Maverick_Terry
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En el despacho de mi anterior periódico, 'Las Provincias' de Valencia, tenía el nuevo cauce del Turia, como se dice, a tiro de piedra. Una obra de hormigón inmensa, gris y feísima con casi doscientos metros de anchura que remite al aire desolado del desarrollismo. Un alcalde reciente de obediencia ecosocialista (o sea, neocomunista) quiso darle vida a aquella masa informe y vacía convirtiéndolo en un jardincillo precioso y sintético para parejas urbanas con mascota, que habrían acabado flotando en la DANA que acaba de asolar la provincia. Menos mal que aquella melonada no pasó de ser una idea ecosocialista, porque esta semana hemos comprobado cómo ese espantoso cauce ha salvado cientos o miles de vidas, al recoger toda el agua que de otro modo hubiera arrasado el centro de la capital. Bien están los pájaros y las flores, los decorados amables que nos mejoran el paisaje, pero siempre que no atenten contra la física o la geografía. El primer fallo de esta cadena mortífera viene de años atrás y arranca de ese mortífero barranco del Poyo que desde los montes de Chiva acaba desaguando en la Albufera tras pasar por los pueblos que acaban de hacerse famosos en su desgracia. Las violentas avenidas de esa rambla vienen de la antigüedad y podrían ser cosa del pasado, igual que hace medio siglo se desvió el curso del Turia. Este primer fallo tiene que ver con la desidia administrativa y con esa tiranía ecologista que ha puesto el interés de las plantas por delante de las personas, negándose desde hace una década a materializar el reencauzamiento del dichoso barranco «porque afecta a la ley de protección de la huerta», una obra de apenas doscientos millones, quizás el 10 por ciento de lo que van a costar los daños de la DANA.El segundo fallo de esta cadena fatídica de errores señala que los avisos no han funcionado. Punto. Gobierno y Generalitat quieren enredar con esta cuestión, porque es el primer paso para desviar responsabilidades. Los avisos llegaron tarde. Los avisos fueron confusos. Los avisos estaban mal estimados. Por la Aemet en primer lugar y por la Generalitat después. Y luego está que hasta el último momento los anuncios fueron semejantes a ocasiones anteriores, donde no pasó nada o pasó poco. Este delirio climático ha llevado a que los ciudadanos ya no sepamos distinguir el alarmismo de la amenaza real, tratando la inminencia de una catástrofe con el método convencional. Antes, cuando tocaban las campanas o llegaba la comunicación del Gobierno Civil, la población era consciente del riesgo; ahora, como diría el viejo Pla, no sabemos nada de nada, de puro despiste, porque nos gestionan los riesgos climatológicos con el método de aquel cuento de 'Pedro y el lobo'.Tercer fallo. Se ha visto al presidente de la Generalitat desbordado. Es normal. Ninguna comunidad autónoma sería capaz de gestionar internamente esta calamidad. Pero resulta un misterio la razón por la cual Carlos Mazón ha tardado tanto en pedir ayuda al Gobierno, seguramente noqueado entre la tragedia y las urgencias de los burócratas, sin entender que no estaba ante una emergencia, sino ante una catástrofe histórica. Le ha faltado visión y liderazgo; el sábado no dijo a sus vecinos lo principal que necesitan conocer: cuándo va a quitar el barro de las calles y cuándo van a tener a sus muertos para velarlos. Mazón todavía tiene algún margen para recuperar el control de la crisis, no demasiado , pero necesitará ser más confiable, reconocer errores, dictar soluciones creíbles y cortar cabezas. Necesita cambiar la percepción de incapacidad que ha arraigado en los últimos días, sobre todo porque para el resto de la legislatura tendrá que gestionar un único asunto, un infierno político en realidad: los efectos de la DANA. Toda su carrera futura depende de esto.Cuarto fallo. El Gobierno tardó en mandar al Ejército a Valencia porque en asuntos militares su prioridad era RTVE, terminar la ocupación de la televisión pública mediante la militarización de su Consejo de Administración con mercenarios a sueldo. Por eso no suspendió el pleno del Congreso, para aprobar antes el decreto ley que posibilita el asalto. Incluso para una persona tan fría como Pedro Sánchez estremece su habilidad para abstraerse de un drama tan descomunal. Si necesitan más ayuda, que la pidan. Eso ha dicho. Pero ahí se ve que los casos de corrupción que lo rodean le están afectando y haciendo perder ese olfato cínico que lo protege. Ha tratado Valencia como si fuera un territorio extranjero y de fondo se percibe la intención de desviar el desgaste hacia el presidente de la comunidad autónoma. Si la percepción sobre Mazón, a raíz de esta crisis, es que es un incapaz, de Sánchez se piensa algo infinitamente más grave e injurioso. Los afectados revelaban ayer su opinión sobre la labor del Gobierno en la tragedia, por eso tuvo que escapar Sánchez de Paiporta y cancelar el viaje de los Reyes al resto de la zona afectada.Quinto fallo. Pasaban los días y los damnificados se encontraban solos, desasistidos, sin presencia de instituciones ni administraciones. Y de pronto aparecieron miles de voluntarios, espontáneos, con cubos, fregonas y garrafas de agua. Los voluntarios han ocupado el hueco dejado por los responsables públicos. Ha sido algo emocionante, que devuelve la confianza en la condición humana. Caminando, cruzando los puentes, hacia los pueblos hundidos en el barro; en Algemesí cantaban el himno de Valencia. Han dado una lección a unos gestores públicos, que los recibieron de mala gana («tú nos conoces, este es un pueblo acostumbrado a resolverse las cosas solo»; «hasta el sábado aquí no vino nadie, estábamos solos»; «he visto coches en las cunetas a los que les ponían cruces porque dentro hay un cuerpo»; «ayer fui a limpiar a la fábrica de un amigo»; «la gente lo está tirando todo, nada se salva, sólo quieren guardar las fotos»; «se han organizado muy bien las parroquias y los casales falleros para recoger ayuda humanitaria, llegan 'scouts', 'erasmus', latinoamericanos y exmilitares profesionales»; «nos piden que les llevemos de todo lo esencial, hasta bragas»).Sexto fallo. Tenía que pasar. Tras la sensación de abandono, estalla la rabia. Ocurrió ayer en Paiporta. La comitiva real con Sánchez y Mazón fue recibida con insultos, abucheos y piedras; es la desesperación de los que lo han perdido todo ante la falta de una respuesta efectiva. Un bochorno como nación, una señal de fatiga de Estado incapaz de cumplir con su principal misión. El Rey se la jugó y decidió rebasar los cordones de seguridad para enfrentarse a la ira y el dolor de la gente; la Reina, igual, y Mazón se puso a la vera de Don Felipe, a aguantar el chaparrón y buscar el perdón de los errores recientes. Pedro Sánchez salió escopeteado, evacuado lo llaman; no podía hacer otra cosa. Él era el principal objetivo de la rabia , ayer se vivió en Paiporta un motín popular como aquellos que acababan con los primeros ministros. Godoy, Godoy.
Julián Quirós: Cadena de fallos
Los voluntarios han ocupado el hueco dejado por los responsables públicos
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