'Carnicero', de Joyce Carol Oates: crónica de la barbarie

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En 1887, en uno de los primeros ejercicios de periodismo ‘gonzo’, la periodista Nellie Bly fingió un desorden menta l para ser internada en el ala psiquiátrica del neoyorquino hospital Bellevue. Algunas mujeres estaban ahí porque no hablaban inglés y no entendían a los médicos; a otras las habían encerrado sus maridos, hartos de ellas. La propia Bly, aunque tras entrar no dio signos de demencia, fue declarada «loca sin remedio». Pasó diez días encerrada, fue testigo de vejaciones y torturas y escribió un reportaje demoledor. NOVELA 'Carnicero' Autora Joyce Carol Oates Editorial Alfaguara Año 2024 Páginas 417 Precio 22,90 euros 4En esa misma época y en un lugar muy parecido transcurre ‘Carnicero’, una ficción que funciona como un espejo de la experiencia de Bly: el Manicomio Estatal de Lunáticas de Trenton, New Jersey, una institución dirigida por el doctor Silas Aloysius Weir , donde llevó a cabo sus experimentos más atroces. Considerado el padre de la ‘ginopsiquiatría’, Weir creía, como era común en la época, que la locura provenía de una infección, así que lo primero que hacía era arrancar a las enfermas los dientes, extirparles el útero , vinculado a la histeria, y, de paso, seccionar el clítoris, que consideraba inservible. A partir de ahí, el horror: las usaba para los experimentos más crueles. Y todo ello sin anestesia, que reservaba para las pacientes con dinero. Se ambienta en el Manicomio Estatal de Lunáticas de Trenton, New Jersey, dirigido por el doctor Silas Aloysius Weir, donde realizó sus experimentos más atrocesSus logros —algunos importantes, como la técnica para curar las fístulas y el invento de un primitivo espéculo— los publicaba en las revistas científicas más importantes: ese era su verdadero propósito, pasar a la Historia de la Medicina por sus descubrimientos, aunque tuviera que maquillar los resultados y ocultar que, tras su «exitosa» intervención, la paciente había fallecido. Qué importaba: eran pobres, estaban locas, nadie las echaría en falta.La historia está contada a través de los testimonios de personas que trataron a Weir y de fragmentos de sus propios diarios. Una de las narradoras es Brigit, una joven albina y sordomuda con la que Weir se obsesiona y la hace su enfermera de confianza. Brigit es una sierva: su madre la vendió al nacer y debe servir al director durante años —una figura que se distingue muy poco de la esclavitud, la cual Weir, abolicionista, repudiaba—. Como las otras siervas, vive en condiciones infrahumanas —duermen en el suelo, con los animales—, tiene prohibido aprender a leer y debe estar disponible a cualquier hora y para cualquier cosa. En su relato vemos otra cara de la historia que poco tiene que ver con la que cuenta Weir en sus diarios: si en ellos ya no sale favorecido, en el retrato que hacen los demás es un monstruo.Individuo mesiánico‘Carnicero’ es una crónica brutal de una época donde la salud de las mujeres, tanto física como mental, se abordaba con encarnizamiento, sin importar el sufrimiento ni las consecuencias, porque las mujeres eran poco más que animales, sobre todo si eran pobres, y el retrato de un individuo mesiánico al que apodaban «Carnicero Manos Rojas», que supeditaba la humanidad y los principios más elementales a unos avances científicos en los que creía ciegamente. Para construirlo Joyce Carol Oates (Lockport, Nueva York, 1938) se ha inspirado en tres médicos reales que ha fundido en uno. Y eso aún da más miedo: saber que esta ficción perturbadora relata fielmente algo que pasó de verdad.

 

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