Brianna Nofil, historiadora: “Se va a ganar mucho dinero en cada paso del proceso de deportación”

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Saliendo de Miami por el oeste en una solitaria y recta carretera, los Everglades se expanden alrededor y una instalación infame se esconde detrás de la arboleda: el Centro de Procesamiento de Servicios de Krome. Solía ser una base de pruebas de misiles antes de ser reconvertida para albergar migrantes detenidos que esperan su futuro, dentro o fuera de Estados Unidos. Al crecer en el sur de Florida, Brianna Nofil escuchaba que Krome era un lugar de desigualdad donde se retenía en condiciones terribles principalmente a inmigrantes haitianos. La existencia de un lugar así la llenó de curiosidad. “Siempre me interesó mucho saber qué era este espacio extraño en la comunidad. Es increíblemente inaccesible. Está geográficamente aislado. Y se encuentra en una especie de raro punto intermedio legal en el que se recluye a la gente, pero no por un delito. Esa paradoja estaba en el centro para mí. ¿Cómo desarrolla Estados Unidos este sistema de encarcelamiento masivo, que se parece al sistema carcelario criminal en todos los sentidos, pero que también es legalmente completamente distinto y separado?“, dice en una videollamada con EL PAÍS.

Esa curiosidad inicial no ha hecho sino agudizarse y formalizarse con el paso del tiempo, en paralelo a que la inmigración se ha ido haciendo cada vez más presente en el debate público con la irrupción en escena de Donald Trump. Durante 14 años, Nofil investigó el tema y el resultado ha visto la luz recientemente. A finales de octubre, The Migrant’s Jail: An American History of Mass Incarceration (La cárcel migrante: Una Historia americana de encarcelamiento masivo) fue publicado por Princeton University Press. Se trata de una examinación de un siglo de procesos políticos, ideológicos y económicos entre la burocracia migratoria de Estados Unidos y el sistema de justicia penal. Una relación que ha dado lugar al mayor sistema de encarcelamiento de inmigrantes del mundo. Hoy, cuando la amenaza de “la mayor deportación de la historia” va acompañada de un enorme interrogante que pregunta cómo podría llevarse a cabo algo así, los hallazgos y la perspectiva histórica de Nofil ofrecen pistas sobre un sistema y un conjunto de estrategias que ya están en marcha para la retención de inmigrantes en espera de juicio o expulsión.

La portada del libro 'The Migrant’s Jail: An American History of Mass Incarceration', de Brianna Nofil.

Pregunta. ¿Cuándo empieza la criminalización de los inmigrantes?

Respuesta. La forma en que se criminaliza ha cambiado con el tiempo, pero la primera ley de inmigración importante que aprueba Estados Unidos es la Ley de Exclusión China de 1882, que prohíbe toda migración de trabajadores chinos. En ese momento, la burocracia migratoria es bastante pequeña, entonces el país empieza a tener que plantearse cuestiones como si contratar a personas cuyo trabajo sea hacer cumplir la ley de inmigración o construir centros de detención para las personas retenidas o que queremos deportar. Es un problema logístico que sigue hoy en día. Pero fue a finales del siglo XIX que empezamos a ver cómo se empieza a construir parte de esta infraestructura, tanto en términos de precedentes legales que dificultan el acceso de los inmigrantes a los tribunales. Pero también de averiguar cómo los migrantes pueden ser retenidos y mantenidos en las cárceles.

P. ¿Y la ley de Extranjeros Indeseables de 1929?

R. Es la primera ley que penaliza el cruce no autorizado de fronteras. Antes, los delitos de inmigración eran únicamente civiles o administrativos. Pero con la aprobación de la ley de 1929, significa que no solo puedes enfrentarte a una detención administrativa por cruzar una frontera, sino que ahora también puedes enfrentarte a un castigo penal.

P. ¿Y se puede utilizar hoy en día?

R. Sí, la ley sigue vigente, pero no se aplica. Y parte de la razón es el coste de encarcelar a alguien. Estados Unidos prefiere deportar a alguien en lugar de acusarlo de un delito, encarcelarlo, detenerlo administrativamente y luego deportarlo. Es más barato. Sin embargo, parte de lo que vimos bajo la primera administración Trump fue que estaban aplicando esta norma. Gran parte de la separación familiar fue que los padres estaban siendo acusados penalmente por cruzar la frontera. Así que es un ejemplo del peligro de estas viejas leyes de inmigración, las cuales es imposible leer y no quedar impresionado por lo profundamente racistas que son, tan centradas en la eugenesia y las nociones de la migración mexicana como una amenaza. Y ahora es una ley que puede desplegarse estratégicamente.

P. ¿Y los solicitantes de asilo? ¿Cuándo fueron criminalizados?

R. Eso ocurre a finales del siglo XX. Al acabar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos tiene una idea muy concreta de cómo debe ser un refugiado. Imaginan a los refugiados como personas que esperan en Europa en campamentos, y luego Estados Unidos manda a buscarlos. Pero esto empieza a cambiar en la década de 1980, cuando, por primera vez, recibe un gran número de personas procedentes del Caribe que llegan principalmente a Florida y solicitan asilo. Esto va a suceder bajo la administración Reagan. Y se van a obsesionar con la idea de que tenemos que disuadir a los solicitantes de asilo. Así que la detención se convierte en una pieza central de eso. La administración Reagan es increíblemente explícita acerca de lo que están haciendo: esta idea de que si se puede hacer el proceso de solicitud de asilo lo suficientemente miserable, eso hará que la gente deje de intentarlo por completo. Todo esto contribuye a la noción emergente que aún persiste hoy en día, que los solicitantes de asilo son otra forma de inmigrante legal. Están burlando el sistema. Y que básicamente no deberían tener protecciones distintas de las de otros inmigrantes.

Trabajadores mexicanos indocumentados suben a autobuses para ser deportados, en 1954 en Los Ángeles, California.

P. ¿Qué peso tiene la detención de inmigrantes en el encarcelamiento masivo?

R. Es un componente enorme. Una de las razones es que la gran mayoría de las personas que entran hoy bajo custodia del ICE son detenidas por las fuerzas de seguridad locales. A medida que se han ido ampliando los recursos policiales y penitenciarios en Estados Unidos, también se ha ampliado el número de formas en las que se puede acabar en un procedimiento de deportación; y también ha aumentado el espacio para detener a los inmigrantes. Tanto por el auge de las empresas privadas de prisiones, muchas de las cuales empezaron construyendo cárceles normales, pero ahora obtienen la gran mayoría de sus ingresos de los centros de detención de inmigrantes, como porque el número de camas en cárceles y prisiones en Estados Unidos en general es tan alto que significa que hay mucho más espacio que el servicio de inmigración puede alquilar cuando quiere llevar a cabo deportaciones. Así que, aunque legalmente una es una forma de detención administrativa y la otra es una forma de castigo penal, se están llevando a cabo en el mismo espacio físico, y se refuerzan mutuamente.

P. ¿Por qué los servicios de inmigración no construyen sus propias cárceles?

R. El ICE alega que recurrir a contratistas privados hoy en día es más eficaz, que pueden construir más rápido y que es más barato. Sin embargo, creo que ambas afirmaciones son algo endebles. Creo que también hay otras razones de peso por las que el servicio de inmigración no quiere gestionar sus propias instalaciones. La principal razón es la responsabilidad y la visibilidad: dar estos contratos a empresas privadas de prisiones, a las localidades, aísla al servicio de inmigración, tanto legal como políticamente. Cuando se producen desastres, ya sean historias de abusos o levantamientos de inmigrantes en estas instalaciones, el servicio de inmigración casi siempre dice que es culpa de un mal contratista. Pueden señalar continuamente a estos contratistas como manzanas podridas mientras mantienen intacto el sistema general.

P. ¿Y ahora que Texas ha ofrecido terrenos para construir nuevos centros de detención en la frontera?

R. Tendremos que ver, una cosa que podemos sacar de la historia es que construir nuevos centros de detención desde cero rara vez es la primera opción del gobierno porque es muy caro. Y también llama mucho la atención: vas a tener manifestantes, mientras que si coges un edificio existente y empiezas a usarlo para la detención de inmigrantes, es mucho menos visible. Pero todo es posible, por lo que la otra cosa que me gustaría tener en cuenta es que si esto sucede, se va a hacer con contratistas privados. Alguien va a conseguir un suculento contrato para construir estas instalaciones y se va a ganar mucho dinero en cada paso del proceso de deportación.

P. ¿Cree que llega un momento en que el incentivo no es el control de la inmigración, sino la detención en sí misma porque es rentable?

R. Una de las formas en que funciona hoy el presupuesto de detención es que hay un mínimo de camas. Lo que eso significa en la práctica es que incluso si la demanda disminuye, el gobierno sigue pagando por ese número de camas de detención, en gran parte a contratistas privados. Y estas empresas privadas de prisiones son donantes importantes, pero son un villano fácilmente identificable si eres crítico con este sistema. Son solo la punta del iceberg de todas las empresas que se están beneficiando aquí. Las empresas de datos y software están ganando cantidades ingentes de dinero. Las empresas que trasladan físicamente a los migrantes entre los centros de esta red de detención. Las empresas que fletan los vuelos que deportan a los migrantes. Hay todos estos otros servicios, como la alimentación o la atención médica, que son necesarios para mantener con vida a las personas en estos centros de detención. Y todos y cada uno de esos servicios han sido subcontratados. Así que hay una cantidad impensable de dinero por hacer, incluso más allá de la propia empresa privada de prisiones.

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