Terminó el partido y los madridistas se chocaron las manos de forma rutinaria tras derrotar al inocentón Pachuca. Hubo, incluso, algún abrazo. Así jugaron y así lo celebraron hasta que por el túnel de vestuarios aparecieron con el trofeo un canoso Bebeto y un pulcro Andrea Pirlo. Lo levantó Luka Modric, que se marchó hace dos años de Lusail en el Mundial dando por hecho la grada que ya no volvería por allí, pero ahí sigue.
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