico ascenso a la fama gracias a su participación en Operación Triunfo 2023 (OT) y también ha pasado de ser una completa desconocida a que su nombre resuene con fuerza en el panorama musical actual. 2024 ha sido su año: un primer EP, una gira nacional con el cartel de sold out colgado en las 12 fechas de este año y en las 12 del próximo, 352.000 seguidores en Instagram y un nuevo proyecto musical: La última página, disco que verá la luz el 31 de enero de 2025. “Para las mujeres en la música, ha sido un año increíble”, dicta Chiara —a secas, como se la conoce desde su aparición en el programa de televisión— sobre su propia experiencia, no sin antes mencionar a Chappel Roan, Charli XCX, Sabrina Carpenter y Olivia Rodrigo, sus referentes. Todas cantantes que, como ella —si bien la artista española especifica que a otro nivel—, dominan las listas de reproducción de la generación Z.
”Chappel, tía, te entiendo”, bromea Chiara sobre la cantante estadounidense antes de explicar que, para ella, hay un antes, un durante y un después de OT, el programa que cambió su vida. Sus estudios en la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC) y su paso por Got Talent y La Voz son el antes. El durante, “movidas de la Academia, un universo paralelo y completamente loco”, en sus palabras, que no pueden explicarse y que solo conocen aquellos que lo han vivido. Y el después ―en el que ahora está inmersa―, “una vida completamente nueva a la que tienes que acostumbrarte”. Lo hizo nada más salir. Cogió su diario del programa, una libreta rosa donde escribió seis de los siete singles —compuso Ronda de más con 17 años— que conforman su primer EP, llamado La libreta rosa en honor al cuaderno, y lo transformó en un “regalo” para los kikistas, su inmenso grupo de seguidores —algunos de ellos incluso se organizaron para que se publicara en una pantalla de Times Square un “salvar Chiara” cuando estuvo nominada en la gala 10 de OT—.
Ella recuerda perfectamente el instante en el que, en ese programa del 5 de febrero, dijeron su nombre para abandonar la Academia: “Fue como, ‘Ah, qué bien’. Estoy fuera, estoy tranquila”. Tenía las cosas muy claras y sabía exactamente el proyecto que quería hacer. Uno creado en las aulas y en los escenarios del mediático concurso y con el que comenzó su carrera en la industria. “Son temas sobre este último año y toda la locura que ha sido. No son cosas profundas, son terrenales. Pero soy yo”, cuenta Chiara sobre Mala costumbre, La invitada o Todas las versiones de mí, canciones del primer EP con las que se presentó al mundo como artista.
La libreta rosa está compuesto de canciones conocidas por el público, ya que Chiara las cantaba mientras estaba en la Academia. “Habla un poquito del crecimiento personal que viví, de la evolución clara que experimenté”, cuenta sobre este proyecto que surgió en OT y que dio origen a su segundo trabajo, La última página. No desveló el título de su próximo disco ni su conexión con el primero hasta el pasado 11 de diciembre, cuando publicó la portada con el siguiente mensaje en Instagram: “Ya he terminado la libreta y por fin he llegado a la última página”. Las nuevas canciones de estudio, al ser creadas en los folios en blanco al final de su diario del programa, son tanto la continuación de sus inicios como el origen de una nueva etapa. Y, para Chiara, los dos EP —de siete canciones cada uno— están orgánicamente conectados: “La libreta rosa se queda con La última página y dentro de la libreta está la página”.
A pesar de la fama, los discos, las giras y los seguidores, no se olvida de aquello que le cambió la vida y le ayudó a entenderse como artista, Operación Triunfo, ni tampoco de la inmensa red de personas que la apoyaron entonces y que siguen haciéndolo ahora: su familia, sus amigos, los kikistas y sus compañeros del programa. Para estos últimos, solo tiene halagos: “Los admiro muchísimo porque todos estamos haciendo lo que podemos y, al final, las únicas personas que entienden lo que estamos viviendo somos nosotros y nos ayudamos y apoyamos mucho”. Sobre la competitividad entre los exconcursantes del programa tras su paso por la Academia, no duda: “Es compañerismo, no competencia. Cada uno es él mismo o ella misma por sí solo o sola. Somos individuales”.
Chiara va paso a paso, sin asimilar por completo todo lo que está pasando, todo lo que está viviendo, pero trabajando diariamente en su música y centrada en su carrera. “Siento que he crecido mucho en poco tiempo y hay muchas cosas que han cambiado para bien y otras para mal, como todo. Pero poco a poco”, afirma quien, de momento, aún tiene por delante un cierre de gira el próximo mes de mayo en Bilbao —el pasado noviembre añadió cinco nuevas citas para 2025 tras vender todas las entradas de los 24 conciertos de La libreta rosa tour— y una cita en el Universal Music Festival en Madrid, el próximo 1 de julio. Y, a pesar de la incertidumbre y de los constantes cambios que acarrea labrarse un futuro como cantante, ella tiene una cosa clara: “Sigo siendo la Chiara de la libreta, la Chiara de la página y la Chiara de OT. Soy Chiara Oliver”, afirma como quien deja grabado un mensaje sobre piedra.
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”Chappel, tía, te entiendo”, bromea Chiara sobre la cantante estadounidense antes de explicar que, para ella, hay un antes, un durante y un después de OT, el programa que cambió su vida. Sus estudios en la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC) y su paso por Got Talent y La Voz son el antes. El durante, “movidas de la Academia, un universo paralelo y completamente loco”, en sus palabras, que no pueden explicarse y que solo conocen aquellos que lo han vivido. Y el después ―en el que ahora está inmersa―, “una vida completamente nueva a la que tienes que acostumbrarte”. Lo hizo nada más salir. Cogió su diario del programa, una libreta rosa donde escribió seis de los siete singles —compuso Ronda de más con 17 años— que conforman su primer EP, llamado La libreta rosa en honor al cuaderno, y lo transformó en un “regalo” para los kikistas, su inmenso grupo de seguidores —algunos de ellos incluso se organizaron para que se publicara en una pantalla de Times Square un “salvar Chiara” cuando estuvo nominada en la gala 10 de OT—.
Ella recuerda perfectamente el instante en el que, en ese programa del 5 de febrero, dijeron su nombre para abandonar la Academia: “Fue como, ‘Ah, qué bien’. Estoy fuera, estoy tranquila”. Tenía las cosas muy claras y sabía exactamente el proyecto que quería hacer. Uno creado en las aulas y en los escenarios del mediático concurso y con el que comenzó su carrera en la industria. “Son temas sobre este último año y toda la locura que ha sido. No son cosas profundas, son terrenales. Pero soy yo”, cuenta Chiara sobre Mala costumbre, La invitada o Todas las versiones de mí, canciones del primer EP con las que se presentó al mundo como artista.
La libreta rosa está compuesto de canciones conocidas por el público, ya que Chiara las cantaba mientras estaba en la Academia. “Habla un poquito del crecimiento personal que viví, de la evolución clara que experimenté”, cuenta sobre este proyecto que surgió en OT y que dio origen a su segundo trabajo, La última página. No desveló el título de su próximo disco ni su conexión con el primero hasta el pasado 11 de diciembre, cuando publicó la portada con el siguiente mensaje en Instagram: “Ya he terminado la libreta y por fin he llegado a la última página”. Las nuevas canciones de estudio, al ser creadas en los folios en blanco al final de su diario del programa, son tanto la continuación de sus inicios como el origen de una nueva etapa. Y, para Chiara, los dos EP —de siete canciones cada uno— están orgánicamente conectados: “La libreta rosa se queda con La última página y dentro de la libreta está la página”.
A pesar de la fama, los discos, las giras y los seguidores, no se olvida de aquello que le cambió la vida y le ayudó a entenderse como artista, Operación Triunfo, ni tampoco de la inmensa red de personas que la apoyaron entonces y que siguen haciéndolo ahora: su familia, sus amigos, los kikistas y sus compañeros del programa. Para estos últimos, solo tiene halagos: “Los admiro muchísimo porque todos estamos haciendo lo que podemos y, al final, las únicas personas que entienden lo que estamos viviendo somos nosotros y nos ayudamos y apoyamos mucho”. Sobre la competitividad entre los exconcursantes del programa tras su paso por la Academia, no duda: “Es compañerismo, no competencia. Cada uno es él mismo o ella misma por sí solo o sola. Somos individuales”.
Chiara va paso a paso, sin asimilar por completo todo lo que está pasando, todo lo que está viviendo, pero trabajando diariamente en su música y centrada en su carrera. “Siento que he crecido mucho en poco tiempo y hay muchas cosas que han cambiado para bien y otras para mal, como todo. Pero poco a poco”, afirma quien, de momento, aún tiene por delante un cierre de gira el próximo mes de mayo en Bilbao —el pasado noviembre añadió cinco nuevas citas para 2025 tras vender todas las entradas de los 24 conciertos de La libreta rosa tour— y una cita en el Universal Music Festival en Madrid, el próximo 1 de julio. Y, a pesar de la incertidumbre y de los constantes cambios que acarrea labrarse un futuro como cantante, ella tiene una cosa clara: “Sigo siendo la Chiara de la libreta, la Chiara de la página y la Chiara de OT. Soy Chiara Oliver”, afirma como quien deja grabado un mensaje sobre piedra.
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