Ayuso cierra un año caótico para la oposición en Madrid y con dos rivales menos

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La Asamblea de Madrid ha celebrado la Navidad por primera vez en 17 años. El presidente de la Cámara, Enrique Ossorio, con el apoyo de toda la Mesa, decidió romper con una sequía que duraba ya demasiado y que se impuso primero por la crisis económica de 2008 y años después por la falta de entendimiento de los partidos incluso para invitar a una copa festiva a todos los trabajadores de la casa. Así evitaron durante más de una década tener que brindar juntos por nada. En realidad, las peleas políticas en la Asamblea siguen siendo descarnadas , pero al menos en esta ocasión todos se han puesto de acuerdo para brindar con cava por las fiestas y el año nuevo. Allí, en el atrio interno del edifico principal del Parlamento madrileño, se dieron cita los portavoces de los cuatro grupos parlamentarios, que posaron al final sonrientes en una misma foto junto a los periodistas: Carlos Díaz-Pache, del PP, Manuela Bergerot, de Más Madrid, Jesús Celada, del PSOE, e Isabel Pérez Moñino, de Vox. Más allá de la anécdota, lo significativo es que de los cuatro solo uno se mantenía en el mismo puesto desde el principio de legislatura: el representante del PP. Los demás han ido cubriendo las vacantes que han dejado sus anteriores jefes de filas, tras caer todos, por diferentes motivos, en su pelea política frente a Isabel Díaz Ayuso.La foto fija que deja la Asamblea de Madrid al final de año tiene poco que ver con la que se tomó tras las elecciones de mayo de 2023, con la excepción de la bancada del PP y del Gobierno regional de Ayuso, donde no se ha producido ningún cambio relevante. Los populares se han dedicado a aprobar un total de 16 leyes con su mayoría, incluidos dos Presupuestos regionales. Todos los 'sucesos' políticos se han vivido en los escaños de enfrente. Noticia Relacionada estandar Si Óscar López reclama a sus diputados en Madrid más dureza contra Ayuso y más defensa de Sánchez Mariano CallejaLos datos son como mínimo llamativos. Desde que Ayuso es presidenta de la Comunidad de Madrid, puesto al que llegó en 2019 tras perder las elecciones autonómicas y lograr los votos de Ciudadanos y Vox para su investidura, un total de 14 adversarios políticos directos en la Asamblea de Madrid han ido cayendo a su alrededor, de todos los colores políticos. Y eso sin contar con la crisis interna del PP de 2022, que se llevó por delante al presidente nacional de ese partido, Pablo Casado, y a su secretario general, Teodoro García-Egea, por su enfrentamiento con Ayuso. A los mandosLa última 'víctima' política de la presidenta autonómica ha sido Juan Lobato. La izquierda madrileña lo ha intentado con 12 dirigentes distintos para intentar desgastar a Ayuso, sin ningún éxito. Uno detrás de otro han ido cayendo. Y ahora llega un relevo más: Óscar López toma los mandos del PSOE madrileño y Jesús Celada asume las funciones de portavoz en la Asamblea, ante la ausencia de López, que no tiene acta de diputado. El PSOE es sin duda el partido que más ha tratado de desactivar a Ayuso, pero sus intentos hasta ahora solo han acabado en frustración y crisis internas. Desde que es presidenta regional, los socialistas madrileños han tenido ya tres secretarios generales: el primero fue José Manuel Franco, que dimitió tras el desastre del PSOE en las elecciones autonómicas de 2021. Le sucedió Juan Lobato, tras ganar las primarias al alcalde de Fuenlabrada, Javier Ayala. Lobato dimitió el pasado mes de noviembre y le sucedió Óscar López, en este caso sin primarias ni nada parecido. Al ser el único candidato, fue proclamado secretario general sin más trámites. En apenas tres años, el PSOE de Madrid ha tenido, además, dos gestoras, con Isaura Leal al frente, la primera tras la dimisión de Franco y la segunda tras la renuncia de Lobato.En las candidaturas a la presidencia de la Comunidad de Madrid el PSOE tampoco ha tenido más estabilidad: Ángel Gabilondo se presentó a las de 2019 y 2021, en las primeras ganó, pero no fue capaz de lograr una mayoría en la Asamblea, y en las segundas sufrió un duro batacazo, que apartó al PSOE hasta la tercera posición, por detrás de Más Madrid. Hana Jalloul fue la portavoz durante la gestora que se creó tras la dimisión de Gabilondo, y la sustituyó Juan Lobato desde octubre de 2021. En las elecciones de 2023 no consiguió recuperar la segunda posición y tras la convulsión interna del pasado mes de noviembre Lobato renunció al puesto de secretario general. Como portavoz le sustituyó Jesús Celada. En definitiva, «un follón», según lo describió Ayuso en la última cena de Navidad del PP de Madrid. Ayuso, por cierto, está convencida de que Óscar López no será el próximo candidato del PSOE de Madrid a las elecciones autonómicas, pero para eso faltan dos años y medio, y si en política eso es mucho, en la historia de los socialistas madrileños es una eternidad. López, para empezar, podría tener, en este caso sí, competencia interna en su eventual candidatura. Juan Lobato no descarta en absoluto presentar su propia opción ante las primarias que tendrían que celebrarse a finales de 2026. Dependerá, en todo caso, de cómo vea el partido y del apoyo que crea que puede tener entre los militantes. Cuando dimitió, fuentes próximas al exsecretario general aseguraron que contaba con «más apoyo» que el que tuvo en las primarias de 2021, cuando se impuso a Ayala por el 61 por ciento de los votos.El PSOE de Madrid celebra su congreso regional el 1 y 2 de febrero. De ahí tendrá que salir la nueva ejecutiva que acompañará a López en esta etapa. Y esa ejecutiva decidirá quién será el portavoz en la Asamblea para enfrentarse a Ayuso hasta el final de legislatura. La continuidad de Celada, un político considerado 'neutral' en las guerras internas, se presenta complicada. Además, López y su nueva ejecutiva podrían instar a Lobato a renunciar a su acta de senador, un puesto al que el exlíder de los socialistas madrileños no ha querido renunciar y que le sitúa en el escenario político nacional, algo clave si tiene otros objetivos en su partido a medio o largo plazo. Los lobatistas se replieganDe momento, los lobatistas se han replegado. Hasta hace mes y medio controlaban el partido en Madrid y el grupo parlamentario. Ahora ven cómo los otrora críticos dentro de su grupo se han hecho fuertes y la mejor opción para ellos ha sido dar un paso atrás. Ante el congreso regional de febrero no tienen ninguna intención de dar la batalla. Toca cierre de filas y expresiones de lealtad al nuevo secretario general. El mensaje es unánime: «Unidad», algo en lo que les insistió el secretario general en la reunión que mantuvo con el grupo parlamentario. En los últimos plenos, Ayuso observaba el 'follón' de los socialistas desde su escaño y deseaba suerte al nuevo portavoz para que le permitiesen durar «al menos unos meses». Más a la izquierda, desde la posición de Ayuso en el hemiciclo, se sientan los 27 diputados de Más Madrid, cuyo lío interno es aún más peliagudo, aunque por motivos diferentes. Para ser precisos son 27 en teoría, porque en la práctica una de sus diputadas, Loreto Arenillas, lleva dos meses sin pisar la Asamblea de Madrid, tras el estallido del 'escándalo Errejón'. Arenillas, que fue jefa de gabinete del antiguo jefe de filas de Más Madrid, anunció en un primer arrebato que dimitía como diputada. Pero de eso, nada. Han pasado los días, las semanas y los meses y sigue con su nómina de diputada. Eso sí, sin acudir a un solo Pleno. Cuando se iba a cumplir la tercera sesión consecutiva sin su presencia, lo que ya es sancionable, se hizo público que había pedido una baja médica, algo que le permitió esquivar la multa. Y de momento continúa en esa situación. La respuesta de Bergerot cada vez que la prensa le pregunta por Arenillas no cambia: sonríe mientras dice «sin novedad». La crisis de Errejón ha pasado por Más Madrid sin producir dimisiones, tampoco de Manuela Bergerot, que era secretaria de Organización cuando supuestamente se produjo el aviso de Arenillas sobre un caso de acoso. Pero el grupo parlamentario ha quedado tocado, no se sabe si hundido, porque el escándalo afecta directamente a su línea de flotación, al dejar en evidencia su bandera feminista.En ese contexto, Ayuso no lo tiene difícil a la hora de doblar el pulso a Más Madrid, pues su punto débil está al descubierto y cerrado en falso. Y le queda Vox, su antiguo socio, el que le hizo la vida imposible durante la anterior legislatura y le bloqueó los últimos presupuestos antes de las elecciones. Con mayoría absoluta, Ayuso no ha tenido piedad con Vox. No le concede ni agua en el debate político. Cero generosidad a la hora de reconocer una sola de sus iniciativas, por mucho que coincidan con las suyas. Este año se ha llevado por delante a otra de las adversarias clásicas de Ayuso: Rocío Monasterio, que renunció a su acta de diputada por discrepancias con la dirección nacional de su partido, con la que la incomunicación parecía ya no tener vuelta atrás. A la presidenta le faltó fumarse un puro mientras veía caer a otra de sus rivales. Una más. Como portavoz de Vox aterrizó Isabel Pérez Moñino, la enésima rival de Ayuso en lo que va de legislatura.

 

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