Evangeline_Denesik
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Al principio del año abundan los buenos propósitos para iniciar una rutina de ejercicios y ponerse en forma. Sin embargo, es muy complicado convertir estas intenciones en un hábito, especialmente para aquellas personas que van a empezar desde cero a practicar ejercicio. Entre tantas opciones, el baile resulta ser una excelente alternativa. Una revisión científica publicada este miércoles en la revista Plos One destaca que bailar es una forma eficaz para que las personas con sobrepeso y obesidad pierdan peso. También se ha demostrado que mejora significativamente la morfología del cuerpo, reduciendo principalmente la masa grasa y la circunferencia de la cintura.
“El ejercicio aeróbico, realizado semanalmente, puede facilitar eficazmente la pérdida de peso y, al mismo tiempo, mejorar la aptitud cardiorrespiratoria”, explican los autores del estudio. La clave de este éxito, en comparación con otras actividades, sería la capacidad de disfrutar divirtiéndose mientras se ejercita. “Comenzar la práctica de actividad física no es el desafío principal; el verdadero reto radica en mantener hábitos de ejercicio a largo plazo. Los participantes que obtienen placer de la actividad física son más propensos a continuarla, destacando el papel fundamental del disfrute como factor clave para la sostenibilidad de los hábitos de ejercicio a largo plazo.”
El equipo de la Universidad China de Hunan diseñó su investigación centrándose en un grupo demográfico específico: individuos con sobrepeso u obesidad, caracterizados por tener un índice de masa corporal (IMC) superior a 24 —el rango considerado normal en este baremo está entre 18,5 y 24,9, aunque los profesionales sanitarios lo ponen en entredicho— o un porcentaje de grasa corporal que exceda el 20% para hombres y el 25% para mujeres. En los estudios considerados en esta revisión científica, el baile era la única actividad practicada por los participantes, con una frecuencia de al menos cuatro veces por semana. Además, se incorporó un grupo de control que mantenía un estilo de vida estándar o realizaba actividad física regular sin restricciones estrictas.
La investigación se centró principalmente en evaluar la pérdida de grasa, teniendo en cuenta una gama de métricas que incluían masa corporal, circunferencia de cintura, porcentaje de grasa corporal, masa grasa en kilogramos y el índice cintura-cadera. “A través del metanálisis, hemos identificado que el baile reduce de forma eficaz todos los parámetros mencionados”, concluyen los investigadores. Sin embargo, reconocen que no se han encontrado diferencias significativas en el índice cintura-cadera. “Esto podría atribuirse a los efectos integrales de reducción de grasa inducidos por el baile, que se distribuyen de manera uniforme por todo el cuerpo en lugar de concentrarse en una región anatómica específica”.
Al analizar los diferentes subgrupos de formas de baile, se ha observado que la danza creativa, como la zumba, produce una mejora mayor en la composición corporal en comparación con el baile tradicional, cuya mejora es menos notable, probablemente por su baja intensidad. Antonio Pérez, jefe clínico del Servicio de Endocrinología del Hospital Sant Pau, enfatiza que cualquier cantidad de ejercicio, por más pequeña que sea, resulta beneficiosa para la salud. Remarca la importancia de la consistencia en cualquier plan de ejercicio o tratamiento preventivo, ya que su eficacia disminuye si no se mantiene a lo largo del tiempo. “El baile en particular ofrece el valor añadido de que, si te gusta, acabas entrenando con más frecuencia y además contribuye positivamente a la salud mental”, subraya.
En cuanto a la edad de los participantes, los autores concluyen que el baile es particularmente adecuado para la población joven —menor de 45 años— como alternativa a los protocolos tradicionales de ejercicio en términos de pérdida de grasa. “Es probable que los jóvenes tengan una ventaja debido a su capacidad para alcanzar y mantener una intensidad de entrenamiento adecuada, lo que es crucial para la quema de grasa”, argumenta Pérez. No obstante, advierte de que estas observaciones son preliminares y deben interpretarse con cautela, considerando que aún está pendiente una evaluación exhaustiva de más estudios.
Aunque incide en las limitaciones de esta investigación —solo se pudo analizar los resultados de una decena de trabajos, con un total de 646 participantes—, el doctor Cristóbal Morales considera que las conclusiones son “prometedoras”, ya que están en consonancia con lo que la comunidad científica ha estado señalando desde hace tiempo en lo que respecta a la salud metabólica. “Cuando el ejercicio físico es divertido y sostenible, se notan los resultados en la salud de los pacientes”, explica el endocrino del Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla.
Asimismo, destaca el hecho de que la revisión científica no se centra únicamente en la pérdida de peso, sino que también tiene en cuenta otros factores como la masa grasa y la circunferencia de la cadera. “Llevamos años luchando desde la consulta contra la idea de que solo el peso de los pacientes debería determinar su estado de salud. En la endocrinología actual, rechazamos la existencia de una única talla normativa. Lo que buscamos es fomentar la creación y mantenimiento de hábitos de vida saludables a largo plazo”, añade. “La obesidad es una enfermedad crónica y compleja que afecta a la mitad de la población adulta; no se puede reducir a un simple número”.
“Uno de los mayores problemas que tenemos a la hora de hacer ejercicio es lo que se llama adherencia, que es la capacidad de crear un hábito”, explica César Bustos, vocal de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) y experto en ejercicio físico. “Sin embargo, una actividad como el baile genera adherencia de manera más fácil y rápida. Es divertida, se practica en grupo y, al tener una baja intensidad, no requiere de una buena forma física para empezar”, explica.
Aun así, Bustos recuerda que, precisamente porque es una actividad de bajo impacto, a largo plazo seguramente necesitará complementarse con una rutina de ejercicios más intensa. “Es muy adecuado al principio, para permitir que las personas con obesidad comiencen a moverse sin correr el riesgo de sufrir lesiones. Además, es una actividad inclusiva, ya que no te sientes juzgado”, insiste Bustos. “Pero una vez que se ha incorporado el hábito en su rutina, es fundamental mantener una buena alimentación e incrementar el nivel de entrenamiento. De lo contrario, es probable que se recupere rápidamente el peso perdido”.
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“El ejercicio aeróbico, realizado semanalmente, puede facilitar eficazmente la pérdida de peso y, al mismo tiempo, mejorar la aptitud cardiorrespiratoria”, explican los autores del estudio. La clave de este éxito, en comparación con otras actividades, sería la capacidad de disfrutar divirtiéndose mientras se ejercita. “Comenzar la práctica de actividad física no es el desafío principal; el verdadero reto radica en mantener hábitos de ejercicio a largo plazo. Los participantes que obtienen placer de la actividad física son más propensos a continuarla, destacando el papel fundamental del disfrute como factor clave para la sostenibilidad de los hábitos de ejercicio a largo plazo.”
El equipo de la Universidad China de Hunan diseñó su investigación centrándose en un grupo demográfico específico: individuos con sobrepeso u obesidad, caracterizados por tener un índice de masa corporal (IMC) superior a 24 —el rango considerado normal en este baremo está entre 18,5 y 24,9, aunque los profesionales sanitarios lo ponen en entredicho— o un porcentaje de grasa corporal que exceda el 20% para hombres y el 25% para mujeres. En los estudios considerados en esta revisión científica, el baile era la única actividad practicada por los participantes, con una frecuencia de al menos cuatro veces por semana. Además, se incorporó un grupo de control que mantenía un estilo de vida estándar o realizaba actividad física regular sin restricciones estrictas.
La investigación se centró principalmente en evaluar la pérdida de grasa, teniendo en cuenta una gama de métricas que incluían masa corporal, circunferencia de cintura, porcentaje de grasa corporal, masa grasa en kilogramos y el índice cintura-cadera. “A través del metanálisis, hemos identificado que el baile reduce de forma eficaz todos los parámetros mencionados”, concluyen los investigadores. Sin embargo, reconocen que no se han encontrado diferencias significativas en el índice cintura-cadera. “Esto podría atribuirse a los efectos integrales de reducción de grasa inducidos por el baile, que se distribuyen de manera uniforme por todo el cuerpo en lugar de concentrarse en una región anatómica específica”.
Al analizar los diferentes subgrupos de formas de baile, se ha observado que la danza creativa, como la zumba, produce una mejora mayor en la composición corporal en comparación con el baile tradicional, cuya mejora es menos notable, probablemente por su baja intensidad. Antonio Pérez, jefe clínico del Servicio de Endocrinología del Hospital Sant Pau, enfatiza que cualquier cantidad de ejercicio, por más pequeña que sea, resulta beneficiosa para la salud. Remarca la importancia de la consistencia en cualquier plan de ejercicio o tratamiento preventivo, ya que su eficacia disminuye si no se mantiene a lo largo del tiempo. “El baile en particular ofrece el valor añadido de que, si te gusta, acabas entrenando con más frecuencia y además contribuye positivamente a la salud mental”, subraya.
En cuanto a la edad de los participantes, los autores concluyen que el baile es particularmente adecuado para la población joven —menor de 45 años— como alternativa a los protocolos tradicionales de ejercicio en términos de pérdida de grasa. “Es probable que los jóvenes tengan una ventaja debido a su capacidad para alcanzar y mantener una intensidad de entrenamiento adecuada, lo que es crucial para la quema de grasa”, argumenta Pérez. No obstante, advierte de que estas observaciones son preliminares y deben interpretarse con cautela, considerando que aún está pendiente una evaluación exhaustiva de más estudios.
Aunque incide en las limitaciones de esta investigación —solo se pudo analizar los resultados de una decena de trabajos, con un total de 646 participantes—, el doctor Cristóbal Morales considera que las conclusiones son “prometedoras”, ya que están en consonancia con lo que la comunidad científica ha estado señalando desde hace tiempo en lo que respecta a la salud metabólica. “Cuando el ejercicio físico es divertido y sostenible, se notan los resultados en la salud de los pacientes”, explica el endocrino del Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla.
Crear un hábito saludable
Asimismo, destaca el hecho de que la revisión científica no se centra únicamente en la pérdida de peso, sino que también tiene en cuenta otros factores como la masa grasa y la circunferencia de la cadera. “Llevamos años luchando desde la consulta contra la idea de que solo el peso de los pacientes debería determinar su estado de salud. En la endocrinología actual, rechazamos la existencia de una única talla normativa. Lo que buscamos es fomentar la creación y mantenimiento de hábitos de vida saludables a largo plazo”, añade. “La obesidad es una enfermedad crónica y compleja que afecta a la mitad de la población adulta; no se puede reducir a un simple número”.
“Uno de los mayores problemas que tenemos a la hora de hacer ejercicio es lo que se llama adherencia, que es la capacidad de crear un hábito”, explica César Bustos, vocal de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) y experto en ejercicio físico. “Sin embargo, una actividad como el baile genera adherencia de manera más fácil y rápida. Es divertida, se practica en grupo y, al tener una baja intensidad, no requiere de una buena forma física para empezar”, explica.
Aun así, Bustos recuerda que, precisamente porque es una actividad de bajo impacto, a largo plazo seguramente necesitará complementarse con una rutina de ejercicios más intensa. “Es muy adecuado al principio, para permitir que las personas con obesidad comiencen a moverse sin correr el riesgo de sufrir lesiones. Además, es una actividad inclusiva, ya que no te sientes juzgado”, insiste Bustos. “Pero una vez que se ha incorporado el hábito en su rutina, es fundamental mantener una buena alimentación e incrementar el nivel de entrenamiento. De lo contrario, es probable que se recupere rápidamente el peso perdido”.
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