kelly71
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Algo huele a podrido. No son los aires del Levante español, donde aún confluyen aguas asesinas y aguas fecales por las calles, restos de una tragedia mal gestionada desde antes de ser. Lodo, sudor, lágrimas. Desde este Poniente rayano que es mi pequeña patria, miro cada mañana al Levante para ver asomar el sol, por si con su primera caricia le llega a todos los afectados el calor que miles de personas enviamos cada día. Huele a amor en cada envío. Sus lágrimas son limpias, de dolor sin mentira. El barro que les envuelve viste de realidad lo vivido, dignifica a quienes están a su lado, sólo hombres, mujeres solidarios en la desgracia. Los veo de barro hasta las trancas y los siento como si ese agua estuviese disparada en mi puerta, como si fuesen las aguas del Duero cuando bajan crecidas, bravas, y todo es color chocolate. Del Atlántico al Mediterráneo, aguas hermanas que nos circundan. Las fronteras, las divisiones, las confrontaciones, las ponen los de arriba, unos y otros; divide y vencerás. Algo huele a podrido cuando se quiere blanquear a Sánchez o a Mazón sacando la paja del ojo ajeno, justificando lo injustificable en nombre de la puñetera ideología. Queman por igual el aviso que no fue de la Generalitat, la inacción del Gobierno, la omisión de socorro de la ministra con soldados vistiendo de paisanos y paisanos convertidos en un ejército solidario que ha paliado en parte lo que no les correspondía, si para eso pagamos nuestros impuestos.Algo huele a podrido cuando en un país «de primera» se responde con una dejadez tercermundista, casi complaciente con el inmenso dolor de los demás, como quien se asoma a la barandilla de un puente, ve a alguien ahogándose a sus pies y no le tira un flotador para dejar evidencia de que no sabe nadar. Si quiere flotador, que lo pida. Ese es el fango que apesta desde los despachos, desde el «namber guán» a sus ministros, desde el presidente Mazón a sus consejeros. Las formaciones de izquierda incendiaban este sábado las calles pidiendo responsabilidades a la Generalitat. Sería un ejercicio de salud democrática que hiciesen lo mismo en Moncloa, visibilizando, dando voz a quienes la perdieron de tanto repetir que están solos, que una semana después nadie había llegado a socorrerles. Por error, por distracción, por omisión, cada responsable tiene su cuota de culpa.Huele, apesta, que en este país nuestro los impuestos no luzcan en tragedias de este calado que debían haber procurado una atención inmediata, rápida, efectiva. Dineros que se van por la nariz, en putiferios, estafas, titis y narcos; robando, traicionando a todos los votantes de buena voluntad. A todos.Esa es la mierda, el hedor, la peste que nos asola. Algo huele a podrido y no es el barro que retiran de las calles en el Levante.
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