‘Blackouts’, de Justin Torres: un relato apabullante sobre la patologización de la homosexualidad

wisozk.ahmad

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Qué extrañísimo artefacto es la segunda novela de Justin Torres. Blackouts llega más 10 años después de Nosotros los animales, relato de raíz autobiográfica sobre cómo el descubrimiento de su homosexualidad supuso la expulsión simbólica del autor de su familia puertorriqueña, ingreso en un hospital psiquiátrico incluido. No sucedió hace tanto: el escritor neoyorquino nació en 1980, lo que pone en duda la pertinencia de los relatos edificantes —”love wins”, “it gets better”— que han acompañado la institucionalización de la homosexualidad en Estados Unidos en las últimas décadas.

Descubrir, en las primeras páginas de este libro, que la acción transcurre en otra de esas “instituciones especializadas” a las que todavía se manda a los antiguos vagos y maleantes sugiere que podría ser una secuela oficiosa de aquella primera entrega, brillante pero algo convencional. Nada más lejos: el libro se sitúa en los parámetros de la novela experimental, compleja, confusa y casi monstruosa. No es una lectura fácil ni cómoda, pero desprende, con sus defectos y digresiones, su opacidad y sus delirios de grandeza, una ambición descomunal, una sensación de peligro que igualan pocos títulos recientes. Blackouts es una novela queer en el fondo y en la forma.

Juan y Nene, el narrador sin nombre, se encuentran en un viejo psiquiátrico en medio del desierto, años después de haber coincidido en otra clínica. El primero es un homosexual viejo, sabio y agonizante. El segundo, un veinteañero descarriado con los ojos de color whisky, artista y chapero “sin degree ni pedigrí”, que sufre apagones mentales (esos blackouts del título) durante los que se nubla su conciencia. Juan tiene un encargo para él: le pide que termine, tras su muerte, su gran proyecto inconcluso, una investigación sobre Desviaciones sexuales, volumen científico real —Torres dio con él cuando trabajaba en una librería de San Francisco— sobre los patrones de conducta de 40 hombres y 40 mujeres homosexuales y bisexuales. Se publicó en 1941, años antes de las pesquisas del famoso Alfred Kinsey. Su autor era el médico George Henry, aunque en el origen del proyecto estuviera Jan Gay, socióloga lesbiana que sería eliminada de su propia investigación y presentada como simple “asesora”. Lo que debía ser un acercamiento respetuoso y cómplice acabó contribuyendo a catalogar la homosexualidad como enfermedad mental. Así es como figuró en el DSM, biblia de la medicina estadounidense, hasta 1974.

El escritor estadounidense Justin Torres, en un retrato promocional.

Lo que seguirá es una larga conversación entre ambos personajes en el lecho de muerte de Juan; casi un diálogo socrático, tan postizo como iluminador, sobre los motivos de su exclusión social. Pese a su narración borrosa y su cronología imprecisa, que a veces rozan el simple capricho de autor, el resultado es de una riqueza discursiva apabullante. Blackouts dibuja una genealogía de la patologización de la diferencia sexual y desentierra los relatos borrados por la historia, empezando por el de Jan Gay y sus entrevistados anónimos. Torres reproduce páginas de ese manual de medicina, que aparecen intercaladas con su relato, solo que llenas de tachones que impiden leer íntegro el texto original. Se convierten en un puñado de fragmentos que, estando incompletos, cambian de significado. El proyecto homófobo del doctor Henry se convierte entonces en algo emparentado con la poesía visual. Torres reescribe y corrige la historia, pero sin borrar del todo el trazo que dejó ese pasado funesto.

Entre Juan y Nene se produce la transmisión de una cultura desviada, una herencia oral que hubiera desaparecido sin ese intercambio in extremis, la huella de un mundo pretérito que no ha desaparecido tanto como nos gusta creer. En este libro lleno de crucifijos, inundaciones y otras secuencias parabíblicas, los dos protagonistas parecen salir, pese al fuego y el azufre, más fuertes de la destrucción de Sodoma. Los guiños a Manuel Puig son evidentes, si uno cambia la cárcel por el sanatorio, así como las referencias a Edward Albee, Jean Genet o Tennessee Williams (“flores para los muertos”, reza uno de los leitmotiv del libro). Ellos guían al autor entre la niebla en un libro saturado de intertexto sobre la historia queer.

Pese a su narración borrosa y su cronología imprecisa, que a veces rozan el simple capricho de autor, el resultado es de una riqueza discursiva impresionante

Abundan en esta novela, entre líneas, las ideas estimulantes. La principal es la subversión de la clásica pareja de tantas narraciones homosexuales, compuesta por un anciano enfermo y un joven sin ningún capital al margen del sexual. Su relación, en este caso, va mucho más allá del mero deseo latente. Torres traza un paralelismo entre el destino gay y el de los inmigrantes, colectivos estigmatizados y criminalizados en los EE UU de la posguerra. Los dos son artífices de una poderosa contracultura que ha llegado, viva y coleando, hasta nuestros días.

Ganadora del prestigioso National Book Award en 2023, Blackouts es un relato de supervivencia, una historia protagonizada por huérfanos que buscan, a duras penas, remedio a su solitaria condición, característica de muchos de los relatos queer del presente. Si Juan es nostálgico de su pasado, no es porque fuera joven o especialmente feliz, sino por otros motivos. “No había padres ricos entre bambalinas. Nos manteníamos a flote unos a otros. Nos emborrachábamos sin control, y cuando uno caía en una espiral descendente, el resto iba detrás, para ayudar, para burlarse y quitarle hierro, hasta lograr que volviera a la superficie”, hace decir Torres a su personaje. La eclosión narrativa llega con el traspaso del testigo entre los dos hombres. Nene se convierte, hacia el final, en el siguiente storyteller de este frágil eslabón, en el custodio de un relato que deberá legar a las generaciones futuras, en el guardián de una historia fracturada, enredada, censurada y hecha de cenizas. Puede que, cuando están bien contadas, todas lo sean.

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