A 100 metros de Anfield, se vendían churros: dos con un poco de azúcar por una libra y media. Con chocolate, el doble. Y al lado, el pub La Iglesia. La gente lo devoraba todo fuera mientras el palco recibía a Rafa Nadal, Pep Guardiola y Rafa Benítez, el último entrenador red que había derrotado al Madrid. Allá por 2009 con aquel 4-0. Sobre el césped, Raúl Asencio rezaba a punto de empezar el partido, como Antonio Rüdiger, aunque cada uno a su dios. El chaval se santiguaba antes de la noche que nadie le había pronosticado. Lo suyo era todo decisión en la velada de su vida en un Madrid que busca centrales de forma desesperada; y si es al menor precio posible, mejor. Arne Slot le soltó a Darwin Núñez, un tipo impetuoso y de tino mejorable, y el canario no se cortaba. Nada más arrancar el duelo, Asencio lo empujaba para alejarlo a la zona del alemán, una forma de marcarle el territorio, en el minuto cinco le sacó el gol al charrúa sobre la línea tras una buena mano de Courtois.
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