boyle.elvie
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En su cuenta de X figura el lema “No dejes de soñar”, y Carla Otero, novillera con caballos, tiene motivos para ello. Una gravísima cogida que sufrió el año pasado la obliga a soñar despierta para no perder la ilusión de su existencia. Es una joven menuda, de apariencia tímida y voz queda, pero guarda en su interior una energía sorprendente.
“El toro está por encima de muchas cosas”, afirma. “Es lo primero que hay en mi vida; vivo por y para el toro”. Por encima, también, de los estudios universitarios de Administración y Dirección de Empresas que cursa en la UNED para que la asistencia a clase no le impida seguir con su formación taurina.
Y lo dice de sopetón después de que un novillo de Los Chospes le destrozara el muslo derecho el pasado 5 de septiembre en la plaza de El Casar de Talamanca (Guadalajara). No ha podido reaparecer vestida de luces hasta el reciente 23 de junio después de un calvario de casi 10 meses de una dura e intensa rehabilitación que aún continúa. “La pierna derecha todavía no me responde como la otra, pero confío en mis 21 años, en la preparación física y en mi mentalidad como torero. Después de la cogida nadie me garantizaba nada, y me dijeron barbaridades que hoy están superadas”.
Carla Otero nació en la localidad madrileña de Alcorcón, pero se ha hecho torero (así prefiere que la llamen) en la Escuela Taurina de Guadalajara, en cuya provincia vive desde muy pequeña. Hasta los 13 años no tuvo contacto con el toro, y sus primeros pasos y pases los dio por seguir la vocación taurina de su hermano, dos años mayor que ella, y desde entonces se siente ‘enganchada’. “No sé si la palabra es ‘enganchada’, apasionada o envenenada…”, comenta; “sí, creo que envenenada es la más acertada, porque mi vida no la entiendo sin el toro”.
Cuenta que vivió una ilusionante etapa como novillera sin caballos, ganó el certamen Zapato de Plata de Arnedo, debutó con picadores en abril de 2022, y toreó 12 festejos esa temporada. “Desde que empecé se me ha ensalzado el valor y la raza, porque sufría muchas volteretas y me levantaba sin mirarme”, prosigue la torero, “pero intento, además, que mi toreo emocione, que surja despacio, de verdad, profundo y puro… Esa es mi búsqueda”.
Afirma que José Tomás es el torero que más le ha impactado, pero que no pierde de vista a Morante, Talavante, Curro Vázquez, Antoñete, y a otros toreros de esta y otras épocas. “Pero intento no parecerme a ninguno de ellos, porque quiero ser yo misma; aprender de todos, sí, pero forjar mi propia personalidad”.
Asegura que la sinceridad de su toreo es su mejor virtud, y espera que la experiencia le permita pulir las muchas carencias que aún padece. “Mi vida no es la normal de una chica de mi edad, pero para mí no es un sacrificio; vivir en torero es un regalo. Tengo mi grupo de amigos que salen los fines de semana y van de fiesta, pero yo salgo poco; prefiero ir al campo, torear y entrenar”.
Todo marchaba según lo previsto —en 2023 llegó a torear seis tardes y tenía contratadas dos más— hasta que llegó la cogida el 5 de septiembre.
“Sí, el bautizo de sangre fue muy duro”, afirma la torero. “Porque no se trató de una cogida de la que te recuperas en 15 días. Hay que tener mucha afición para aguantar. Aunque felizmente todo haya ido bien, fue un percance muy serio. Pero también le digo que no cambiaría nada de todo lo vivido, que estoy orgullosa de tener una cicatriz en el cuerpo. Lo más importante, sin duda, es que he reaparecido y ese es un gran triunfo para mi vida personal y taurina”.
Pregunta. ¿Se siente recuperada física y mentalmente?
Respuesta. Si, aunque padezco las lógicas secuelas que espero que se subsanen con el paso del tiempo. La recuperación la alcancé el día que volví a ponerme delante de la cara del toro. La reaparición en los ruedos fue muy importante para mí, y cumplí mi principal objetivo: volver a torear en público vestida de luces.
P. Pero hasta entonces pasó momentos de mucha incertidumbre…
R. Con motivo de la cogida, la situación se complicó en el hospital de Guadalajara después de la intervención en la uvi móvil. Una semana después de la cornada volví al quirófano porque aparecieron dos trombos, la pierna estaba sin riego y se planteó el peligro de perderla. Tenía, además, una lesión en el nervio ciático, que ha sido la causa de una rehabilitación tan larga. Estaba en una cama, no podía mover el pie, no sabía si podría volver a hacer vida normal. Esa situación, lógicamente, te genera muchas dudas.
Para acelerar el proceso de curación, Carla Otero se trasladó a Sevilla y durante siete meses —de octubre a abril— vivió en Camas y diariamente se trasladaba a la cercana Coria del Río para recibir sesiones de rehabilitación en una clínica especializada.
Ahora, el futuro…
“Quiero vivir el día a día y no generar expectativas falsas”, comenta la torero. “No tengo prisa en tomar la alternativa, y quiero que el público sepa quién soy; esa cornada ha marcado mi carrera, no he podido prepararme este invierno en el campo, y espero que 2025 sea el año de mi despegue”.
P. Le quedan muchos sueños por cumplir,
R. Sin duda. Quiero que me vean en Las Ventas, sería ilusionante torear en La Maestranza… Y seguir con mi carrera universitaria. ¿Trabajar como licenciada en ADE? Estaría bien, sí, pero no sería tan bonito…
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“El toro está por encima de muchas cosas”, afirma. “Es lo primero que hay en mi vida; vivo por y para el toro”. Por encima, también, de los estudios universitarios de Administración y Dirección de Empresas que cursa en la UNED para que la asistencia a clase no le impida seguir con su formación taurina.
Y lo dice de sopetón después de que un novillo de Los Chospes le destrozara el muslo derecho el pasado 5 de septiembre en la plaza de El Casar de Talamanca (Guadalajara). No ha podido reaparecer vestida de luces hasta el reciente 23 de junio después de un calvario de casi 10 meses de una dura e intensa rehabilitación que aún continúa. “La pierna derecha todavía no me responde como la otra, pero confío en mis 21 años, en la preparación física y en mi mentalidad como torero. Después de la cogida nadie me garantizaba nada, y me dijeron barbaridades que hoy están superadas”.
“El toro está por encima de muchas cosas, es lo primero que hay en mi vida; vivo por y para el toro”.
Carla Otero nació en la localidad madrileña de Alcorcón, pero se ha hecho torero (así prefiere que la llamen) en la Escuela Taurina de Guadalajara, en cuya provincia vive desde muy pequeña. Hasta los 13 años no tuvo contacto con el toro, y sus primeros pasos y pases los dio por seguir la vocación taurina de su hermano, dos años mayor que ella, y desde entonces se siente ‘enganchada’. “No sé si la palabra es ‘enganchada’, apasionada o envenenada…”, comenta; “sí, creo que envenenada es la más acertada, porque mi vida no la entiendo sin el toro”.
Cuenta que vivió una ilusionante etapa como novillera sin caballos, ganó el certamen Zapato de Plata de Arnedo, debutó con picadores en abril de 2022, y toreó 12 festejos esa temporada. “Desde que empecé se me ha ensalzado el valor y la raza, porque sufría muchas volteretas y me levantaba sin mirarme”, prosigue la torero, “pero intento, además, que mi toreo emocione, que surja despacio, de verdad, profundo y puro… Esa es mi búsqueda”.
Afirma que José Tomás es el torero que más le ha impactado, pero que no pierde de vista a Morante, Talavante, Curro Vázquez, Antoñete, y a otros toreros de esta y otras épocas. “Pero intento no parecerme a ninguno de ellos, porque quiero ser yo misma; aprender de todos, sí, pero forjar mi propia personalidad”.
Asegura que la sinceridad de su toreo es su mejor virtud, y espera que la experiencia le permita pulir las muchas carencias que aún padece. “Mi vida no es la normal de una chica de mi edad, pero para mí no es un sacrificio; vivir en torero es un regalo. Tengo mi grupo de amigos que salen los fines de semana y van de fiesta, pero yo salgo poco; prefiero ir al campo, torear y entrenar”.
Todo marchaba según lo previsto —en 2023 llegó a torear seis tardes y tenía contratadas dos más— hasta que llegó la cogida el 5 de septiembre.
“Sí, el bautizo de sangre fue muy duro”, afirma la torero. “Porque no se trató de una cogida de la que te recuperas en 15 días. Hay que tener mucha afición para aguantar. Aunque felizmente todo haya ido bien, fue un percance muy serio. Pero también le digo que no cambiaría nada de todo lo vivido, que estoy orgullosa de tener una cicatriz en el cuerpo. Lo más importante, sin duda, es que he reaparecido y ese es un gran triunfo para mi vida personal y taurina”.
“Mi día a día no es el de una chica de mi edad, pero para mí no es un sacrificio; vivir en torero es un regalo”
Pregunta. ¿Se siente recuperada física y mentalmente?
Respuesta. Si, aunque padezco las lógicas secuelas que espero que se subsanen con el paso del tiempo. La recuperación la alcancé el día que volví a ponerme delante de la cara del toro. La reaparición en los ruedos fue muy importante para mí, y cumplí mi principal objetivo: volver a torear en público vestida de luces.
P. Pero hasta entonces pasó momentos de mucha incertidumbre…
R. Con motivo de la cogida, la situación se complicó en el hospital de Guadalajara después de la intervención en la uvi móvil. Una semana después de la cornada volví al quirófano porque aparecieron dos trombos, la pierna estaba sin riego y se planteó el peligro de perderla. Tenía, además, una lesión en el nervio ciático, que ha sido la causa de una rehabilitación tan larga. Estaba en una cama, no podía mover el pie, no sabía si podría volver a hacer vida normal. Esa situación, lógicamente, te genera muchas dudas.
Para acelerar el proceso de curación, Carla Otero se trasladó a Sevilla y durante siete meses —de octubre a abril— vivió en Camas y diariamente se trasladaba a la cercana Coria del Río para recibir sesiones de rehabilitación en una clínica especializada.
Ahora, el futuro…
“Quiero vivir el día a día y no generar expectativas falsas”, comenta la torero. “No tengo prisa en tomar la alternativa, y quiero que el público sepa quién soy; esa cornada ha marcado mi carrera, no he podido prepararme este invierno en el campo, y espero que 2025 sea el año de mi despegue”.
P. Le quedan muchos sueños por cumplir,
R. Sin duda. Quiero que me vean en Las Ventas, sería ilusionante torear en La Maestranza… Y seguir con mi carrera universitaria. ¿Trabajar como licenciada en ADE? Estaría bien, sí, pero no sería tan bonito…
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