Jovani_Hoppe
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Toda comunidad humana teme, en grados diversos, al disenso y a la corrupción. Aspira a la unanimidad y rechaza lo que amenaza con disolver sus lazos o pervertir sus costumbres. Teme al extranjero, pero también teme a quien viola en su seno los códigos morales. Y para evitar que esto ocurra inventa esos miedos irracionales que llamamos tabúes, cuya misión es unificar los comportamientos grupales e imponerlos sobre el individuo. Quien los cumple es de los nuestros; quien los transgrede, cuestiona el orden e invoca la entropía. Por eso merece el peor de los castigos, que es convertirse en paria, en una amenaza interna o en algo que también podríamos llamar un 'bad hombre'.Aunque parece que estuviera evocando los estudios antropológicos de Mary Douglas, en realidad estoy hablando de la última novela de Pola Oloixarac , que precisamente se titula así, 'Bad hombre', y plantea una pregunta muy antropológica. ¿Qué debe hacer alguien hoy en día, en nuestras sociedades posmodernas, para que se le considere una amenaza contaminante y se le expulse de la comunidad? Donald Trump lo tenía claro . Los 'bad hombres' eran los migrantes mexicanos que habían cruzado la frontera para delinquir y violar, y que él mismo se encargaría de expulsar. Para Oloixarac, en cambio, un 'bad hombre' puede ser cualquier persona, incluso una mujer o ella misma, como lo comprobó cuando una acusación anónima puso en duda su participación en un festival literario. «Negacionista», decía el mensaje, algo gravísimo que inmediatamente encendió las alarmas. ¿Podía una filonazi ser parte de la comunidad de escritores? Estaba claro que no.Hay dos temas tabú que pueden caer sobre alguien para marcarlo y desplazarlo a la orilla del mal, de lo indeseable. La negación del Holocausto es uno de ellos, y el otro es la agresión sexual. El nazi y el violador no pueden hacer parte de nuestra comunidad. Son una amenaza que debe mantenerse al margen. Pero el tabú que protege a la comunidad también puede destruir al individuo. Si una causa moral urgente se instrumentaliza con fines distintos, el resultado es la invención arbitraria del bad hombre. Así inicia esta novela. Oloixarac quiere entender por qué, entre 2016 y 2018, recibió tantos mensajes que la animaban a destruirle la vida a determinados hombres. La respuesta que encuentra es que las comunidades de las que hacemos parte se han vuelto muy competitivas. Hay muchos escritores peleando por las migajas que reparte el campo literario y hay demasiados académicos aspirando a la misma cátedra. Y esto, para muchos, supone la frustración. También la tentación de usar el tabú para resarcir egos heridos o eliminar del camino a los competidores; de deshacerse de lo que molesta al individuo convirtiéndolo en una amenaza para la sociedad. Y esto, descubre Oloixarac, lo está haciendo por igual la derecha y la izquierda. Ambas apelan al orden y a la pureza para convertir al diferente en 'bad hombre' y así poder expulsarlo con buena consciencia de la comunidad.
Carlos Granés: 'Bad hombre'
Quien los cumple es de los nuestros; quien los transgrede, cuestiona el orden e invoca la entropía
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