Francisco_Denesik
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El teatro Principal de Alicante acogió este miércoles el estreno absoluto, mundial, de una nueva compañía de danza fundada por Nacho Duato (Valencia, 67 años). Horas antes del acontecimiento, el prestigioso coreógrafo, actual director del ballet del teatro Mijáilovski de San Petersburgo y antes del Staatsballett de Berlín y de la Compañía Nacional de Danza española, contaba por teléfono a este periódico que estrenar en esta ciudad y en este teatro ha sido fruto de la casualidad: “Sin embargo, como soy del Mediterráneo y he vivido en Alicante, estoy feliz y no se me ocurre un sitio mejor”.
A Duato se le escuchaba contento y cercano, y la alegría le duraría hasta el final de la velada, cuando, emocionado, salió a saludar junto a los intérpretes y recibió la ovación de un teatro en pie. La función, que se estrenó con las entradas agotadas y una larga cola que daba la vuelta al recinto, acababa de terminar y dejaba un par de ideas en el aire: que Nacho Duato sigue siendo un creador esperado por el público y que a esta joven compañía, que nace con una agenda de actuaciones abarrotada hasta final de año, parece esperarle un éxito más que notable.
El creador y director la ha bautizado como CND, Compañía Nacho Duato, y las siglas coinciden con las de la Compañía Nacional de Danza, colectivo adherido al Instituto Nacional de las Artes Escénicas (Inaem) del Ministerio de Cultura, que él dirigió durante 20 años (de 1990 a 2010). “Me hizo gracia llamar a esta nueva compañía así y no me lo pensé”, cuenta. “Creo que en el ministerio están un poco molestos, pero es que yo le cambié el nombre a esa compañía cuando pasé a dirigirla y además lo registré por 400 euros”. Hasta que Duato tomó las riendas, el colectivo estatal fundado en 1979 se llamaba Ballet Nacional Clásico. Un portavoz del equipo actual del Inaem ha asegurado a este diario que no hay inquietud en el ministerio por esta cuestión: “La identidad de la Compañía Nacional de Danza está muy clara y no creemos que se vaya a producir ninguna confusión entre los dos colectivos. Más allá de eso, no hacemos valoraciones sobre las denominaciones de compañías privadas”.
Para el estreno de esta CND en Alicante, el coreógrafo ha elegido tres de sus primeras obras: Jardí tancat (1983), Duende (1991) y Na floresta (1990). En ese orden. Y esta estructura funciona de manera armónica por los estados y ritmos que transitan las tres coreografías: de la melancolía poética y sosiego de Jardí Tancat al dinamismo y juego intrépido de Duende, para acabar con la mezcla de todo ello en Na Floresta. Con este mismo programa el colectivo se presentará en los próximos meses en Tenerife, Burgos, el festival Sagunt a Escena y Cantabria. Y ya en noviembre, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, momento que será sin duda emotivo porque en este coliseo se estrenaron la mayoría de las obras de Duato cuando era director de la Compañía Nacional de Danza.
Los bailarines son alumnos muy jóvenes de la Nacho Duato Academy (centro de formación creado por el coreógrafo junto a antiguos bailarines de la Compañía Nacional de Danza) que pisan por primera vez un escenario. “Quiero hacer algo parecido a lo que fue la Compañía Nacional de Danza 2 que fundé. Dar primeras oportunidades y fomentar la amplitud de la danza. Cada dos años se cambiará el elenco y los que salgan podrán acceder sin mucho problema a audiciones de grandes compañías internacionales”, explica el coreógrafo.
Precisamente, esta juventud e inexperiencia de los bailarines se hizo algo patente en los primeros minutos de Jardí tancat. Se les notó nerviosos, algo inseguros. Nada grave ni extraño, por otro lado y dado el perfil del estreno. La cadencia de esta coreografía necesita de mayor amplitud en la danza y una interpretación más profunda y de mayor recorrido en lo corporal, que los bailarines no llegaron a alcanzar. Sin embargo, tal vez por el transcurso de la velada que les hizo coger confianza o por el vocabulario de las otras dos coreografías, más enérgico, el elenco de esta CND fue cobrando contundencia hasta dar como resultado un empaque convincente y resolutivo que no deja de sorprender por lo jóvenes que son. La música de Maria del Mar Bonet sobre textos centenarios cantados, que hacen referencia a la faena del campo y del mar, es clave en Jardí tancat, como lo es siempre la música en las obras del coreógrafo, a menudo fuente de inspiración.
Llegaron después Duende, con música de Debussy, y Na floresta, con banda sonora de Heitor Villa-Lobos y el brasileño Wagner Tiso; y con ellas la explosión, el juego y la potestad interpretativa. Los bailarines se hicieron con las obras y quedó de manifiesto que Duato siempre ha sido un maestro componiendo pasos a dos y manejando, coreográficamente, las posibilidades dancísticas y espaciales de los bailarines. El valenciano ha sido siempre un creador de vocabulario muy rico. También muy suyo, de una fuerte identidad. Y volver a ver estas coreografías que pertenecen a su etapa más joven, luminosa y luminaria (todavía bajo la influencia del Nederlands Dans Theater, donde se consagró como bailarín y creador) es comprobar que el paso del tiempo ha acabado por convertirlas en clásicos de la historia reciente de la danza.
De alguna manera, fue una velada que concentró pasado y futuro. El recuerdo de aquella Compañía Nacional de Danza que Duato situó en las cotas más altas a nivel internacional durante las dos décadas que la dirigió, hito que no se ha vuelto a conseguir de manera tan apabullante (por falta de tiempo o por falta de una línea clara en quienes la dirigieron después); y una nueva vida para aquellas coreografías interpretadas por renovados y jóvenes elencos.
Actualmente el Inaem tiene abierto el proceso de presentación de proyectos para dirigir la Compañía Nacional de Danza tras no renovar el contrato de Joaquín de Luz. Preguntado por ello, Duato es claro a la hora de compartir lo que considera que debe tener una buena dirección en la compañía estatal: “Es importante que sea buen coreógrafo y de trayectoria para poder dar una identidad a la compañía, con sus obras o con otras. Que entienda el significado de crear. Y tener contactos con los mejores teatros y compañías del mundo”. ¿Y se verán próximamente más obras suyas en la Compañía Nacional de Danza? “Estaré encantado de volver a estrenar nuevas coreografías si me llaman”.
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A Duato se le escuchaba contento y cercano, y la alegría le duraría hasta el final de la velada, cuando, emocionado, salió a saludar junto a los intérpretes y recibió la ovación de un teatro en pie. La función, que se estrenó con las entradas agotadas y una larga cola que daba la vuelta al recinto, acababa de terminar y dejaba un par de ideas en el aire: que Nacho Duato sigue siendo un creador esperado por el público y que a esta joven compañía, que nace con una agenda de actuaciones abarrotada hasta final de año, parece esperarle un éxito más que notable.
El creador y director la ha bautizado como CND, Compañía Nacho Duato, y las siglas coinciden con las de la Compañía Nacional de Danza, colectivo adherido al Instituto Nacional de las Artes Escénicas (Inaem) del Ministerio de Cultura, que él dirigió durante 20 años (de 1990 a 2010). “Me hizo gracia llamar a esta nueva compañía así y no me lo pensé”, cuenta. “Creo que en el ministerio están un poco molestos, pero es que yo le cambié el nombre a esa compañía cuando pasé a dirigirla y además lo registré por 400 euros”. Hasta que Duato tomó las riendas, el colectivo estatal fundado en 1979 se llamaba Ballet Nacional Clásico. Un portavoz del equipo actual del Inaem ha asegurado a este diario que no hay inquietud en el ministerio por esta cuestión: “La identidad de la Compañía Nacional de Danza está muy clara y no creemos que se vaya a producir ninguna confusión entre los dos colectivos. Más allá de eso, no hacemos valoraciones sobre las denominaciones de compañías privadas”.
Para el estreno de esta CND en Alicante, el coreógrafo ha elegido tres de sus primeras obras: Jardí tancat (1983), Duende (1991) y Na floresta (1990). En ese orden. Y esta estructura funciona de manera armónica por los estados y ritmos que transitan las tres coreografías: de la melancolía poética y sosiego de Jardí Tancat al dinamismo y juego intrépido de Duende, para acabar con la mezcla de todo ello en Na Floresta. Con este mismo programa el colectivo se presentará en los próximos meses en Tenerife, Burgos, el festival Sagunt a Escena y Cantabria. Y ya en noviembre, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, momento que será sin duda emotivo porque en este coliseo se estrenaron la mayoría de las obras de Duato cuando era director de la Compañía Nacional de Danza.
Los bailarines son alumnos muy jóvenes de la Nacho Duato Academy (centro de formación creado por el coreógrafo junto a antiguos bailarines de la Compañía Nacional de Danza) que pisan por primera vez un escenario. “Quiero hacer algo parecido a lo que fue la Compañía Nacional de Danza 2 que fundé. Dar primeras oportunidades y fomentar la amplitud de la danza. Cada dos años se cambiará el elenco y los que salgan podrán acceder sin mucho problema a audiciones de grandes compañías internacionales”, explica el coreógrafo.
Precisamente, esta juventud e inexperiencia de los bailarines se hizo algo patente en los primeros minutos de Jardí tancat. Se les notó nerviosos, algo inseguros. Nada grave ni extraño, por otro lado y dado el perfil del estreno. La cadencia de esta coreografía necesita de mayor amplitud en la danza y una interpretación más profunda y de mayor recorrido en lo corporal, que los bailarines no llegaron a alcanzar. Sin embargo, tal vez por el transcurso de la velada que les hizo coger confianza o por el vocabulario de las otras dos coreografías, más enérgico, el elenco de esta CND fue cobrando contundencia hasta dar como resultado un empaque convincente y resolutivo que no deja de sorprender por lo jóvenes que son. La música de Maria del Mar Bonet sobre textos centenarios cantados, que hacen referencia a la faena del campo y del mar, es clave en Jardí tancat, como lo es siempre la música en las obras del coreógrafo, a menudo fuente de inspiración.
Llegaron después Duende, con música de Debussy, y Na floresta, con banda sonora de Heitor Villa-Lobos y el brasileño Wagner Tiso; y con ellas la explosión, el juego y la potestad interpretativa. Los bailarines se hicieron con las obras y quedó de manifiesto que Duato siempre ha sido un maestro componiendo pasos a dos y manejando, coreográficamente, las posibilidades dancísticas y espaciales de los bailarines. El valenciano ha sido siempre un creador de vocabulario muy rico. También muy suyo, de una fuerte identidad. Y volver a ver estas coreografías que pertenecen a su etapa más joven, luminosa y luminaria (todavía bajo la influencia del Nederlands Dans Theater, donde se consagró como bailarín y creador) es comprobar que el paso del tiempo ha acabado por convertirlas en clásicos de la historia reciente de la danza.
De alguna manera, fue una velada que concentró pasado y futuro. El recuerdo de aquella Compañía Nacional de Danza que Duato situó en las cotas más altas a nivel internacional durante las dos décadas que la dirigió, hito que no se ha vuelto a conseguir de manera tan apabullante (por falta de tiempo o por falta de una línea clara en quienes la dirigieron después); y una nueva vida para aquellas coreografías interpretadas por renovados y jóvenes elencos.
Actualmente el Inaem tiene abierto el proceso de presentación de proyectos para dirigir la Compañía Nacional de Danza tras no renovar el contrato de Joaquín de Luz. Preguntado por ello, Duato es claro a la hora de compartir lo que considera que debe tener una buena dirección en la compañía estatal: “Es importante que sea buen coreógrafo y de trayectoria para poder dar una identidad a la compañía, con sus obras o con otras. Que entienda el significado de crear. Y tener contactos con los mejores teatros y compañías del mundo”. ¿Y se verán próximamente más obras suyas en la Compañía Nacional de Danza? “Estaré encantado de volver a estrenar nuevas coreografías si me llaman”.
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