Cañas y barro

Israel_Hoppe

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27 Sep 2024
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EL agua es como un toro bravo abochornado, impredecible, sediento de llevarse por delante lo que encuentre. Lo mejor es huirle a tiempo, no darle jamás la cara. Te lo dijeron hace unos días: «La lluvia siempre es un golpe de Estado; una toma, una conquista. La lluvia no negocia: impone, dicta, ordena, manda, ocupa. Baja la lluvia y nada se resiste a su avasallamiento». ¿Quién tiene la culpa de tanto desastre, de ese resumen que tiene título de novela ¡—valenciana, para más inri—, 'Cañas y barro'? Y sin contar la peor tragedia, la pérdida de cientos de vidas humanas. Horrible. Pedimos lluvia y nos llueve muerte. ¿Quién responde? Un cañaveral se repone en poco tiempo, los patos saben siempre dónde anidar, pero una vida humana que se va, se va para siempre. El mejor ecologismo es el que procura el equilibrio entre el hombre y la naturaleza, sin prescindir de ninguno de los dos. La vida humana, que respete la naturaleza, sí, pero sin llegar a quedarnos sin frutos por no labrar, abonar, podar. Dejemos la naturaleza a los hombres que llevan siglos entendiéndose con ella, educándola y cuidándola. Aprovechándola y entregándose a ella.No, no es culpa del agua. Te lo han dicho muchas veces: «…la lluvia, siempre que viene, viene a lo suyo, a sus propiedades. Cuando la vemos correr, no es la primera vez que corre por una ladera, un río, una gavia, una avenida… Y la lluvia también es siempre una reconquista. La sequía no es sino el viejo territorio perdido de la lluvia». ¿Por qué no se limpian los ríos? ¿Por qué en vez de estar tan vigilantes —con la sombra de la multa en lo alto— con el hombre que corta unas cañas o unas mimbres no vigilamos más la especulación inmobiliaria y, a veces, la facilidad municipal al conceder licencias para construir donde jamás debió construirse? El agua no es culpable, somos nosotros, casi siempre. Te lo dijeron: «El agua no engaña a nadie: lleva miles de años bajando, y desde entonces tiene trazados sus caminos, sus veredas reales. Y lo sabemos, conocemos esos sitios del río, de los arroyos, de las ramblas». Pero no hacemos caso. Y ahora, «cañas y barro». Y ruina económica. Y muerte, mucha muerte. Nos lo dijeron: «Las aguas llevan mucho tiempo bajando. Y piden, como los toros, respeto y distancia. O eso, o la cornada». Y no hicimos caso, y ya ves…

 

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