Franco_Maggio
Member
- Registrado
- 27 Sep 2024
- Mensajes
- 118

Cubierto de barro seco, el sillón en el que Florin Costel Besnea veía la televisión está a más de un kilómetro de su casa en el arcén de una de las carreteras que recorre la Albufera de Valencia. La noche de la riada provocada por la DANA, martes 29 de octubre, la tromba de agua que bajaba como un tsunami desde el barranco del Poyo se estampó contra la caseta donde vivía junto a su esposa, Axinia Sandu. Ambos, de 57 años, están desaparecidos desde entonces y sus hijas, Alice Andreea Manea y Petruta Sandu, llevan diez días buscándolos desesperadas.Un miembro de la UME realiza labores de búsqueda de desaparecidos en el parque nacional de la Albufera Álvaro Ybarra Zavala«Mis padres me llamaron a las 10:06 de la noche para decirme que se los llevaba el agua y el viento . Su última llamada, de 56 segundos, fue a las 10:26. Me dijeron que el agua los estaba arrastrando y que ya no podían más», nos cuenta su hija mayor, Alice, ante los restos del garaje derruido que su progenitor había levantado junto a la vivienda. A su espalda, y volcada sobre su costado derecho, en un campo de arroz contiguo cayó la furgoneta Renault blanca con la que su padre se ganaba la vida recogiendo palés de madera. «¡Hija, llama al 112, que de esta no salimos! ¡El agua nos ha entrado en casa hasta los dos metros y medio y nosotros estamos atados al techo de la furgoneta!», le suplicaron a Alice al final de esos veinte minutos, que tuvieron que ser espantosos.Alice Andreea Sandu muestra desde su móvil una fotografía de sus padres Álvaro Ybarra ZavalaLa familia llegó hace veinte años a España en busca de un futuro mejor y lo encontró. Además de su trabajo y el de sus hijas, así lo atestigua el otro coche que tenía la familia, un Ford Focus plantado en medio de otro campo de arroz a 200 metros de distancia. A su alrededor, embarrados y esparcidos como los restos de un naufragio, han aparecido ropas y enseres de la pareja , pero ni rastro de ellos. «Con mi marido, Cristian Avram, y mi cuñado, Marcel Petrisor Manea, hemos estado buscando con el agua hasta el cuello y encontramos dentro del canal junto a la casa el pijama de papá y la blusa de mamá, que llevaban aquella noche», nos enseña ambas prendas la otra hija, Petruta Sandu.Petruta Sandu (centro) y su hermana Alice Andreea Sandu (izquierda) lloran angustiadas mientras que el operativo de la UME realiza labores de búsqueda de sus padres desaparecidos Álvaro Ybarra Zavala«Lo que yo me pregunto es que, cuando llamé al 112 a las dos y pico de la madrugada, me dijeron: 'Estate tranquila, que alguien irá a su casa'. Les di la dirección muchas veces y alguien que me contestó otra vez me preguntó: '¿Son dos señores mayores que están encima de una furgoneta?' Y yo le dije: '¡Sí, sí, son mis padres!' No entiendo desde aquella noche que, si mis padres han sido vistos, por qué nadie ha llegado hasta hoy, que está aquí la UME (Unidad Móvil de Emergencias del Ejército) buscándolos en esta zona que nosotros hemos rastreado», explica Petruta intentando contener el llanto. Pero no puede y, finalmente, se derrumba. «Ya no tengo ni lágrimas de llorar, pero me siento mal. ¡Los dos padres! ¡No puede ser! ¡Los dos a la vez! ¡Y es que han sido vistos! Si alguien en el 112 me dice que si son aquellas dos personas mayores encima de una furgoneta, es que los han visto. ¡Los han visto! ¿Por qué no ha ido nadie? », se pregunta llorando mientras su marido la consuela.Un equipo de la UME realiza labores de búsqueda de desaparecidos con un dron Álvaro Ybarra ZavalaAlertado por ABC, que conoció estas desapariciones el miércoles por la tarde, este jueves por la mañana acudió un equipo de la UME que está buscando cadáveres a un par de kilómetros de allí en el parque natural de la Albufera . Con perros, drones y militares que se meten en los arrozales hasta la cintura para hacer batidas palmo a palmo, el dispositivo trata de encontrar los cuerpos de Florin y Aixinia.Tras preguntar a un vecino que tiene una vaquería y descubrió hace unos días un cadáver en una acequia, que no era de ninguno de ellos, la UME llega a la casa de la pareja rumana, en el camino de Rabisancho, con cuatro camiones y un 'buggy' (pequeño vehículo todoterreno). Por si tienen que adentrarse en zonas pantanosas más profundas, llevan también un 'wally' (barca rígida a motor) y un kayak.La UME, en labores de búsqueda de dos desaparecidos por culpa de la riada Álvaro Ybarra ZavalaProcedente de León, este destacamento llegó a Valencia horas después de la catástrofe y hace unos días encontró en Alcudia el cadáver de un hombre que murió agarrado a un árbol. A la agonía de perecer ahogado se suma la metralla que, en forma de troncos, piedras, contenedores y hasta coches, arrastra la fuerza del agua. Manos a la obra, los soldados de la UME se sumergen en el arrozal contiguo a la casa, donde encuentran el móvil de Florin.Incluso a una veintena de metros, su hija Alice lo reconoce por la funda y acude corriendo a cogerlo. Tanto ella como su hermana lloran desconsoladas mientras se aferran al teléfono, último resto que les queda de sus progenitores. «No tenemos esperanza. Sabemos que no están con vida porque, además, mi madre estaba operada de una pierna y andaba coja. Mi padre la habrá subido encima de la furgoneta. ¡No sé cómo ha pasado! ¡No sé nada! Lo que sabemos es que no estarán con vida», se lamenta Petruta.Álvaro Ybarra ZavalaPor esos azares del destino, su madre tenía cita en el hospital al día siguiente de aquella noche fatídica, que ya jamás olvidaremos en España. «Estamos destrozados, sin comer, sin dormir y con esperanza de encontrar al menos sus cuerpos. O, igual hay algún milagro , y alguien los ha acogido. No sabemos. No sé si habrá algún milagro con ellos», reflexiona en voz alta Petruta, atenta a las labores de búsqueda de la UME y también a su bebé, de un año. Para darle el pecho, se mete en su coche mientras los militares continúan con el rastreo, que resultó infructuoso al final del día. A un kilómetro de allí, en el arcén de la carretera, parece que el sillón de Florin sigue esperándolo para ver el atardecer sobre los arrozales de la Albufera.
Cargando…
www.abc.es