Jess_Carroll
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El juego con los corchetes en el título de esta columna puede que asuste a algún lector . Pero me es útil para transmitir de un plumazo que me propongo considerar aquí cuatro formas de una sola palabra (o acaso de dos): braga, bragas, braguit a y braguitas . Estamos ante un peculiar caso de ese fascinante mecanismo de nuestra lengua que es el diminutivo.Preciso es explicar previamente la indistinción entre singular y plural en sustantivos que designan realidades que, siendo únicas, son al tiempo dúplices o integradas por dos partes simétricas. Son nombres de herramientas ( tijera / tijeras, tenaza / tenazas, alicate / alicates ), de auxiliares de la visión ( gafa / gafas, prismático / prismáticos ), de prendas de vestir ( pantalón / pantalones, calzón / calzones, calzoncillo / calzoncillos, leotardo / leotardos ). Estos sustantivos designan, lo mismo en su forma singular que en la plural —y ahí está el busilis—, una entidad única, un solo objeto . Pedimos en una óptica que nos ajusten las gafas y cuando nos han atendido oímos decir a quien lo ha hecho: Aquí tiene usted su gafa . La frase Dejó el pantalón encima de la cama significa exactamente lo mismo que Dejó los pantalones encima de la cama. Ambas significan que allí quedó la prenda, por más que la segunda sea potencialmente anfibológica: podría referirse a varios pantalones. Curiosa es también la construcción con un par de : un par de pantalones no son —en principio— dos pantalones, es solo uno. Vamos ya a los diminutivos. Sabido es que cuando añadimos a una palabra un sufijo de ese carácter no lo hacemos solo ni principalmente para denotar reducido tamaño de lo designado. Además del valor empequeñecedor, el diminutivo tiene bastantes otros: afectivo, expresivo, de cortesía, despectivo, irónico…La 'Nueva gramática de la lengua española' de la Academia certeramente añadió a esos matices de significación otro más: el eufemístico, por el cual el diminutivo rebaja el efecto de ciertas palabras que se perciben como incómodas o no convenientes en determinados contextos . Y brindó de ello tres ejemplos: las braguitas, la cosita, el culito .Además del valor empequeñecedor, el diminutivo tiene bastantes otros: afectivo, expresivo, de cortesía, despectivo, irónico…En efecto. Ligeramente tabuizadas la braga y las bragas como voces excesivamente crudas y aun groseras, sus diminutivos, la braguita y las braguitas, han venido acudiendo en su auxilio como la opción normal y preferida para referirse a la prenda en cuestión . Un niño o niña de corta edad lleva una braguita , sí, y esta es pequeña en el tamaño. Pero una mujer adulta también, por más que en tal caso las dimensiones de la prenda no sean necesariamente reducidas. Es el triunfo del eufemismo.Cierta marca de ropa interior femenina ha apostado resueltamente hace poco por la recuperación de braga frente a bragita . Rematando un spot con «Hagas lo que hagas, llámalas bragas», los creativos de su agencia de publicidad han acudido a un recurso bien conocido, el de la rima. Pero donde han dado muestras de notable olfato lingüístico ha sido en prensa y en mamparas urbanas, explayándose así: «30 años sin decir a gusto que hacíamos BRAGAS. Las llamábamos 'braguitas' porque braga sonaba como fuerte, vulgar… Pero braga es una palabra maravillosa y que da gusto decir. Así que a partir de hoy […] llamaremos a las cosas por su nombre: y a las bragas, bragas». (Los calzoncillos , por cierto, también un diminutivo, son otra historia).
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