Beyoncé y su versión retrógrada del ‘Jolene’ de Dolly Parton: cuando la culpa de una infidelidad es de ‘la otra’

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Que el elemento más transgresor del nuevo disco de Beyoncé es el género musical escogido por la cantante texana no se le escapa ya a casi nadie. La propia Beyoncé ha explicado que la decisión de hacer un disco country, variedad tradicionalmente asociada en Estados Unidos a rednecks, banderas secesionistas y orgullo blanco (como el estado del que ella es oriunda), nació de una experiencia relacionada con este universo sonoro en la que la hicieron sentir que no era bienvenida: “Aquello simplemente me empujó a querer aprender, superar mis limitaciones y crear este trabajo, en el que mezclo diferentes tradiciones musicales”.



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A pesar de que no es la primera vez que un intérprete negro se readueña de los códigos del country (género cuyos orígenes son precisamente esos) y que además le da un significado contestatario a este giro, sí es verdad que toda la narrativa interna de Cowboy Carter (que así es como se titula el long play) contiene elementos con carga política y racial: en la pista titulada The Linda Martell Show rinde homenaje a Linda Martell, la primera cantante afroamericana en lanzar un disco de este género; el arte del disco imita el diseño de los carteles del ‘Chitlin circuit’, la red de locales de espectáculos seguros para gente afroamericana existente desde los años treinta; en Texas hold ‘em hay un riff de banjo que toca Rhiannon Giddens, una de las grandes difusoras y defensoras del vínculo de la música negra con este instrumento típico del country.

Y sin embargo, cuando a finales de la semana pasada por fin se pudieron escuchar todas las canciones de este anticipado lanzamiento, tanto fans como críticos tenían su atención fijada en una sola canción: la versión de Jolene, el clásico de 1973 de Dolly Parton. Y no era la reinterpretación del aspecto musical de la canción lo más analizado, sino la transformación radical de la letra que Beyoncé ha hecho con permiso de su autora original.

Jolene es una canción que pone el tema de la sororidad entre mujeres sobre la mesa porque, en su versión original, se puede escuchar cómo Dolly Parton le suplica de forma lastimera a otra mujer para que se aleje de su pareja. La propia Parton ha explicado que el tema está basado en hechos reales: escribió la canción después de que Carl Thomas Dean –con quien lleva casada desde 1964, aunque apenas hay imágenes de ellos juntos, porque siempre han protegido con celo su privacidad– comenzara a visitar con frecuencia a una empleada de banca y a pronunciar su nombre en sueños. Parton ha contado que fue la mujer la que se había encaprichado con su marido, y no al revés pero que él se dejaba hacer.

Como si fuera perfectamente consciente de que la pulsión infiel de su marido solo podía detenerse si la otra mujer involucrada prestaba su ‘ayuda’, Parton escribió una canción tierna y patética a partes iguales que la diva texana, Beyoncé, ha cambiado de pies a cabeza, siempre con consentimiento de la autora original, quien sigue firmando la canción.

Donde Parton decía “Jolene, Jolene, Jolene, Jolene/ te lo suplico no te lleves a mi hombre/Jolene, Jolene, Jolene, Jolene/ Por favor, no te lo lleves solo porque podrías”, Beyoncé ha introducido una amenaza: “Jolene, Jolene, Jolene, Jolene/ te lo advierto no vengas a por mi hombre/ Jolene, Jolene, Jolene, Jolene/ Por favor, no lo intentes solo porque crees que puedes.”

El cambio de registro se hace mucho más evidente en la siguiente estrofa. Donde Parton se dedicaba a alabar la belleza de la otra mujer: “Tu hermosura es incomparable/ con esos rizos de fuego/ con esa piel de marfil y esos ojos verde esmeralda/ tu sonrisa es como un soplo de primavera/ tu voz es como suave lluvia de verano/ y no puedo competir contigo, Jolene”, Beyoncé en cambio no solo se considera digna competidora sino que desprecia la belleza de la que a estas alturas ya es su contrincante. “Eres guapísima/ Pero hacen falta mucho más que belleza y miradas seductoras / para meterse entre un hombre feliz y su familia / Jolene, soy una mujer también / Los juegos que juegas no son nuevos / Y no quieres tener un problema conmigo”.

Beyoncé modifica también por completo la narrativa de los versos en los que Parton originalmente confiesa que no puede dejar de llorar cuando su marido dice el nombre de “la otra” en sueños y en los que le admite a Jolene que sabe que si ella lo desea su marido le será infiel, motivo por el que le ruega su cooperación.

Beyoncé en cambio se dedica a argumentarle a Jolene los motivos por los que ella cree que su hombre es “suyo”: “Hemos estado profundamente enamorados durante veinte años / He criado a ese hombre / He criado a sus hijos / Le conozco mejor de lo que se conoce a sí mismo / Puedo ver fácilmente por qué te atrae / Pero dispara tu tiro a otro cualquiera (ya me has oído)”.

El tono amenazante de la versión de Beyoncé fue recibido con ironía por algunas compañeras. La cantante Azealia Banks, conocida por su brutal honestidad, se atrevió incluso a dirigirse de forma personal y pública a Beyoncé en sus stories de Instagram para decirle: “Nadie encuentra ya atractivo a tu marido. Busca otro material para generar contenido”. Dicho comentario generó enorme revuelo porque las constantes infidelidades de Jay Z han sido objeto de rumores en la industria desde los inicios de la relación entre la cantante y el rapero, cuando ya mucho antes que Jolene era Rihanna la mujer de la que todo el mundo sospechaba.

Los rumores los acabó confirmando personalmente en 2017, cuando en una entrevista a pecho descubierto en The New York Times admitió que la lealtad conyugal no era su fuerte. En dicha entrevista, entonaba un sentido mea culpa en el que aparecía como excusa el proverbial caparazón emocional masculino que finalmente se rompe acudiendo a terapia: “Yendo a terapia aprendí que estaba en modo superviviente y cuando te pones así, ¿qué pasa? Que te encierras en ti mismo, bloqueas tus emociones e incluso con las mujeres, no puedes conectar. Y desde ahí, pues ocurren todos los desastres, como la infidelidad”, explicó para justificarse.

Beyoncé ha recibido críticas duras por cambiar el sentido sororo a la letra de Parton. No ha gustado al periodista especializado de Variety, ni al del Washington Post. Aunque la más feroz de todas ellas es quizá la de Stephen Kornhaber en The Atlantic, quien escribió: “En la primera escucha me carcajeé. Pero luego me dio tristeza: no es que hagan falta en la cultura popular más canciones sobre mujeres tirándose de los pelos por un hombre. Beyoncé ha reemplazado la vulnerabilidad que ha hecho de Jolene una de las mejores canciones de todos los tiempos por un por un puñado de clichés de ‘chica abusona’”. Y la polémica estaba servida: porque Beyoncé quizá había hecho una letra llena de clichés, pero no hay cliché más grande que ese de acusar de agresividad a una mujer negra por expresarse libremente. ¿No tiene derecho la cantante a generar una ficción en la que una mujer se enfurece con otra? La prestigiosa periodista cultural Nadira Goffe, de hecho, ha aportado otra posible lectura: ¿y si Beyoncé estuviese hablando desde el punto de vista de su madre, quien, notoriamente fue víctima de las infidelidades de su marido desde que sus hijas eran unas niñas?

En defensa de la cantante salió rápidamente la autora de la canción y titular de sus derechos, quien por supuesto tuvo que dar su aprobación a la letra y expresó su simpatía diciendo: “Acabo de escuchar el Jolene de Beyoncé. Wow. Le da problemas a esa chica y la verdad, se los merece”

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— Dolly Parton (@DollyParton) March 29, 2024

La veterana cantante abogó por el mismo sentido del humor que usó cuando hace dos años le explicó de nuevo a Oprah la relación que hubo entre Jolene y su marido: “Le encantaba ir al banco porque ella le prestaba mucha atención. Se convirtió en una especie de broma interna entre nosotros, yo le decía ‘Demonios, pasas demasiado tiempo en el banco, no creo que tengamos tal cantidad de dinero”.

Beyoncé, en cambio, es menos dada al humor y no es la primera vez que se cobra las infidelidades de su esposo con la “otra”, en lugar de con el responsable último, el marido. Cuando lanzó Lemonade en 2016, el disco en el que por primera vez abordaba de forma explícita temas raciales, el álbum incluía una canción titulada Sorry en la que mencionaba a una anónima “Becky with the good hair”. En concreto decía: “Siempre me quiere cuando no estoy. Pues mejor que llame a Becky la del buen pelo”. A pesar de que la cantante nunca reveló de forma oficial a quién se estaba dirigiendo, sus fans -que se autodenominan the beyhive, en un juego de palabras que mezcla el nombre de la diva Beyoncé, su seudónimo artístico más habitual, Queen Bey, con el vocablo colmena- rápidamente apuntaron a Rachel Roy, una diseñadora sobre la que llevaba habiendo rumores de infidelidad desde 2009.

Roy, una creadora de alcance y fama muy limitados, había trabajado como becaria en la firma de ropa deportiva fundada por el productor e íntimo amigo del esposo de Beyoncé, Damon Dash hasta 2005, cuando Jay Z compró la firma. El productor, que pasó a un segundo plano en el negocio, y la becaria, que montó su propia marca de moda, habían iniciado un romance que finalmente les llevó al altar, aunque en en 2009 se divorciaron. En ese momento los rumores de affaire entre la antigua becaria del socio de Jay Z y este empezaron a circular por Nueva York, según contó en su día la revista The Cut.

En 2014, la hermana de Beyoncé y su marido protagonizaron una sonadísima polémica cuando las cámaras del ascensor de un hotel les grabaron resolviendo sus diferencias a patada limpia. La causa de la pelea nunca trascendió oficialmente, aunque en varios medios se atribuyó a una discusión relacionada con las infidelidades de él. El escándalo fue global y la familia se vio obligada a emitir un comunicado en el tampoco explicaban los motivos por los que se había producido la tangana pero sí se disculpaban por sus actitudes violentas.


No fue hasta 2016, cuando Beyoncé incluyó la indirecta a su marido (supuestamente) y a la amante de este (supuestamente, también) en su disco, ocasión que Rachel Roy en persona aprovechó para subir una foto a Instagram en la que decía: “Good hair don’t care” y añadía un hashtag: “No drama queens”, que en español significaría algo así como: “Hago lo que quiero con mi pelo” y “No a las histéricas”. Justo después, la colmena de Bey, haciendo honor a su nombre, se lanzó a dar aguijonazos a Rachel Roy en forma de insultos en sus redes, denuncias falsas en Instagram y finalmente un hackeo que acabó bloqueando su Gmail y su iCloud. La diseñadora tuvo que denunciar el ciberacoso que estaba viviendo frente al Departamento de Policía de Los Angeles.

En una de las pistas sonoras del nuevo disco de Beyoncé, de hecho, hay una alusión explícita a “Becky la del buen pelo”. La hace precisamente Dolly Parton, quien habla unos minutos antes del arranque de Jolene para decir: “Hola Miss Honey Bey. Yo conocí a una mujer que me recuerda mucho a esa Becky tuya. La mía tenía rizos de fuego”.

Fue, de hecho, la propia Parton quien promovió la fusión entre titanas cuando hace dos años, durante una entrevista en el programa de variedades The Daily Show dijo que, a pesar de que Jolene ha sido reinterpretada en más de 400 ocasiones desde su primer lanzamiento, nunca nadie ha conseguido un gran éxito de ventas con una versión de esa canción. “Creo que tendría que hacerla alguien muy potente, como Beyoncé. Nada me haría más feliz que fuese ella quien lo intentase”. Parton aprovechó la ocasión para mencionar a otra intérprete negra que sí consiguió un enorme éxito global con una canción suya: “Ojalá logre lo que Whitney Huston con I will always love you. Convertir una de mis pequeñas tonadas en un himno”. La polémica ya está generada y el ruido hecho, ahora solo falta que la canción supere en las listas al Jolene original.


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