Apichatpong Weerasethakul: «Tuve una experiencia sobrenatural: fue más un olor y una sensación, no fue algo visual»

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Monos espectrales, princesas que hacen el amor con peces, mujeres-antena… y lo verdaderamente sobrenatural. En ' Memoria ' (2021), la última película de Apichatpong Wheresetakul , el personaje de Tilda Swinton va a un estudio de grabación con un productor para tratar de recrear el sonido que escucha en sus noches insomnes : un golpetazo como de grúa contra una superficie metálica. U otra cosa, porque justo va de esto: de la impotencia de las palabras para contar la realidad, de la parte contratante incapaz de lo intelectual. Y hacia eso apunta el trabajo del cineasta, también hacia mucho más.'Joe', como se conoce en el extranjero a Wheresetakul, es el invitado junto a su amigo Béla Tarr a una conversación estelar con tintes irrepetibles, en estos 'Encuentros de Pamplona', que han contado con la moderación de Lois Patiño y Garbiñe Ortega . El autor de ' El tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas ' dirá ahí que las artes y la filosofía son apaños inventados por el ser humano para rellenar algún tipo de vacío, que igual no hay que pensar y solo ser. Ser junto a un árbol, por ejemplo. Muy oriental y espiritual . Y viceversa. Aquí nos rebatirá, mentando a Víctor Erice .El cineasta tailandés, ganador de una Palma de Oro en Cannes y otros laureles, viene de una cultura animista con la que trabaja codo con codo etéreo, un cine independiente que recibe tantos dieces como ceros en Filmaffinity por unas películas serenas y marcianas. Sobre nuestro entrevistado, Béla Tarr dice ante el Baluarte pamplonica lleno: «Es el cineasta más tierno que existe hoy en día. Cuando veo su trabajo, la primera palabra que me viene es 'cariño'».—'Memoria' es su primera película rodada fuera de Tailandia. ¿Por qué se dice que es su primera cinta en inglés cuando se grabó en Colombia y hasta Tilda Swinton habla en español? ¿No es imperialista?—Entiendo lo que dices. Como que el mundo intenta dividir entre lo inglés y lo no-inglés. Y ya. Así es cómo funciona, pero no me importa. Como mi nombre, que es muy largo. Y la gente dice: «Oh, lo siento, no puedo…». Es solo un nombre. Me llaman 'Joe' por esa razón. —Los recuerdos son uno de los grandes temas de sus películas. ¿Por qué el hipocampo es tan importante para usted?—Hay un cine para mí que es una autoreflexión sobre mi propia memoria. Y a veces no solo sobre la memoria en sí sino sobre el acto de reflexión. Eso sucede cuando, por ejemplo, visitas a alguien en el hospital o vas a un funeral. Eso es muy diferente de otras películas en las que vas para olvidar. Vas a ver un superhéroe y luego no reflexionas, sino que te entretienes de diferentes maneras. Para mí la reflexión es otro tipo de entretenimiento . De alguna manera, creas otra vida a través de la reflexión, que está vinculada con vivir y crear vida artificial y también con la muerte. Así que la película automáticamente pone estos temas en marcha, que son muy simples y auto reflexivos sobre la reflexividad.Apichatpong Wheresetakul Eduardo Sanz—También muestra elementos sobrenaturales, como naves espaciales o médiums, y a la vez un ritmo moroso como la vida real.—Existe una realidad inevitable, la realidad de los espíritus y los fantasmas, que no se centra del todo en los humanos pero también. Es solo una parte de un flujo diferente de distintos tipos de seres. No digo que crea pero a veces no puedes evitarlo. Miras los árboles y piensas que hay un espíritu ahí. Creo que esos tipos de capas de la realidad existen. Y la cultura animista resalta esto. Pero incluso en tu cultura o en otras, en la vida cotidiana, existe esta capa de realidad. Creo que la verdad última es que la percepción humana es realmente subjetiva. Así que tu realidad, tu tiempo, todo es relativo. Y esto tal vez se refleja en la película en el ritmo, por eso la consideras lenta. Pero mi tiempo ha sido muy diferente a lo largo de los años y en distintos momentos. El tiempo de la película y el personal son diferentes.—¿Ha tenido experiencias sobrenaturales?—Me temo que esto no es totalmente novedoso, porque siempre cuento esta historia. Cuando estudiaba Arquitectura, estaba trabajando a las 3 de la mañana en mi habitación y escuché a un perro ladrando. Luego el ladrido se fue acercando más a mi casa y, entonces, el perro de nuestra casa, que estaba abajo, no ladró sino que aulló, algo como «oooh». Después, sentí un viento que me golpeó en la cara, a pesar de que todo estaba cerrado: las ventanas, el aire acondicionado y las cortinas no se movían. Pero ese viento traía consigo un olor a incienso. Sentí escalofríos y el viento parecía dirigirse hacia la puerta. Luego, vi que el perro del vecino estaba sosteniendo algo en su boca. No puedo explicar esto, así que pensé: «Está bien, eso fue algo sobrenatural». Tal vez sea la única experiencia que he tenido. Fue más un olor y una sensación, no algo visual. No es que yo esté 100% interesado en esto, simplemente es parte de la vida. Tailandia es una cultura budista animista. Y está en todas partes: en los medios de comunicación con los que crecí, en las viejas películas tailandesas, en las películas asiáticas, en nuestras historias y hasta en el colegio.—¿Cuáles son sus directores favoritos?-Hay tantos. Me gusta Oliveira, Béla Tarr… Me gusta Marcel Duchamp, el artista. John Cage. Creo que estas personas realmente reflejan el mundo.—En la era más acelerada de la historia, ¿se siente un miembro de la Resistencia?-Quizá una reacción. O no. No he pensado en ello. Yo lo que hago es sincronizarme con la velocidad… No sé... ¿Qué piensas? (le pregunta a la curadora de cine y productora Garbiñe Ortega, que nos acompaña)—Es interesante, porque no sé si lo haces a propósito pero se siente como que todo va en este ritmo muy rápido pero tus películas nos sitúan en un estado mental con un gran contraste con el mundo exterior.—Gracias. Sí, un contraste y de palabras… porque hablabas de la visión imperialista del inglés, ¿no? Es lo mismo, esa visión imperial sobre el cine. La comparación que se inicia con: «Ah, esto es lento, esto es rápido», ¿sabes? Pero cuando nos fijamos en 'For Bruce' (la instalación que ha hecho en Pamplona en homenaje a su amigo el cineasta experimental Bruce Baillie), la gente dice que es lenta. Pero cuando se mira realmente suceden un montón de cosas en la imagen. Muchísimas. Así que, de nuevo, es algo relativo. Y el término de 'cine lento' es bastante cuestionable. —En esta época del scroll infinito y los microvídeos en TikTok, ¿se puede pensar con claridad a toda velocidad?—Para mí, la atención es difícil. Creo que la atención es estar abierto. Cuando limitas tu atención para centrarte en algo, el mundo desaparece o pierdes la belleza de la propia vida. Pero, por supuesto, es una elección. Tienes diferentes tipos de comida, pero luego hay que elegir. Yo no uso TikTok.El cineasta tailandés junto a Garbiñe Ortega Eduardo sanz—En sus filmes hay un telón de fondo como los choques entre los comunistas en Nabua y el ejército tailandés, o en 'Memoria' la guerrilla en Colombia. Muchas cosas, decía...—Respecto a Tailandia siempre he tenido la necesidad de entender y darle sentido a mi propia existencia allí. Hemos hablado del propósito de hacer cine, ¿no? ¿Es para entretener o para algo más? Esto forma parte de ello: educar para también dar sentido a algo. ¿A qué? A la vida misma. Y en Colombia, hay una comprensión de fondo: la violencia y las situaciones políticas ya han sido retratadas hasta la saciedad en los medios y el cine. Tanto que, al pensar en Colombia, lo primero que surge son las drogas y demás clichés. Claro, hay un problema de drogas, la gente sufre, has sido testigo de eso. Pero con el cine como marco, ¿cómo navegas a través de eso? ¿Cómo ofreces tus propias perspectivas, aunque sea solo para ti? Y lo guardas y atesoras.—Respeto a Tailandia, ha sufrido la tijera de la censura. ¿Vive aún allí?—En todo lugar al que voy me imagino si puedo vivir ahí. Me ha pasado ayer también aquí en Pamplona. ¿Puedo vivir aquí aunque haya corridas de toros? Creo que soy demasiado mayor. Antes siempre pensaba en irme de Tailandia, pero a esta edad... No se trata de la fragilidad del envejecimiento, sino también de entender que si voy a diferentes países actuaré del mismo modo, me quejaré de esto y aquello. Tailandia puede ser el paraíso, y veo este paraíso en muchas de sus vertientes. —¿Por qué asociamos la espiritualidad con el cine asiático? ¿Son el reducto fílmico de algo más trascendental? Hablando muy en general.—Está en todas partes. La espiritualidad católica... en muchas culturas, en comportamientos humanos y también en Víctor Erice. Siempre tenemos eso ahí. ¿Pero por qué Asia tiene ese vínculo? Es que creo que no. Sí, el animismo tiene un papel importante, pero el cine es bastante diverso.—Su conversación con Béla Tarr se llama: 'La vida, la muerte y todo lo del medio'. ¿Qué espera de ella?—Me gustaría hablar de la muerte. Lo que me encanta de Béla es que es realmente honesto. Y no es fácil, no solo para los cineastas sino para todo el mundo. Él es totalmente inocente, inocente en medio de la violencia en el mundo. Es muy poco frecuente. Por eso creo que esta conversación, sin duda, se dirige hacia la muerte. Ahora, por el rumbo que está tomando el mundo hay tantas muertes. Muerte de cierta ideología, de cierto estilo de hacer películas, de ver películas, del propio cine... Mucho de eso en estos días.Wheresetakul con los ojos cerrados Eduardo Sanz—¿Es posible aportar algo artísticamente nuevo al gran tema de la muerte?—Sí… Siempre se trata de la conexión y de la forma en que lo expresamos. No sé si realmente nuevo, pero siempre individual. En cuanto a los clichés, me resulta realmente difícil. El exotismo también me cuesta, porque cuando empiezas a reflexionar sobre ello, o sobre la ética, se vuelve casi imposible hacer cine. Y eso pasa mucho en los talleres o seminarios, especialmente cuando vas a lugares remotos o exóticos: ¿cómo grabas a las personas? Es casi imposible. Algunos estudiantes incluso abandonan, por vergüenza o por lo que sea. Pero no deberíamos preocuparnos por esto, porque el cine eres tú. Pasas un día o un año con vagabundos, pero para mí eso no importa. Una vez que lo haces, tú sabes si fue suficiente o no. Si eres honesto. Esa es la clave.—En 2010, cuando estrenó 'El tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas', dijo: «Cuando haces una película sobre recuerdos y muerte, ves que el cine está también enfrentándose a la muerte. 'El tío Boonmee…' es una de las últimas películas grabadas analógicamente pues estos días todo el mundo graba digitalmente. Es mi pequeño lamento». Y ahora viene la IA, ¿un nuevo elemento sobrenatural? ¿Le alegra o le da miedo?—Es emocionante. Con lo de 'El tío Boonme…' me refería a la muerte de cierto tipo de cine: de cierta realización, de cierto estilo de iluminación, de vestuario y todo eso. Pero el cine está vivito y coleando. La IA es algo que me impresiona mucho pero todavía es muy infantil. No es la muerte del cine, es algo de otro tipo. Veremos si es cine. Porque se pensaba que la realidad virtual era cine pero no, la realidad virtual es otra cosa diferente. La inteligencia artificial es muchas cosas. Veremos cómo se integra en lo que llamamos cine y si cambiará mucho o poco lo que vemos. No la he probado aún para hacer películas, pero me encantaría.

 

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