ike.altenwerth
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En 1981, cuando puso rumbo a Estados Unidos, le prometió a su madre que en diez años se habría convertido en el nuevo Picasso , pero años después él se daría cuenta de que «nunca sería otro Picasso». Pese a aquella promesa incumplida, Ai Weiwei (Pekín, 1957) es hoy uno de los artistas más famosos del mundo. Incluso podría decirse que él mismo es su obra más célebre. Su férrea oposición al régimen chino, que le llevó a ser detenido en el aeropuerto de Pekín el 3 de abril de 2011 –ochenta años antes lo fue su padre, el poeta Ai Qin–, y permanecer 81 días encerrado ; su constante activismo, su incansable defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión, su trabajo como altavoz de los refugiados... produjeron un tsunami de apoyo y solidaridad. Vive exiliado en Portugal y cuenta con millones de seguidores en todo el mundo. Pero l as polémicas le persiguen . El año pasado, un tuit en su cuenta en la red social X sobre la guerra en Gaza provocó la cancelación de su exposición en la galería Lisson de Londres. Y el pasado mes de septiembre, un hombre destrozó una de sus esculturas en una muestra en el Palazzo Fava de Bolonia. Ai Weiwei compartió en Instagram el ataque a su obra. Donde las dan, las toman. Probó de su propia medicina: hace años él hizo añicos una urna de la dinastía Han. ¿Cómo sienta que le destrocen una obra? ¿Qué opina de los ataques de activistas climáticos a las obras de arte?, le preguntan: «En los últimos años hemos visto muchas acciones relacionadas con la destrucción de obras de arte, por diferentes motivos. Tratan de llamar la atención. Moralmente, es una actitud entendible , porque ven que los medios son indiferentes a estos problemas. Pero creo que no podemos exigir protección destruyendo algo, porque en sí mismo es una contradicción: quien destruye no puede proteger y quien protege no puede destruir. Por tanto, para mí este tipo de acciones no tienen sentido». El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac) se ha volcado con una ambiciosa muestra dedicada a Ai Weiwei: 42 piezas , muchas monumentales, se despliegan por medio museo en 1.700 metros cuadrados de exposición. Su coste, unos 600.000 euros: 400.000 los aporta el museo, y los 200.000 restantes se financiarán con la venta de una obra que ha donado el artista para sufragar los costes: una edición de cien ejemplares de 'Don Quijote', Bajo el título 'Ai Weiwei. Don Quixote' , se exhiben, del 9 de noviembre al 18 de mayo de 2025, instalaciones, películas, esculturas, piezas con bloques de Lego o Woma... realizadas en las últimas dos décadas. Noticias Relacionadas estandar No 'Don Quixote', el proyecto de Ai Weiwei para el Musac, reunirá más de 40 obras, muchas de ellas monumentales ABC estandar No Un hombre destroza una escultura de Ai Weiwei en la inauguración de una exposición en Italia Reuters«Conocí la figura de Don Quijote a través de mi padre, que era poeta y artista, fue encarcelado y estuvo 20 años en el exilio en un desierto remoto de China -recuerda-. Tenía un ejemplar de la novela cervantina. Don Quijote es un ser humano fantástico, que actuaba de cierta forma ridícula por sus ideas, por no estar anclado en la realidad. Tenía un falso sentido de gloria . Es una figura que siempre me ha resultado interesante, sobre todo porque su identidad ya no está anclada en la realidad. Esa idea me sigue atrayendo hasta el día de hoy». Las historias del hidalgo caballero despertaron la imaginación del pequeño Ai Weiwei, le resultaba fascinante y exótico. En la muestra, una imagen de Don Quijote y Sancho Panza con piezas de Lego en blanco y negro, de 2024. Se basa en un dibujo de Picasso publicado en 1955 en una revista francesa con motivo del 350 aniversario de la impresión de la novela. Ya en 1977 había creado una versión del mismo dibujo en un plato de cerámica. Desde 2007 desarrolla parte de su trabajo con bloques de construcción (Lego o Woma) . Se exhiben en la muestra 19 de las 60 obras que ha hecho. Para el artista, son «la herramienta perfecta para cuestionar el pasado político y estético del arte», sin el peso que han tenido la pintura y la escultura: «Los ladrillos de Lego son neutros, incluso absurdos , con una paleta limitada de colores. Usarlos para cuestionar mensajes políticos o estéticos del pasado me parece especialmente adecuado. En cierto sentido, estos ladrillos de juguete nos liberan de las cargas del bagaje artístico-histórico». Los usa como si fuesen modernos mosaicos romanos. Crisis migratoria Arriba, 'Tras la muerte de Marat', 2019. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'Surfeando (Tras Hokusai)', 2023. A la derecha, 'Pilar de porcelana con motivos de refugiados', 2017 Cortesía de Ai Weiwei StudioHay versiones hechas con piezas de Lego de obras maestras de la Historia del Arte, como 'La Última Cena en rosa' (Ai Weiwei versionando a Warhol versionando a Leonardo, donde se autorretrata como Judas luciendo una gran sonrisa ). Explica el artista que nunca elige las pinturas arbitrariamente o al azar («siempre hay una razón deliberada detrás de mi selección»), sino de forma reflexiva: «El cuadro debe resonar conmigo y con mi experiencia política». Otras obras versionadas son 'El rapto de las hijas de Leucipo' (escoge una obra de Rubens ), 'Napoleón sobre cebra' (customiza 'Napoleón cruzando los Alpes', de Jacques-Louis David , invirtiendo la imagen y cambiando un caballo por una cebra); 'Surfeando (Tras Hokusai)' -dos balsas con refugiados, ante 'La gran ola de Kanagawa', de Hokusai- o la mismísima Mona Lisa , manchada de nata. En una versión de una obra maestra de Seurat incluye a dos mujeres con burkinis.Pero no solo utiliza los bloques de Lego para versionar obras de arte; también en imágenes publicadas en los medios de comunicación o de experiencias vividas por él. En 'Al estilo de la muerte de Marat' (2019), Ai Weiwei pone su cara a Alan Kurdi , el niño sirio de tres años que el 2 de septiembre de 2015 apareció ahogado en la costa turca, mientras él y su familia viajaban a Grecia a bordo de una balsa. La imagen del pequeño Alan, que a todos nos partió el alma, se convirtió en símbolo de la crisis migratoria. Ai Weiwei fue acusado de estetizar una tragedia. En 'Iluminación' (2019), el artista recrea, también con piezas de Lego, el icónico selfi tomado en un ascensor de su arresto por agentes de la policía. En 2015, viajó con su familia a la isla griega de Lesbos. Su visión de una lancha neumática llena de refugiados le conmovió profundamente: «Sentí que moría una parte de mí. Lesbos me ayudó a darme cuenta de lo incompleto que estaba». Este tema ha centrado muchos de sus proyectos, como una columna de porcelana con motivos de refugiados o 'Lotus', un trabajo con chalecos salvavidas hallados en Lesbos. « Son muchas las fronteras que hay que desmantelar », advierte el artista. Palabras que confrontan con el anuncio de Donald Trump de que habrá deportaciones masivas y levantará muros. En el periódico 'The Standard' el artista acaba de publicar un artículo en el que reflexiona sobre los resultados en las elecciones de Estados Unidos . Este país, dice Ai Weiwei, « avanza a paso firme hacia un declive de su influencia global ». ¿Se siente decepcionado de Occidente? ¿Está dando la talla? «La vida es como un flujo de agua, nunca se detiene. Los artistas tenemos que defender sobre todo la libertad de expresión y los derechos humanos. No podemos sentir decepción, porque estaríamos responsabilizando a los Gobiernos. Y realmente la responsabilidad es nuestra como sociedad. Estamos viviendo un desarrollo muy rápido de la tecnología en paralelo a una crisis humanitaria muy importante. No podemos caer en la decepción, sino enfrentarnos a ello». Versiones de obras maestras Arriba, 'El tres de mayo', 2023. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'El rapto de las hijas de Leucipo', 2023 (detalle). A la derecha, 'Napoleón sobre cebra', 2023 Cortesía de Ai Weiwei Studio«Si el arte no puede comprometerse con la vida, entonces no hay futuro», dice Ai Weiwei. No le interesa «el arte que trata de mantenerse al margen del mundo». Por eso le gusta tanto Goya . Como él, nunca se mantuvo al margen. Específicamente para la muestra ha (re)creado 'El 3 de mayo' , una versión del cuadro homónimo de Goya que se exhibe en el Prado, en el que Ai Weiwei pone su rostro a uno de los fusilados por los franceses, que yace abatido en el suelo. «Vi en estas imágenes algo que me resultaba familiar, especialmente en la escena inolvidable de los insurgentes españoles siendo ejecutados: una poderosa representación que conmemora la resistencia española al ejército de Napoleón. La sociedad siempre ha estado sujeta a cambios políticos drásticos y, con cada giro, hay quienes mueren o se sacrifican. Esta pintura lo captura de manera tan vívida y directa que parece que estuviese animada, expresando la profunda empatía que Goya, un artista que admiro enormemente , tenía por el sufrimiento humano». Creador curioso e inquieto, Ai Weiwei ha experimentado con muchos lenguajes. También con las películas . Diez de ellas se proyectan en el Musac. Es el caso de 'Pekín 2003' , en la que grabó desde una furgoneta 150 horas de imágenes por las calles de la capital china, o el documental 'Marea humana' , de 2017, sobre la crisis migratoria. Álvaro Rodríguez Fominaya , director del Musac y comisario de la exposición, explica que Ai Weiwei «es un gran narrador de historias , un narrador de nuestro tiempo, y un gran humanista . Detrás de cada una de sus obras hay una historia».No faltan tampoco en la exposición buenos ejemplos de sus obras monumentales . Como 'La Comedia humana' (2017-2021), un espectacular candelabro de cristal de Murano de color negro, de más de ocho metros de alto, seis de ancho y 2.700 kilos de peso, compuesto por unas 2.000 piezas. Hecho a mano por artesanos vidrieros, recrea los candelabros venecianos y supone una reflexión sobre el humanismo. También, 'El ciclo de la vida' , de 2008 (una zódiac de 20 metros de largo, realizada con el bambú usado en las cometas, similar a la que utilizan los refugiados para cruzar el Mediterráneo, hoy convertido en una gran tumba, en busca de una vida mejor). En el techo, 'Yuyi' , una figura también de bambú de doce metros de longitud que alude al papel de China como superpotencia global. En 'Raíces de olivo' , aborda el tema del exilio. Sobre una de las paredes, 81 preguntas (tantas como días estuvo retenido en China), a las que responderá la inteligencia artificial . Preguntado sobre qué opina sobre la IA, si le interesa como una herramienta artística más, comenta Ai Weiwei que «el desarrollo de los conocimientos con la IA va a ayudar a las personas a mejorar su eficiencia, a solventar sus problemas. Habrá muchos avances, cambiará la forma en que vivimos y cómo entendemos el mundo. Tiene que orientarse a beneficiar a las personas . Si no, su uso no tiene sentido. No me preocupa el uso de la inteligencia artificial, pero sí creo que en el futuro surgirán nuevos problemas y como sociedad habrá que buscar cómo enfrentarnos a ellos. No creo que afecte tanto en el mundo del arte, porque son importantes los cerebros, los corazones, las emociones, la imaginación, los recuerdos...» Piezas monumentales Arriba, 'El ciclo de la vida', 2008. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'Yuyi', 2015. A la derecha, 'La Comedia humana', 2017- 2021 Cortesía de Ai Weiwei StudioAgradece Ai Weiwei el apoyo institucional que ha recibido la exposición, ya que « no son tiempos fáciles para el arte ». Cree que se trata de una «exposición histórica» para este museo y la ciudad de León y «se recordará en el futuro. Es para mí un privilegio presentar por vez primera al público algunos de mis trabajos en un espacio de tanta belleza. Su arquitectura es perfecta para mis obras. Es una muestra difícil de organizar por su gran tamaño, por las obras a gran escala y por el coste económico que supone». Le preguntan por la relación entre nacionalismos y flujos migratorios y le recuerdan que en cierta ocasión se entrevistó con Puigdemon t . «En el terreno político estas cuestiones son siempre muy complicadas -contesta sin querer entrar en detalles-, pero sí creo firmemente en el derecho de todas las personas a expresarse o a identificarse como ellos quieran. En Cataluña, en California, en Canadá, en Gaza, en Ucrania... Es necesario que haya un debate político . No se puede obligar a las personas a que dejen de decir lo que piensan o de expresar sus derechos». Siempre opuesto al 'statu quo', inadaptado, subversivo y provocador (le expulsaron de la Parsons School of Design y de la Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York), entre sus «extravagancias, trastadas y travesuras» se hallan sus 'Estudios de perspectiva', peinetas que hace ante muchos de los centros de poder en el mundo, como la Plaza de Tiananmen, el Parlamento británico, la basílica de San Marcos en Venecia, la Torre Eiffel, el Reichstag de Berlín, la Casa Blanca o la mismísima 'Gioconda' en el Louvre; la urna de la dinastía Han que tiró al suelo , haciéndola añicos –a otra le pintó el logo de Coca-Cola–; los mil y un turistas chinos que llevó a la Documenta de Kassel de 2007; los cien millones de pipas hechas a mano con las que inundó la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres (resultó tóxico el polvo levantado cuando se pisaban las pipas)... La destrucción de aquella urna fue una catarsis para él: «Destruyendo el pasado y volviéndolo a construir fui capaz de hacer algo nuevo». Ai Weiwei entiende el arte como un arañazo en el ojo, una espinita clavada o una china en el zapato, «algo que no se puede ignorar y que desestabiliza todo lo que parecía seguro». « El arte es el antídoto del miedo . Para mí, la inspiración procede de la resistencia . No renuncio ni transijo», dice, pese a haber estado siempre en la lista negra, silenciado, borrado, cancelado por el Gobierno chino.El amor por Don Quijote de un artista subversivo Arriba, 'Iluminación', 2019. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'Estudio de perspectiva. Parlamento, Londres', 2023. A la derecha, 'Don Quixote', 2024 Cortesía de Ai Weiwei StudioEsas confesiones las hace en sus memorias, '1.000 años de alegrías y penas' (Debate) , título tomado de un poema de su padre: «(...) de mil años de alegrías y penas/ no queda ya ni rastro». Ai Weiwei vivió el Nueva York inconformista de los 80 (Keith Haring, Basquiat, Allen Ginsberg, Susan Sontag, Warhol) y, harto de la pintura, buscó otros lenguajes artísticos. Duchamp y su visión del arte como experiencia intelectual y no solo visual fueron una revelación para él. El Ai Weiwei artista pronto se convertiría en el Ai Weiwei activista, enarbolando la bandera de los derechos y las libertades como protesta por hechos como la matanza en la plaza de Tiananmen . «El artista que no es activista es un artista muerto», dijo en una entrevista. Permaneció en Estados Unidos diez años. Su regreso a China fue, digamos, convulso. Colaboró con los arquitectos suizos Herzog y De Meuron en el 'Nido de Pájaro' , el estadio olímpico de Pekín creado para los Juegos de 2008, «una verbena grotesca», aunque se distanció del proyecto porque estaba «al servicio de la propaganda nacionalista y autocomplaciente». Ese año hubo un devastador terremoto en la provincia de Sichuan . Murieron 5.196 niños. El Gobierno trató por todos los medios de encubrir el número de víctimas. «Me volví una figura política» , dice Ai Weiwei. Halló en internet (un blog, Twitter, Instagram...) «un territorio fascinante de libertad de expresión, un campo de batalla virtual». Su vida siempre ha estado rodeada de acusaciones e informaciones falsas, 'fake news', que diríamos hoy. Llamó a su estudio Fake Design, y en 2013 se estrenó 'Ai Weiwei: The Fake Case', un documental sobre el artista y activista, dirigido por el cineasta danés Andreas Johnsen.El Gobierno chino le tachó de enemigo del Estado . Tras su arresto en 2011 y su secuestro durante 81 días, hubo llamamientos de todos los rincones del mundo para su liberación. La Bienal de Venecia se convirtió en una marea roja. La de las bolsas reclamando libertad para el artista ( «Free Ai Weiwei» ) que todos llevábamos al hombro. Cuenta en sus memorias: «Mi guerra contra el poder era un poco como un videojuego en línea: cada vez que me mataban, resucitaba. Yo podía desaparecer, el arte no ».
Ai Weiwei: «No son tiempos fáciles para el arte»
El Musac de León dedica al artista chino, exiliado en Portugal, una exposición bajo el título 'Don Quixote' con 44 obras, algunas inéditas, desplegadas en 1.700 metros cuadrados
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