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Alejandro Ciriza Istúriz
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Apenas han transcurrido diez minutos de ensayo cuando Carlos Alcaraz conversa con su preparador, Juan Carlos Ferrero, y se dirige al banquillo para tomar asiento con mala cara. A su vez, el técnico se acerca al tutor del sparring seleccionado para la ocasión, el estadounidense Andres Martin, y le transmite: “Sorry, we have to stop”. Tenemos que parar. Acto seguido, el tenista y su séquito —fisio, preparador físico, médico, agente y su hermano Álvaro— enfilan el vestuario y la que debía ser una hora y media de entrenamiento queda reducida a un suspiro porque el murciano, de 21 años, no termina de encontrarse bien. El día anterior, después de caer ante Casper Ruud en su estreno en la Copa de Maestros, confirmaba que arrastra un fuerte resfriado que le condiciona de cara al segundo y decisivo choque de este miércoles, frente al ruso Andrey Rublev, en el que no le vale otro resultado que ganar.
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