runte.avis
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Está bañado en sudor. Da vueltas en la cama. Se estira, se acurruca. Más vueltas, estruja la almohada. Intenta acompasar la respiración, inspirar, expirar. Profundamente, como en esas aplicaciones que se ha descargado para lograr calmar los nervios desbocados. Nada. Lo intenta con el método de toda la vida. Se seca la frente empapada y repite en salmodia como el que cuenta ovejas: «Servir a mi señor, servir a mi señor, servir a…». Un pitido interrumpe el conteo. Desbloquea el móvil con los dedos temblorosos. «Álvaro, algo tendrás que hacer. Y rápido». Su vida depende y pende de él y a él se debe. El patrón ordena, él obedece, porque estará en el cargo el tiempo que le sea útil. Lleva varios patinazos y no es cosa de volver a cagarla, que el jefe es de gatillo fácil y apiola ministros, fiscales, letrados o subsecretarios con la frialdad de un sicario del cartel.Esta vez no le va a fallar. Tiene un regalo que le borrará el temible bruxismo , le dibujará una sonrisa beatífica y hará que entre en el olimpo de los elegidos. Ya se ve colocado en alguna canonjía bruselina. De esas que te llenan la faltriquera sin necesidad de emigrar a un bufete de nombre impronunciable, con casos que a duras penas comprende. —Óscar, dile al presi que tengo pillada a la Ayuso. De esta nos la cargamos.—¿Ayuso? No jodas, cuenta, cuenta.—Prefiero decírselo personalmente (que no te vas a apuntar tú el tanto, que nos conocemos).—Veré si tiene un hueco en la agenda. Hablo con el asesor del asesor responsable de recados ineludibles.—Óscar, ¡qué tengo el mail para reventar al novio defraudador! Deja, le escribo un guasap.Ensaya el mensaje. No está fino. Muchos nervios y mucho sueño. «Querido presidente, aquí un siervo, un esclavo. Sé lo mucho que estás sufriendo con la némesis de Ayuso. Te paso artillería de la buena para vapulearla. Su chorbo es un defraudador. Reconoce la deuda con Hacienda y pide negociar. La lady Godiva madrileña ya es historia. Un abrazo, Pedro. Tuyo siempre, el fiscal general».Han coincidido en un par de actos, él le ha guiñado el ojo, Bego le ha regalado una sonrisa cómplice, la Montero ha estado muy efusiva , lo cual tampoco quiere decir nada porque ella se parte la camisa a cada espasmo del patrón. Está feliz, duerme como si fuera honesto, independiente y hasta válido para el puesto. Bueno, qué carajo, es que lo es. «¿La Fiscalía de quién depende? Pues eso». Él es un soldado y si hay que derribar los muros de la fortaleza de Ayuso ahí está su ariete.En eso anda: conquistando plazas fascistas, esquivando los misiles contra la Moncloa, poniendo el pecho por el presi como si fuera un escolta en Paiporta. Un pitido lo saca del sueño. «Alvarito, coño. borra los mensajes, que pareces bobo. Como me salpique no te lava ni el agua del Jordán».Nota para el lector: pido disculpas por apuntarme a la moda, con un relato claramente de ¿ficción?
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