kamille46
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El triunfo de Albert Serra (Girona, 47 años) en este festival de San Sebastián puede que haga que algunos espectadores conozcan por primera vez a una cineasta que nunca se ha cortado ni en sus declaraciones ni en su cine. Y que además es un autor codiciado en los principales festivales internacionales de cine, desde que su segundo largo, Honor de Cavalleria (2006), participó en la entonces denominada Quincena de Realizadores del festival de Cannes de aquel año y la revista Cahiers du Cinéma la incluyera en el listado de las 10 mejores películas del año. Por cierto, que ese primer estreno comercial ya transitaba sobre uno de los mitos españoles: don Quijote. Este sábado en San Sebastián, donde su película Tardes de soledad se ha alzado con la Concha de Oro, ha repetido una frase que ha mencionado numerosas veces durante la promoción del filme, en referencia tanto a los toros como al cine: “La suerte es de los valientes”.
Con Tardes de soledad retorna a ese estudio: pocas cosas habrá que representen más España en el imaginario mundial que los toros. De repente, el director considerado por muchos francés —especialmente en la industria audiovisual española— encara y acierta con su inclusión en la tauromaquia. Y a muchos espectadores y a algunos de sus enemigos les reventará la cabeza: “Yo voy haciendo, modestamente, lo que puedo. Si luego eso a otros les suena provocador, no puedo estar atento a ver qué piensa todo el mundo”.
En ese eco exterior le ha ido siempre mucho mejor a Serra, que con todo vive en el Eixample barcelonés. Con Història de la meva mort (2012) ganó el Leopardo de Oro del certamen de Locarno. Con Pacifiction, que compitió en Cannes en 2022, obtuvo nueve candidaturas a los premios César del cine francés (ganó dos, mejor actor y mejor fotografía); en contraste, no logró ni una selección a los Goya. En aquel momento, el cineasta reflexionaba: “Este tipo de cine no encuentra eco en los Goya, pero sí en otras academias. Puede que porque el votante español es más... clásico, y poco conocedor de las tendencias del cine contemporáneo. No siento que me ninguneen personalmente”. Hoy, tras ganar la Concha de Oro, va más allá: “Siempre intento proponer cosas un poco arriesgadas, al menos que den a la gente algo nuevo. Y esa novedad no siempre va a triunfar, a veces ni siquiera logras el resultado esperado. Ese esfuerzo que hago creo que sí es valorado desde la crítica y desde la gente que sigue el cine contemporáneo”.
Y de ahí su triple salto con Tardes de soledad, un proyecto de casi un lustro en que ha estado tres años rodando a los toreros Andrés Roca Rey y Pablo Aguado, aunque este último se ha caído en montaje. ¿No era un cineasta afrancesado, no era un hijo de Cannes? ¿Qué hace alguien así filmando faenas taurinas? “Porque creo que muchos manipulan mi imagen. No creo que haya película más española que Tardes de soledad”. Y desglosa su reflexión: “El tema es el que es y la película profundiza en él. Siempre he sido un amante de la cultura española como el que más. Así que no siento en mi interior ninguna contradicción”. ¿Es una reivindicación de esa faceta suya? “Podría ser. Lo que pasa es que en mis inicios, el cine de autor que yo hacía, no sé por qué, tuvo más reconocimiento en Francia. Ahora no lo veo así”.
La tauromaquia, en este momento tan discutida en España, tiene en Serra a un valedor: “Soy aficionado a los toros. El libro de Chaves Nogales sobre Belmonte me gusta mucho, y otros autores no españoles, como Michel Leiris o Georges Bataille, también escribieron obras interesantes sobre la tauromaquia. Aunque mi opinión importa poco cuando se hace un filme como Tardes de soledad. Ante esas protestas que pedían la retirada del filme, pienso que es infantil y ridículo. Es una obra de arte. La película es una obra cerrada en sí misma y todo tiene su razón de ser desde el punto de vista estético. No me interesan las causas ni la ideología, solo el cine”. A la vez, es muy consciente de que la percepción de las corridas de toros ha cambiado en la sociedad española: “La tauromaquia siempre ha tenido una trascendencia. Es indiscutible. Sin embargo, la visión de la gente cambia, como las épocas. Es lógico”.
¿Mantendría las corridas? En Cataluña, donde vive, ya no hay: “Preferiría que pudieran celebrarse, porque convocan un tipo de sensaciones, de preguntas, que a mí me parecen necesarias. Y en cuanto a los animales... también se matan unos a otros, en la naturaleza, y no siempre para comerse”. De ahí que en pantalla se vean los últimos instantes de varios toros, a la vez que el torero celebra la faena: “Mostrar este equilibrio era necesario. A mí, esa muerte, que provoca mucha controversia, me parece hasta poética. Mira, el toro no sabe que se va a morir, no sabe lo que es la muerte y no sabe que se está muriendo. Enseñamos que la vida se le está escapando, sin ideas de perversidad”. Y remata: “La tauromaquia no es un entretenimiento, es un valor positivo y es mejor que exista”.
Albert Serra cree que la percepción sobre él ha cambiado en los últimos tiempos. Ha dirigido teatro en Alemania, participado con una película de 101 horas en la Documenta de Kassel de 2012, aunque también ha tenido una instalación, Personalien, en el Museo Reina Sofía, con la que empezaba su indagación en el sexo del siglo XVIII, y obra en otros centros de arte como Virreina Centre de la Imatge de Barcelona. Es decir, ha transitado por muchos escenarios, alcanzando a otras audiencias: “Ahora circula más información que antes. Cuando yo empecé ya existía internet, pero no era tan omnipresente como ahora. Las cosas iban un poco más lentas”.
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Con Tardes de soledad retorna a ese estudio: pocas cosas habrá que representen más España en el imaginario mundial que los toros. De repente, el director considerado por muchos francés —especialmente en la industria audiovisual española— encara y acierta con su inclusión en la tauromaquia. Y a muchos espectadores y a algunos de sus enemigos les reventará la cabeza: “Yo voy haciendo, modestamente, lo que puedo. Si luego eso a otros les suena provocador, no puedo estar atento a ver qué piensa todo el mundo”.
En ese eco exterior le ha ido siempre mucho mejor a Serra, que con todo vive en el Eixample barcelonés. Con Història de la meva mort (2012) ganó el Leopardo de Oro del certamen de Locarno. Con Pacifiction, que compitió en Cannes en 2022, obtuvo nueve candidaturas a los premios César del cine francés (ganó dos, mejor actor y mejor fotografía); en contraste, no logró ni una selección a los Goya. En aquel momento, el cineasta reflexionaba: “Este tipo de cine no encuentra eco en los Goya, pero sí en otras academias. Puede que porque el votante español es más... clásico, y poco conocedor de las tendencias del cine contemporáneo. No siento que me ninguneen personalmente”. Hoy, tras ganar la Concha de Oro, va más allá: “Siempre intento proponer cosas un poco arriesgadas, al menos que den a la gente algo nuevo. Y esa novedad no siempre va a triunfar, a veces ni siquiera logras el resultado esperado. Ese esfuerzo que hago creo que sí es valorado desde la crítica y desde la gente que sigue el cine contemporáneo”.
Y de ahí su triple salto con Tardes de soledad, un proyecto de casi un lustro en que ha estado tres años rodando a los toreros Andrés Roca Rey y Pablo Aguado, aunque este último se ha caído en montaje. ¿No era un cineasta afrancesado, no era un hijo de Cannes? ¿Qué hace alguien así filmando faenas taurinas? “Porque creo que muchos manipulan mi imagen. No creo que haya película más española que Tardes de soledad”. Y desglosa su reflexión: “El tema es el que es y la película profundiza en él. Siempre he sido un amante de la cultura española como el que más. Así que no siento en mi interior ninguna contradicción”. ¿Es una reivindicación de esa faceta suya? “Podría ser. Lo que pasa es que en mis inicios, el cine de autor que yo hacía, no sé por qué, tuvo más reconocimiento en Francia. Ahora no lo veo así”.
La tauromaquia, en este momento tan discutida en España, tiene en Serra a un valedor: “Soy aficionado a los toros. El libro de Chaves Nogales sobre Belmonte me gusta mucho, y otros autores no españoles, como Michel Leiris o Georges Bataille, también escribieron obras interesantes sobre la tauromaquia. Aunque mi opinión importa poco cuando se hace un filme como Tardes de soledad. Ante esas protestas que pedían la retirada del filme, pienso que es infantil y ridículo. Es una obra de arte. La película es una obra cerrada en sí misma y todo tiene su razón de ser desde el punto de vista estético. No me interesan las causas ni la ideología, solo el cine”. A la vez, es muy consciente de que la percepción de las corridas de toros ha cambiado en la sociedad española: “La tauromaquia siempre ha tenido una trascendencia. Es indiscutible. Sin embargo, la visión de la gente cambia, como las épocas. Es lógico”.
¿Mantendría las corridas? En Cataluña, donde vive, ya no hay: “Preferiría que pudieran celebrarse, porque convocan un tipo de sensaciones, de preguntas, que a mí me parecen necesarias. Y en cuanto a los animales... también se matan unos a otros, en la naturaleza, y no siempre para comerse”. De ahí que en pantalla se vean los últimos instantes de varios toros, a la vez que el torero celebra la faena: “Mostrar este equilibrio era necesario. A mí, esa muerte, que provoca mucha controversia, me parece hasta poética. Mira, el toro no sabe que se va a morir, no sabe lo que es la muerte y no sabe que se está muriendo. Enseñamos que la vida se le está escapando, sin ideas de perversidad”. Y remata: “La tauromaquia no es un entretenimiento, es un valor positivo y es mejor que exista”.
Albert Serra cree que la percepción sobre él ha cambiado en los últimos tiempos. Ha dirigido teatro en Alemania, participado con una película de 101 horas en la Documenta de Kassel de 2012, aunque también ha tenido una instalación, Personalien, en el Museo Reina Sofía, con la que empezaba su indagación en el sexo del siglo XVIII, y obra en otros centros de arte como Virreina Centre de la Imatge de Barcelona. Es decir, ha transitado por muchos escenarios, alcanzando a otras audiencias: “Ahora circula más información que antes. Cuando yo empecé ya existía internet, pero no era tan omnipresente como ahora. Las cosas iban un poco más lentas”.
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Albert Serra: “No me interesan las causas ni la ideología, solo el cine”
El cineasta, ganador de la Concha de Oro del festival de San Sebastián por su documental sobre las corridas de toros, explica: “La tauromaquia no es un entretenimiento, es un valor positivo y es mejor que exista”
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