Amor de pala

[reichert.elvera]

La pala, sí, la pala al hombro, para trajinar en el desastre, es la estampa primera y última del Levante herido, esa franquicia del infierno. Llegó la DANA, creció el caso, se hizo el horror , y el gentío se hizo con una pala para ir, en romería animosa, a achicar la desesperación y sacar lodo del pánico. Contra el infinito del mal, hemos levantado una pala. Hemos visto un ejército urgente de espontáneos que encuentran en la pala un remedio, y así se han puesto en fila a invadir la zona, porque la pala les sale del alma. Me ha emocionado hasta el ahogo ese cinturón de gentes que se reúne, desde Valencia, pala en mano, bajo trote de entusiasmo, para ir a aliviar la catástrofe a los hermanos que no conoce de nada. Iban a la guerra de nadie, que es la guerra de todos. Van. Siguen yendo, irán. La pala estaba orillada desde Filomena, cuando una pala era una llave de la vida, y ahora hemos vuelto a tan humilde y sincero apero para sacar del fango un coche o abrir un sendero en el callejón de un pueblo donde los cadáveres siempre resultan de la familia. Ha matado esta DANA en una España elemental, en una España de casa corta y espíritu rural, en una España de biografía de planta baja y queja ninguna, y al calvario sobrevenido le hemos puesto la respuesta de una seria pala insomne, entre ambulancias escasas, tractores atareados y la maquinaria insoportable de la Administración, que llega tarde incluso a lo que importa. En un país de inteligencia artificial y sensibilidad digital, ha venido un huracán de agua y nos ha dejado a todos a oscuras. Somos Haití con wifi, cuando duele la tragedia. Somos la precariedad más 'whassap', cuando la naturaleza se desquicia y corta en dos una vida, como si la vida fuera una casa. Nadie podía prever la devastación, dicen por ahí, pero acaso sí se podía prever, porque la vida no es noble ni buena ni sagrada, según el susto del poeta, y además tiene una gota fría. La pala, sí, la pala al hombro, para asear el desastre, nos da el retrato inapelable del español mejor: yo soy el otro. Con amor de pala .

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