Tate_Corwin
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Nació con la inclinación a reírse de las películas de terror y acabó fundando la saga más conocida del género. Scream, como luego haría su parodia Scary Movie, se burlaba de las convenciones del slasher, pero al mismo tiempo elaboraba uno catedralicio. La primera entrega se estrenó en 1996, con el subtítulo en España de Vigila quién llama, y está disponible en Netflix, Max, SkyShowtime y Movistar Plus+.
Scream era cine de terror para espectadores curtidos en el género. De hecho, cuando llama a su primera víctima, Ghostface quiere saber cuál es su película de miedo favorita. Este subtexto referencial hace de Scream una joya de terror posmoderna y la aparta del título al que le arrebata la premisa, Llama un extraño. La efectiva caracterización de Ghostface, tan sencilla como aterradora, también aportó lo suyo a la preservación del legado de Scream. Te contamos cómo se escogió la máscara de Scream.
La máscara más famosa del mundo
En los Estados Unidos, no tiene rival. Cada Halloween, la máscara de Ghostface es la más vendida en el país. Por ello, la factoría Fun World, de la que proviene el rostro que atemoriza Woodsboro, espera ansiosamente la llegada del 31 de octubre. Quién iba a decírselo a su creador cuando, en 1991, diseñó la máscara.
El año es correcto. Para cuando Scream se estrenó en 1996, la máscara llevaba cinco años vendiéndose. Aunque está muy extendido el mito de que el equipo de vestuario de Scream delineó una máscara inspirándose en El grito de Munch, la historia real es más simple. Ghostface estaba acechando, sin que Craven y los suyos lo supieran, entre las sombras.
Desde el principio, la caracterización del villano había sido un quebradero de cabeza. Wes Craven descartaba todos los proyectos que se le presentaban. Un día, examinando por enésima vez las montañas de máscaras de las que disponían, el director encontró una que le gustó. Como contó el guionista Kevin Williamson, Craven observó el que sería el símbolo de Ghostface y comentó que le recordaba a El grito de Munch.
Debido a que la máscara ya existía, el equipo de vestuario la tomó como modelo para elaborar hasta veinte versiones diferentes. Ninguna fue del gusto de Craven, que preguntó si no sería más fácil, simplemente, comprar los derechos de la máscara original. Así se hizo.
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