Esta mañana conviene recordar algo extravagante que ocurrió en las elecciones legislativas de 2018 en el Estado de Nevada. Dennis Hof, un empresario de burdeles, ganó un escaño en la Cámara de su Estado después de muerto. Hof había fallecido justo dos semanas antes en unos de sus prostíbulos, Love Ranch, en una fiesta de celebración de su 72 cumpleaños que se prolongó dos días. Como había terminado el plazo para escoger reemplazo en la papeleta, permaneció la candidatura del difunto, sin sustituto identificado entonces, y arrasó: un 63% apoyó a Hof frente a su rival demócrata, una educadora llamada Lesia Romanov.
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